Patriotismo y Cristiandad

La caridad cristiana ha de ser universal, hacia todos los hombres de todas las latitudes; pero es compatible con el patriotismo: amor al rincón originario donde el hombre y la mujer han crecido en el apego al paisaje, la historia y los valores culturales.

Paniker, nacido en Barcelona, distingue entre patriotismo y nacionalismo. Este último pone a la Patria por encima de cualquier otro valor, incluidas la justicia y la caridad. El autor lo considera un pecado de idolatría.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1961 Rialp S.A. Ediciones
165
978-84-321-0145
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Cualquier comentario a este libro tiene que ser limitado, ya que el autor utiliza y mezcla distintos conceptos. En primer lugar conviene definir la Patria:  "Patria es el lugar geográfico sobre el que se asienta una comunidad, con un cierto desarrollo histórico y cultural, a la que el hombre se siente vinculado" (pág. 67). Patriotismo es el sentimiento individual y colectivo de pertenencia a una Patria (págs.28-31).

Santo Tomás de Aquino, en la Suma Teológica, hace derivar el patriotismo de la virtud de la justicia, en cuanto conduce a devolver a la comunidad aquello que se ha recibido de élla. También relaciona el patriotismo con la virtud de la piedad que nos obliga hacia nuestros antepasados (pág.48 citado en Nota). Como virtud derivada de la justicia el patriotismo tiene unos límites: no existe patriotismo si se ejerce con injusticia.

Sociológicamente el autor distingue entre patriotismo y nacionalismo. El nacionalismo sería un estadío en la evolución de las comunidades humanas: Familia, tribu, pueblo y nación (pág.56). Nación sería una comunidad humana sometida a un gobierno y unas leyes, y la nacionalidad es su consecuencia jurídica. El siguiente paso sería la internacionalización -hoy diríamos globalización- de la familia humana por encima de las fronteras territoriales (págs.98 y ss).

Vistas las hecatombes a las que habían conducido los nacionalismos durante los siglos XIX y XX, los Pontífices instaron fervientemente a subordinar el amor a la Patria a la Ley divina y la fraternidad universal. Así Pio XI: "Esta intemperancia de las pasiones, cuando se cubre con el especioso manto del bien común y el amor a la patria, es a quien hay que atribuir las enemistades internacionales. El amor patrio, que de suyo es un estímulo para muchas obras de virtud y heroismo, es también fuente de muchas injusticias cuando, traspasados sus justos límites, se convierte en desmesurado" . Pio XI, Ubi arcano Dei, 1922 (citado en Nota pág.133).

Concluye el autor afirmando que "los hombres no pueden seguir llamándose hermanos en Cristo y hacerse la guerra mutuamente por rencores nacionalistas, transgresión del mandato de la caridad" (pág.122). Y añade: "Aun hoy en día algunos católicos coadyuvan a construir barreras nacionales o a fomentar orgullos nacionalistas" (pág.138). "Se enseña la Historia a la juventud -aun en centros católicos- con un carácter nacionalista, que hiere la unidad del Cuerpo Místico de Cristo, pues difícilmente puede haber caridad sobrenatural donde no haya simpatía natural" (págs.133-134).

El autor da un paso más y recuerda que el Reino de Dios se construye no sólo de forma espiritual, sino que también tiene una dimensión temporal. La caridad, aun ejercitada en un lugar concreto, beneficia a todos los hombres. Recomienda olvidar los sueños de un cristianismo políticamente potente (pág.146) y trabajar -cada uno en su lugar- para la construcción de un orden social justo (pág.137). Que la visión universal dirigida a mejorar las estructuras del mundo (pág.145), engrandezca la pequeña tarea cotidiana (pág.140).

El libro no agota la materia pero contiene intuiciones interesantes. En todo caso, tiene el valor de hacer una crítica del nacionalismo, algo que muy pocos se han atrevido a hacer. Es interesante señalar que es anterior al Concilio Vaticano II, el cual iba a tratar la labor de los laicos cristianos en medio del mundo.