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El sacrificio de la tarde

Por la mañana del 10 de mayo de 1794 en la ciudad de Paris, en plena revolución francesa, la princesa Madame Élisabeth, hermana del rey de Francia Luis XVI, se recogía para hacer un rato de oración personal en la intimidad de la estrecha celda que se le había asignado en la cárcel del pueblo, durante aquella salvaje e incontrolada revuelta, y en ella realizaba un acto perfecto de abandono en las manos de Dios, cuando exclamaba con sencillez y confianza totales: “Ignoro por completo, Señor qué me pasará hoy. Todo lo que sé es que no me pasará nada que Vos no hayáis previsto desde toda la eternidad. Esto me basta, Señor, para estar en paz. Adoro vuestros designios eternos” (13).

Arrepentimiento y remordimiento

En la última novela de Blanca García-Valdecasas hay un detalle que me parece de cierto interés para cualquiera de nosotros, en la medida en que nos sentimos pecadores y somos capaces de pedir perdón. Una de las protagonistas, después de un tiempo de vida desordenada con un hombre que no es su marido, decide acercarse al sacramento de la penitencia. No estamos demasiado acostumbrados a leer algo así en las novelas contemporáneas. Al terminar, y sintiéndose a gusto y distinta, hace una observación curiosa: el sacerdote me ha dicho que el arrepentimiento es de Dios y que el remordimiento es del demonio. La propia penitente considera para sí misma que no está muy segura de que el confesor tenga razón en eso.

Como Dios quiera

El Sínodo de obispos acerca del discernimiento vocacional y de la pastoral de santidad para los jóvenes, que se está celebrando en Roma en estas semanas, ha recordado, una vez más, que la juventud es la esperanza de la Iglesia, como lo ha venido siendo en siglos anteriores y como lo será, Dios mediante, en el futuro.

Diarios

Acaba de editarse un nuevo volumen de los diarios de Gabriel Insausti (Renacimiento, 2018), que no se han concebido al modo usual, es decir, como una relación de fechas y de detalles de la vida cotidiana del narrador. Aquí el escritor observa lo que pasa en su entorno familiar, profesional y social, o a través de noticias de la actualidad tanto local como nacional o internacional, para describir, comentar, reflexionar y opinar al respecto. A veces, los sucesos lo llevarán a evocar acontecimientos de la infancia o de viajes y otros sucesos del pasado más o menos reciente.

Invitados a la santidad

En estos días, en los que la Iglesia universal está reunida intensamente, junto al Santo Padre Francisco, en la ciudad de Roma para celebrar el Sínodo de obispos acerca del discernimiento vocacional y de la pastoral de santidad para los jóvenes, es muy conmovedor leer las noticias, estudiar los libros electrónicos y consultar los libros videos que continuamente se proponen en la página web del Opus Dei, pues pueden ayudarnos a mantener la oración y la penitencia por los frutos del Sínodo. Por ejemplo, es muy interesante detenerse en el breve pero intenso video sobre la vocación que está colgado en esa página y en Instagram, que tiene por título “invitación”, pues, efectivamente, la vocación es una invitación de Dios al hombre en donde, a la vez que le deja en libertad y sin forzar la respuesta, le plantea una propuesta de camino de felicidad y de realización personal amorosamente preparado por el mismo Dios.

Caminos de intimidad

Hace unos días tuve la suerte de entretenerme en una larga conversación con un amplio grupo de profesionales, procedentes de varias ciudades cercanas a Madrid y de muy distintas situaciones profesionales y familiares, acerca de la figura de Guadalupe Ortiz de Landázuri (Madrid 1917-Pamplona 1975), cuya beatificación se celebrará próximamente.

Comunión de los santos

Hace unos días celebraba solemnemente el Santo Padre Francisco la canonización de siete nuevos santos en el marco incomparable de la Plaza de San Pedro en Roma ante miles de fieles romanos y de otros llegados del mundo entero. Solamente enunciaremos los nombres y algún detalle de los nuevos santos y santas: un papa, Pablo VI, un Arzobispo mártir del Salvador Mons. Oscar Romero, y tres religiosas europeas de distintos países y provenientes de ámbitos religiosos, culturales y lingüísticos diferentes: Francesco Spinelli, sacerdote diocesano, fundador del Instituto de las Adoratrices del Santísimo Sacramento; Vincenzo Romano, sacerdote diocesano; Maria Katharina Kasper, virgen, Fundadora del Instituto de las Pobres Siervas de Jesucristo; Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús (nacida: Nazaria Ignacia March Mesa), virgen, Fundadora de la Congregación de las Hermanas Misioneras Cruzadas de la Iglesia.

Diálogo con el mundo

Cuando en 1871 el Concilio Vaticano abrió sus puertas ante los miles de obispos y superiores de órdenes y congregaciones religiosas llegados del mundo entero para bajo la atenta mirada del santo Padre el beato Pío IX profundizar en el tesoro de la revelación cristiana, con la asistencia del Espíritu Santo, llegaron a la conclusión y así fue proclamado solemnemente, que se puede llegar a conocer la existencia de Dios a través de la luz de la razón.

Avizorar el futuro

Uno de los documentos más importantes del Concilio Vaticano II es, sin lugar a dudas, la Constitución Dogmática Gaudium et spes, aprobada el 7 de diciembre de 1965, que versa “Sobre la Iglesia en el mundo actual”. En este impresionante documento en el que parece que no ha pasado el tiempo por él; por la agudeza de los análisis, la hondura de planteamientos y, sobre todo, por haber sabido avizorar el futuro.

Miedo a los emigrantes

Las noticias sobre el elevado número de africanos que alcanzan nuestras costas, de una manera o de otra; los muchos europeos del este que se afincan entre nosotros, quizá sobre todo rumanos, o los sudamericanos de distintos países que vemos en nuestras calles, hacen temer a más de uno que ve en peligro nuestra identidad nacional, social y religiosa. De hecho, habría no pocos que buscarían, si fuera posible, la forma de cerrar totalmente nuestras fronteras.

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