El hijo del pintor

Biografía novelada de parte de la infancia de Michael Ende, en la que destaca la figura de su padre, pintor surrealista de gran prestigio en su momento. Pero con la llegada de los nazis al poder, se le prohíbe pintar, pues se consideró su estilo como arte degenerado; además, fue obligado a ir al frente a luchar en la Segunda Guerra Mundial. Todo esto influyó en la personalidad del futuro escritor Michael Ende, que ya de niño tenía una gran imaginación con la que creaba historias que embelesaban a sus compañeros.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2015 Anaya
80
978846787142

Ilustraciones de Beatriz Martín Vidal

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Novela juvenil inspirada libremente en algunos hechos de la vida y obra del escritor Michael Ende. A lo largo de la narración, alcanza auténtico protagonismo la figura de su padre, Edgar Ende, célebre pintor surrealista que desarrolló gran parte de su obra antes de la Segunda Guerra Mundial. Cuando se inicia el conflicto bélico, el pequeño Micha tiene solo 10 años; en enero de 1940 su padre es enviado al frente como soldado, y no regresará a su casa hasta el fin de la contienda en 1945. Toda esta situación supone una ruptura irrecuperable, personal y artística, en su trayectoria pictórica que se verá truncada para siempre por el nazismo. 
Así pues, por las características de los personajes, en la novela se narra de forma especial el proceso de creación de los artistas, en pintura, en literatura o en cualquier otra manifestación artística. Antes de pintar un nuevo cuadro, Micha recuerda que su padre lo meditaba mucho: “necesitaba quedarse a oscuras, dejar la mente en blanco, permanecer a solas con su mundo interior, vaciarse por completo” (p.19). Pero, a partir de 1933, con el desarrollo del nazismo, aparecen los “hombres grises” en sus vidas y todos los ciudadanos deben estar cortados por el mismo patrón: la persecución de los que son diferentes (los zíngaros, los negros, los judíos, los artistas…), la falta de libertad y de expresión, la injusticia se ciernen sobre todos ellos.
“Bajo la experta dirección de su padre y maestro”, en la casa de su infancia, una casa grande en el campo (que había sido el taller de un escultor), Michael Ende creció como persona y como escritor, y comprendió que cada uno tiene su forma de expresar el arte y de entenderlo. El niño tenía una gran imaginación, el don de la palabra y sabía contar cuentos maravillosos; y su padre le ayudó a darlo a conocer a los demás: “Tú tienes el don de la imaginación en tu corazón, no lo dejes escapar” (p.24). Cuando Edgar Ende murió en 1965, Michael (Micha) ya se había hecho famoso con su primera gran obra “Jim Botón y Lucas el maquinista” (1960), con la que obtuvo en Alemania el premio al Mejor Libro Infantil.