Se habla mucho de la Iglesia de los pobres. Es lógico, Jesucristo nos enseñó, en las primeras líneas del Sermón de la Montaña, en la Bienaventuranzas, “Bienaventurados los pobres, porque de ellos es el reino de los cielos”. Así que cualquiera que quiera seguir el evangelio tendrá buen cuidado de ser pobre, para participar de la Iglesia que Jesucristo quiere. No vayamos a quedarnos sin el reino de los cielos.