El vendedor más grande del mundo

Si hacemos caso de internet, nos encontramos ante el libro de autoayuda más vendido en el mundo. El autor utiliza un pequeño cuento para exponer los diez principios que conducen al éxito. No se trata de recomendaciones originales, pero el autor las sistematiza en un texto breve que aplica a la vida de un vendedor a domicilio. Og Mandino desempeñó esa profesión en la cual fracasó, quizá por eso recuerda que, tanto en las ventas como en la vida, son necesarios repetidos fracasos para llegar a alcanzar el éxito.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1979 Ediciones Grijalbo
123
84-253-1145-4

Edición original americana en 1968.

2009 DeBolsillo-RandomHouse Mondadori
128
97884-9908-3278
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3
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Cuando el norteamericano Augustine "Og" Mandino volvió de la Segunda Guerra Mundial, se encontró sin trabajo y con una familia a la que mantener. Se dedicó entonces a vender seguros pero fracasó en esa actividad, cayendo en la desesperación y el alcoholismo. Un día se refugió en una biblioteca pública para resguardarse del frío y tomó un libro que recomendaba una actitud mental positiva para alcanzar el éxito. Desde entonces Mandino se dedicó a estudiar y elaborar textos de autoayuda. No se trata de glosar éste, que por otra parte es breve, pero sí detenernos en un par de puntos.

El autor afirma que nuestra vida tiene un sentido querido por Dios, y que nos corresponde a cada uno descubrirlo. Con carácter general este fin se resume en amar y trabajar, pero se concreta de forma distinta para cada uno de los hombres y las mujeres. Por eso, el camino hacia el éxito no está en imitar a nadie, sino, por el contrario, profundizar en la propia individualidad. "El éxito -escribe- es un estado mental" y sólo puede definirse como la plenitud derivada de alcanzar las metas que el hombre o la mujer se hayan propuesto (pág.66); por ello -recomienda- "fijaré metas para el día, la semana, el mes, el año y para mi vida" (pág.102).

Mandino aplica lo que llama "la ley de los promedios" que dice que nadie fracasa siempre; por eso, cada fracaso nos acerca al éxito y éste se encuentra ordinariamente al final del camino y no al principio. Por ello conviene perseverar siempre y mantener la esperanza. Por último recomienda acudir a Dios. "¿Qué hombre -se pregunta- tiene tan poca fe que en un momento de angustia no ha invocado a su Dios?" (pag.110). Por ello nos conviene fracasar si el fracaso nos hace más humildes y mejores personas. Por el contrario, un éxito demasiado temprano puede resultar perjudicial a la larga.