La dama de blanco

La Mujer de Blanco empieza con Walter Hartright y un encuentro misterioso en un camino iluminado por la luna de Londres. Comprometido como un dibujo magistral de Laura Fairlie, Walter se adentra en las siniestras intrigas del Señor Percival Glyde y su encantandor amigo el Conde de Fosco, que tiene un sabor a ratones blancos, bombones de vainilla y envenena.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2003 Debolsillo
813

Edición barata 9.45 €

2006 Homolegens
779

Título en esta edición: "La mujer de blanco"

2014 Alianza
832
978-84-206-8974

Colección: 13/20

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Género: 

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Imagen de aita

Una de las grandes novelas de Wilkie Collins. Vale la pena disfrutar de ella.

Imagen de Azafrán

Novela realista situada históricamente en la misma época en la que vive su autor, quien busca un hecho puntual conocido (la Exposición en el Palacio de Cristal de Hyde park de 1851) como referente comprobable.

Wilkie Collins construye una ficción en la que el lector se ve abocado a la idea de veracidad por la suma de testimonios de todos los personajes que tomarán parte en la historia y que se ve “demostrada” con la parte de verdad que cada personaje conoce y presenta paulatinamente al lector hasta conducirle a la explícita verdad de la trama. Así pues cada personaje narra la parte que conoce de la historia, siempre menor que el conocimiento que el lector ya ha adquirido permitiéndole, con lo añadido por el nuevo personaje, aventurar una predicción en la solución de la trama y por lo tanto despertando el interés del lector por constatar sus intuiciones a lo largo del desarrollo de la novela.

La vida de Laura Fairlie, sobrina y heredera de un hacendado soltero y enfermo, se ve sometida al determinismo de la sociedad inglesa de la época victoriana y a la concepción filosófica en la que se desenvuelve. Así chocaría con nuestra forma de vivir la situación matrimonial en la que las mujeres ricas y nobles vivían, situación de derecho en la que por el hecho de contraer matrimonio pasaban de depender del padre o tutor a depender del esposo quien incrementaba sus rentas con las aportaciones del patrimonio de la esposa.

No obstante el respeto que la ley defendía para la esposa en el trato dentro de la vida familiar coincide con el que hoy día se presume para cualquier ser humano. A lo largo de la novela podemos descubrir que se permitía el insulto y el desprecio hacia las personas de clase inferior; no así entre marido y mujer de la clase altas siendo el comportamiento displicente causa suficiente de separación y argumento con el que evitar el escándalo social. El derecho protegía primordialmente la clase alta de la nobleza y de la alta burguesía. Las leyes castigaban incluso con pena de muerte a aquellos que intentaban acceder a las clases altas mediante la apropiación de títulos o bienes de forma fraudulenta y sólo se consideraban herederos conforme a derecho aquellos quienes recibían el título o la hacienda de manera legítima dentro del matrimonio. Era pues motivo de escándalo el hijo que nacía como fruto de relaciones extramatrimoniales bien como hijos naturales o como fruto de relaciones adúlteras.

La novela esconde en su trama todas estas realidades. Así mismo sitúa a la joven y bella Laura Fairlie en la encrucijada del deber filial hacia las últimas voluntades de su difunto padre quien la había prometido en matrimonio con un Barón, Sir Percival, y los sentimientos que despierta en ella un pobre profesor de dibujo de quien se siente enamorada. El cumplimiento de su deber filial, su matrimonio con el Barón, la conduce a una situación insufrible en la que se ve expoliada de sus bienes pecuniarios, sufre una conducta desabrida por parte de un esposo que rehuye el débito marital, e igualmente sufre las consecuencias de una acción delictiva para suplantar su personalidad con el fin de que fuese declarada “fallecida” y por lo tanto su esposo pudiera acceder a la herencia de su patrimonio.

A lo largo de todo este calvario la joven Laura se verá ayudada por su hermanastra Marian y el profesor de dibujo Walter Hartright. Ambos de forma desinteresada, al igual que el abogado de la familia y algunos profesionales de proceder recto (el doctor, su doncella, Anne Catherick, el sacristán de la iglesia de Old Welmingham, el profesor Pesca…) irán actuando como fuerzas adyuvantes, mientras que otros (el conde Fosco y su esposa Eleonor Fairlie, madame y monsieur Rubelle, la madre de Anne Catherick) serán los opoentes, los colaboradores de Sir Percival en su fraudulento propósito.

El autor presenta la trama como una sucesión de testimonios, de informes, reunidos por un abogado para la defensa de una causa: la demostración de que la joven Laura Fairlie sigue viva y por lo tanto, de este hecho se podrá colegir su derecho a los bienes provenientes de su herencia. El sentimiento amoroso y la responsabilidad social de la relación hombre-mujer, respetan la concepción del matrimonio en la sociedad victoriana. Precisamente por ese respeto el profesor de dibujo Walter Hartright es aceptado en la alta sociedad, como defensor de los derechos de uno de los miembros de esa clase social. Aún dentro de ese respeto cabe perfectamente una trama que mantiene en vilo al lector hasta las páginas finales.

Acostumbrados, como lectores y espectadores de películas de acción del siglo XXI, nos resulta tal vez chocante el respeto a la palabra de caballero y a la vida. Así la acción se resuelve en la discusión dialéctica entre el conde Fosco y Walter. Nuestro cine de hoy permitiría que una vez que ambos mostrasen sus cartas el de mayor astucia diera muerte al otro, sin un respeto al compromiso oral con el que ambos decidirán resolver la situación trasladando el duelo a un momento ulterior y de acuerdo con la convención social.

Wilkie Collins construyó una trama cerrada fruto de la cual presenta al lector la solución de todos los problemas planteados a fin de que el lector pueda constatar si había intuido de forma acertada el final de la historia y el lugar que realmente corresponde a cada uno de los personajes en el reparto de la escala de maldad y bondad.

Imagen de mgarregui

Bstantes amigas me habían recomendado este libro, así que pensé que tenía que ser bueno por necesidad; además, pregunté: "¿es buena literatura?"; y me dijeron: "sí, sí". Sí, sí, eso digo yo; sinceramente, me parece que simplemente, no es mala literatura, pero no pasa de ahí; está escrito en entregas, y eso se nota, porque hay escenas que se alargan excesivamente, y porque los puntos oscuros tardan muchísimo en salir a la luz; si Wilkie Collins hubiera vivido en el siglo XX, habría escrito el guión de "Dinastía" o algo por el estilo.
Un valor que me parece que tiene es que es como una crónica de las costumbres y la moral del momento en que está escrito: el valor del honor, del pudor, de la intimidad, de lo verdadero y de lo falso... resulta verdaderamente encantador. La pureza de sentimientos y de intenciones de las protagonistas hacen recordar cómo deberíamos ser por el simple hecho de ser seres humanos. Desde ese punto de vista, creo que hay párrafos que se podrían analizar y comentar en alguna clase de ética.

Imagen de tajamata

La pluma de Collins vuela con velocidad,rallando la perfección en la confección de tramas detalladas y sin hilos sueltos,en las descripciones minuciosas sin causar fatiga al apasionado lector,en sumergirnos en unas narraciones en las que nos sentimos completamente involucrados,pero,a mi juicio,donde se eleva y sobresale sobre otros autores del género es en la recreación de tipos humanos,trabajando la introspección psicológica de cada personaje y creando personajes luminosos, oscuros, melancólicos, asperos, ruines, altruistas, etcetera.
Una mención especial al sibilino, cautivador, enigmático, cruel y villano conde Fosco.
La mejor obra de Collins.

Imagen de rodri

Para mí es difícil decir qué libros son los que más me han gustado pero si tuviera que hacer especial mención de uno ese no es otro que: La dama de blanco de Wilkie Collins.
Es posible que lo conozcáis, de no ser así y si os gusta como a mí el género de la intriga y el misterio en estado puro, de verdad que os envidio por tener la suerte de descubrirlo. Yo lo he leído dos veces y no me canso. No quesiera pecar de exagerado porque en ocasiones cuando algo te lo ponen muy bien luego puede resultar decepcionante para quien no lo conoce. Pero yo voy a correr ese riesgo. Espero que disfrutéis igual que yo de esta magnífica obra.

Imagen de Guille

Niebla, páramos, amores imposibles, vetustas mansiones, personajes malvados, locura, estafa, conspiraciones, asesinatos... Un libro de lo más completo, con él el aburrimiento está desterrado; es muy pausado, pero ameno, relajado, sin tramas supérfluas para llenar papel (no esperéis acción tipo Hollywood) y te va envolviendo en esa atmósfera tan británica y victoriana del estilo de "Cumbres Borrascosas", "Jane Eyre", etc., todo ello aderezado de un sublime suspense. Hacen aparición a lo largo de la obra muchos personajes inolvidables y arquetipos de aquella sociedad, avaros, abogados, antiguas amas de cría, sabios despistados, etc.. Leyendo a Wilkie Collins irremediablemente nos acordamos de su coetáneo y amigo Charles Dikens, sobre todo por los personajes, podría decirse que son muy "dickensianos". De hecho creo recordar que ambos firman alguna novela conjuntamente. Es recomendable leer este libro durante esos fríos y nublados días de invierno, al lado del hogar, estoy completamente seguro que de esa manera pasaríamos a formar parte de la novela. En resumen, ¡es un clásico! no puede defraudar.