Nos hemos acostumbrado quizá a las rupturas conyugales, al aumento de los divorcios y separaciones, de los nacimientos al margen del matrimonio…, e incluso a la ausencia del padre de la que hablan algunos sociólogos, pero tal vez no seamos del todo conscientes de las perniciosas consecuencias de estos hechos tanto para las personas directamente afectadas como para el bien común. En Estados Unidos y en Inglaterra, países donde esto se ha estudiado a fondo, los resultados ofrecen pocas dudas sobre el aumento del riesgo de caer en fracaso escolar, en la delincuencia, en la drogadicción, en depresión, en dificultades de adaptación, en absentismo laboral, etc., sobre todo en personas que han padecido la ruptura familiar durante la infancia y la adolescencia, en comparación con las que han crecido en un hogar en el que no se han producido escisiones.