Pretérito imperfecto

Primera parte de la autobiografía del psiquiatra Carlos Castilla del Pino. Abarca el periodo entre 1922 y 1949: infancia, juventud del autor hasta el final de la Guerra Civil y, después de ésta, estudios de Medicina y Psiquiatría en Madrid. La segunda parte de la autobiografía, "Casa del Olivo", se publicó en 2003.

Autor de una amplia bibliografía, además de la Medicina el autor cultivó literatura, filosofía y música. En 2003 ingresó en la Real Academia de la Lengua. Militó en el Partido Comunista hasta 1980 y posteriormente en el PSOE.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2012 Tusquets Editores, S.A.
541
84-8310-865-9

Edición original de 1997.

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Los puntos de interés de esta obra están en la psicología de infancia del autor; la Guerra Civil en San Roque (Cádiz), y fundamentalmente en el ambiente cultural y social en el que se movió el futuro psiquiatra.

Castiila del Pino se describe a sí mismo como un niño solitario, imaginativo y amigo de la lectura. Su padre falleció cuando él tenía diez años y escribe que "viví su ausencia como una liberación" (pág.57). Sobre su madre dirá que era una mujer desabrida y que nunca pudo manifestarla su cariño a pesar de que lo intentó. De la sociedad sanroqueña afirma que era una sociedad clasista, en la que abundaban los masones por la cercanía con Gibraltar, así como los republicanos y anarquistas.

El autor es muy crítico con el colegio salesiano de Ronda en el que estuvo interno desde que tenía diez años. Denuncia la crueldad con la que se desempeñaban los religiosos y las amistades especiales que les unían con determinados alumnos.

La Guerra Civil sorprendió al autor en San Roque. El 27 de julio de 1936 los milicianos llegados de Málaga ocuparon la localidad y produjeron seis muertos, cuatro de ellos de la familia Castilla, tios y primos del autor. La represalia de los nacionales fue inmediata; el mismo día retomaron el pueblo  causando un gran número de víctimas, en ocasiones familias enteras de las que se sospechaba que simpatizaban con la izquierda, mujeres y niños incluídos. Los fusilamientos continuaron los meses siguientes.

Lo más importante del libro es la descripción del ambiente cultural. El mentor intelectual del joven fue don Federico Ruiz Castilla, un militar retirado, viudo y sin hijos, que vivía recluído dedicado a la lectura. Este puso su biblioteca a disposición del estudiante. Castilla del Pino afirma que abandonó la religión en contacto con don Feferico, por imitación, racionalidad y autoafirmación frente al ambiente que le rodeaba (pág.139). Ya en Madrid, compara a los profesores llegados a la Universidad después de la guerra con los catedráticos de los que le había hablado don Federico y que ahora se encontraban en el exilio. Considera a los primeros pozos de ignoracia, pero tampoco es complaciente con algunos de los retornados, como el doctor Marañón.

Sus palabras contra la religión cada vez son más amargas. El autor contrapone el ambiente católico, que cailifica de reaccionario y oscurantista, con las corrientes ideológicas que llegan desde el exterior, especialmente desde Alemania.  De Ortega y Gasset alaba "que acabase con la sordidez y estrechez intelectual del mundo católico" (pág.500). De Zubiri dirá que "no podía, ni tal vez quería, despojarse de su fondo católico" (pág.498); y sobre un compañero médico escribe: "Manejó todos los tópicos de la más repugnante e hipócrita actitud católico-burguesa".

Desconozco si la denuncia de Castilla del Pino sobre la ignorancia de los católicos tenía o tiene fundamento, pero deja clara la necesidad de que éstos destaquen por su profesionalidad y trabajo intelectual.

Para lectores interesados en la historia y cultura españolas de antes y después de la Guerra Civil.