Sobre la marcha

Luís de Moya, sacerdote del Opus Dei de treinta y nueve años, realiza un viaje en automóvil entre Ciudad Real y Pamplona. Probablemente me dormí –dice. Se despierta en la Clínica Universitaria de Navarra. Se ha roto la médula por la cuarta cervical y en adelante será tetrapléjico; es decir no podrá utilizar brazos ni piernas, sólo la cabeza. En esta obra nos cuenta su evolución entre los años 1991 y 1996, desde el accidente al momento de escribir el libro. Evolución sanitaria, pensamientos, ilusiones y rebeldías.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1996 Edibesa
211
8489761760
Valoración CDL
4
Valoración Socios
3.857144
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Imagen de pepo

Escrito con la sencillez y naturalidad de quien está escribiendo un diario, el protagonista hace de su "tragedia" un relato de gran interés para cualquier lector pero mucho más para quien está viviendo una situación parecida para que sepa "amar apasionadamente la vida".

Imagen de enc

En los años que corren se plantea la cuestión de la eutanasia. Es decir, el derecho de un paciente a reclamar la muerte en el caso de ciertas enfermedades, por ejemplo los tetrapléjicos. Luís de Moya, como muchos otros que no han escrito un libro, ha sido elegido por Dios para demostrar que en esas circunstancias se sigue siendo un hijo amado de Dios y un hombre completo. Lo primero que se plantea Luís después de su accidente es que lo que ha perdido, la movilidad por medios propios, no es nada en relación con lo que ha conservado: inteligencia, voluntad, capacidad de amar, de plantearse objetivos y cumplirlos. Después realiza una labor de introspección que le permite contarnos sus pensamientos, sentimientos, rebeldías e ilusiones a partir del accidente. En tercer lugar, y creo que esto supone una psicología muy positiva, nos muestra sus defectos de carácter: Soy desconfiado, me gusta tenerlo todo controlado pero no puedo. Estoy muy susceptible. Tengo que sacrificar mi intimidad. Siempre dependeré de otras personas. Económicamente soy una ruina –constata filosóficamente. Esto nos conduce a un pensamiento: Si Dios quiso que alguien diera un testimonio de Él desde una silla de ruedas porqué no eligió a un santo varón sin defectos, pacientísimo. Se nos ofrecen varias respuestas. En primer lugar esa gente no debe existir o por lo menos no abunda; el cristianismo está hecho para gente con defectos. En segundo lugar una persona de características tan especiales no podría ser un ejemplo para la gente corriente que se vea en la misma situación. En tercer lugar el poder de Dios, su grandeza, se manifiesta en la debilidad humana; Dios actúa a través de hombres y mujeres muy débiles y limitados; por una silla de ruedas o por lo que sea. La última respuesta es que no hay respuesta. Dice la Sagrada Escritura: Yo te he llamado por tu nombre, tú eres mío. Dios elige al que quiere y porque quiere (lo quiere). Eso sí, le da los medios para llevar adelante su vocación; en este caso a la inmovilidad. Dice nuestro Señor Jesucristo a San Pedro: Cuando eras joven tú mismo te ceñías e ibas a donde te placía; cuando seas anciano otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras. A Luís de Moya y a otros muchos ese sacrificio se les ha pedido en plena juventud. Afirma Agatha Cristie que cuantas más facilidades le das a un escritor más fácil resulta que escriba demasiado. Las dificultades que tiene Luís de Moya para escribir hacen que al libro no le sobre nada. Se lee muy bien.