Cartas a un joven católico

Como dice en su prólogo Javier Cremades, Capellán de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, "el recorrido por el espacio y el tiempo cristiano que Weigel hace en este libro está animado por una profunda reflexión filosófica. En estas cartas contemplamos la verdad a través de las reflexiones de Chesterton, Newman, Waugh, O'Connor, el Papa Juan Pablo II, el Magisterio de la Iglesia, etc.; también podemos recrearnos en el bien a través de los heroicos testimonios de fe y buenas obras de multitud de cristianos que lo dieron todo por Cristo. Y, de un modo inusualmente destacado, a lo largode estas cartas podemos también considerar la belleza de las obras de arte que ha gestado a través de los siglos la concepción cristiana de la vida".

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2006 Ediciones Cristiandad
272
978-84-7057-514-3
Valoración CDL
3
Valoración Socios
3.666668
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Imagen de enc

La confusión en este libro procede de su título: “Cartas a un joven católico”. El libro está dividido en catorce cartas, demasiado largas para poder ser consideradas tales y demasiado teológicas para ir dirigidas a un joven. Un título más adecuado hubiera sido “Reflexiones sobre el catolicismo”. El autor sigue dos líneas: una menor en la que recuerda cómo era el catolicismo de su juventud, a finales de los años cincuenta y principios de los sesenta, y otra principal en la que evoca lugares que ha visitado y los relaciona con realidades básicas de la doctrina católica y de la fe. La visita a la tumba de San Pedro, bajo la Basílica Vaticana, le lleva a reflexionar sobre la solidez de la Iglesia. El cristianismo no es una idea, por muy perfecta que sea, sino una historia de personas reales que obedece al querer de Dios para el mundo. El Oratorio de Birmingham, fundado por el Cardenal Newman, le sirve para recordar la lucha de éste contra el cristianismo liberal. El humanismo sin Dios, el antropocentrismo filosófico, son decididamente inhumanos. La taberna del “Olde Chesire Cheese”, en Londres, nos introduce a uno de sus más famosos parroquianos: G.K.Chesterton. El personaje de Chesterton es perfecto para desarrollar el concepto de “imaginación sacramental” frente a la “imaginación gnóstica”. Imaginación sacramental es aquella que ve a Dios detrás de todas las cosas. Imaginación gnóstica es aquella que quiere reducir toda la realidad a conceptos elaborados racionalmente, y si no encaja… peor para la realidad. Desde los antiguos pitagóricos, que afirmaban que la única realidad existente son los números, hasta los modernos kantianos, capaces de hacer pasar todas las cosas a través del filtro de los “a priori” del pensamiento. Es preferible, nos dice Chesterton, admitir al principio que existe un misterio, la Creación, que haga inteligible toda la realidad posterior, que rechazar el misterio de Dios con la consecuencia de que todo lo que viene después, incluido el hombre, resulte ilógico y sin sentido. El autor desarrolla algunos principios que tienen su casa en la Iglesia católica, pero que pertenecen a todos los cristianos y se ofrecen a todos los hombres: la maternidad universal de María, al visitar la iglesia de la Dormición en Jerusalén, o la eficacia de una vida vivida vocacionalmente, como la del P. Jerzy Polielusko, capellán del sindicato polaco Solidaridad y mártir. “Cartas a un joven católico” es un manual de Teología desordenado. En él no encontraremos la vieja teología escolástica, ni la llamada progresista, sino la teología del Concilio Vaticano II, de Juan Pablo II y de otros santos, como San Josemaría Escrivá, que animaba a los que lo seguían a “materializar la vida cristiana”. Es una teología de la continuidad e íntima imbricación entre el mundo, los hombres y Dios, visible en su Hijo Jesucristo.

Imagen de Artemi

Este ensayo, presentado a modo de cartas, muestra de un modo atractivo, personal y subjetivo los grandes asuntos que interesan no sólo, aunque principalmente, a los católicos, jóvenes y no tan jóvenes. Digo que no sólo a los católicos, pues, aunque van dirigidas a ellos, para quien no lo es puede resultar un modo ameno, claro, y sencillo de acercarse al pensamiento católico. Y digo a los no tan jóvenes porque la calidad literaria y la forma tan bella de tratar temas como la fe, el amor o la sexualidad, la oración, la vocación o la historia de la Iglesia (del siglo XX principalmente) clarifican y ayudan a todos por igual. De hecho, la palabra joven debería ir acpompañada "culto", o en cualquier caso, "maduro". No sé si cualquier joven, católico o no, disfrutará de estas carorce cartas.
Hay cartas magníficas, como la que dedica al amor a partir de la gran novela de Evelyn Waugh; la que versa sobre la sexualidad, con su maravillosa contemplación de la Capilla Sixtina y la síntesis perfecta que hace de las enseñanzas de Juan Pablo II acerca del tema; las disquisiciones que realiza sobre la belleza desde la visita a la cateral de Chartres... Pero hay otras que me han decepcionado, en concreto, las que dedica a Chesterton y a Newman, pero esto se deba seguramente a la alta estima que tengo a estos dos genios de la literatura inglesa; la gran espectativa no se vio satisfecha.
Buen libro que recomiendo. Buen escritor que no conocía. Buena explicación que parte de obras, autores y experiencias para dar pie a una reflexión profunda sobre los grandes temas del hombre.

Imagen de Pilarica

Estas catorce cartas o relatos por el tiempo y el espacio, profundizando en temas, personajes, libros y lugares que nos hacen conocer mejor el desarrollo y la reflexión cristiana del catolicismo, están escritas de una manera sencilla y atractiva, muy actual.
A través de ellas se profundiza en la fe y se consigue un retablo de buenas ideas y argumentaciones que nos pueden servir para testimoniar nuetra fe ante las personas de nuestro entorno. Además, a los que nos gustan los libros, disfrutamos también con citas y anecdotas de varios autores queridos y de sus obras. Escribo esta reseña para animarte a leer el libro, no te pesará te lo aseguro.