La visión de lo invisible

Este libro nace de la preocupación de un padre por que a sus hijos no se les obture el sentido de la trascendencia. Vivimos en una sociedad en la que impera una especie de banalidad intrascendente, que no es sino una concepción meramente horizontal de la vida. «El mundo no es nada más que lo que ves, aprovéchate rápido de todo y disfruta al máximo sin pensar en las consecuencias». Carpe diem, sin memento mori: exprime el momento como si tu vida nunca fuese a tener final. En un clima social, y hasta eclesial, en el que el acceso a Dios y la propia experiencia espiritual parecen reñidos con el pensamiento, el concepto y la especulación en general, el autor nos propone lo que podríamos denominar una «mística especulativa». Por eso, teología y filosofía caminan juntas en esta reflexión. Y lo hacen de la mano de Agustín, Anselmo, Kant, Ortega, Bergson e, incluso, Antoni Tàpies.

La idea de Dios, en sí misma, lleva dentro de sí una invitación a ir más allá de lo inmediato, a trascender la superficie de la existencia hacia la profundidad de lo eterno. Este ensayo es una invitación a entrenarse en el aprendizaje de la visión de lo invisible. De ahí que este pequeño libro quiera luchar contra la banalidad, la estulticia, el ruido, la superficialidad que solo busca diversión, entretenimiento, espectáculo y, por ende, olvido de sí. Con un estilo claro y directo, como un padre habla a sus hijos, el autor nos invita a buscar y entrever -contra Dawkins y compañía- ese invisible misterio, ese verdadero Absoluto que ninguna razón científico-técnica es capaz de agotar. La visión de lo invisible aúna, de un modo ameno y sencillo, una honda reflexión religiosa, mística, metafísica, teológica y estética en la que confluyen naturalmente vida y pensamiento.

 

 

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2015 Sal Terrae
175
978-84-293-2415
Valoración CDL
4
Valoración Socios
4
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Imagen de nitavidal

En este fantástico libro Pedro Castelao, padre de tres hijos, apela su razón religiosa, metafísica, trascendental teológica y estética,para evitar que caigan en la "banalidad intrascendente". 
Las preguntas del hombre en estos ámbitos son muy variadas,pero a fin de cuentas han sido y son siempre las mismas. Entre ellas la búsqueda del Absoluto tiene un papel realmente protagonista. El autor nos hace entender, con la ayuda de Anselmo y de Kant principalmente, que al buscar a Dios centrándolo como tema de estudio se le "cosifica", es decir, se le añaden atributos propios de nuestra naturaleza. Nos invita a dar un salto en la concepción de Dios, entendiendo que El, precisamente por ser El que es, no depende de nuestra concepción del tiempo y del espacio. No podemos atenderle a El en los mismos términos "estar" o "no estar" con los que nos referimos a las cosas o a nosotros mismos. Nos dice que "necesitamos con urgencia una concepción dialéctica que atienda a la trascendencia de Dios sin caer en el alejamiento, y a la inmanencia sin caer en la identidad, y al equilibrio entre ambas sin caer en la yuxtaposición" (p 135). Esto prácticamente en un sólo capítulo. 
 En su lectura completa encontramos una increíble búsqueda de trascendencia, aprendiendo a ver- que certera paradoja- lo invisible.  

Imagen de acabrero

Si hay algo preocupante en la sociedad occidental –no juzgo de otras que no conozco- es la pérdida del sentido de trascendencia, no porque nadie, o casi, piense en ello de un modo teórico, sino porque en la práctica el hombre de hoy es idólatra, es, de hecho, pagano, pues solo considera en serio cuestiones materiales, necesidades inmediatas, gustos atrayentes que le entretienen o le descansan. Por eso cuando encontré aquí este libro sobre la trascendencia lo busqué rápido y lo he leído despacio. Creo que no se puede leer precipitadamente. Tiene partes más divulgativas, pero el meollo es profundo y de gran interés. En la confrontación del argumento ontológico de San Anselmo con los planteamientos contrarios de Kant, el autor consigue una explicación que ayuda a comprender al lector la combinación entre trascendencia –Dios que está fuera de este mundo que Él mismo ha creado- y la inmanencia –Dios no deja de estar en todas las cosas como creador. El ensayo me parece clarividente, aun cuando haya que proceder con sosiego, para asentar cada afirmación.

El último capítulo sobre la belleza y el arte me ha parecido menos claro. No es fácil ver la conexión con lo anterior, aunque la idea del autor es una cierta trascendencia de la esencia de las cosas que capta el artista.

Imagen de aita

Interesante análisis del fenómeno de la trascendencia explicado a los jóvenes. Leer artículo...