Clara de ninguna parte

Al igual que en la vida, es en las distancias cortas donde un escritor se evidencia, en aquellos lugares en los que no hay espacio para esconderse ni tiempo para la excusa. Literariamente es justo esto lo que sucede en el cuento o relato breve.

En Clara de ninguna parte, la presente colección de cuentos, Blanca García Valdecasas es capaz de agotar hasta lo posible cada uno de sus personajes, cada una de las situaciones. Uno a uno, los relatos son evocaciones que nos llevan a considerar, en lo cotidiano, temas universales como la muerte, el amor, la amistad o el temple ante la contrariedad. Evocaciones magistrales que se adscriben a la perfección a aquellas palabras –"instante íntimo sugeridor"- que dedicaba Azorín para referirse a este género literario.

Clara de ninguna parte es la obra preferida de Blanca García Valdecasas, su autora, una de las escritoras actuales más laureadas de la literatura española. Después del éxito de su novela Por donde sale el sol, el lector puede recuperar ahora una obra sugerente y evocadora, de una altísima calidad literaria.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2008 Ciudadela
232
9788496836280
Valoración CDL
3
Valoración Socios
3.714284
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Comentarios

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Ordinariamente no me han gustado los volúmenes de relatos, porque les suele faltar unidad. No es el caso de "Clara de ninguna parte", lo que nos hace preguntarnos cuál sea el elemento unificador de sus 16 historias: América, el lengüaje o la suavidad de sentimientos de la autora. Probablemente todo ello. Si en un principio nos encanta la delicadeza de Blanca, según avanzamos en la lectura se convierte en un doloroso desamparo que hace daño al lector.

En la contraportada leemos que el común denominador de las historias es la muerte. En absoluto. Más que la muerte lo es el abandono, aunque la muerte sea una forma de abandono por ejemplo en "El temblor" (pág.45). El abandono de la mujer por su marido resulta cruel en "El Arco" (pág.83) o "La Boliviana" (pag.219). "Clara de ninguna parte" (pág.30) es un relato maravilloso en el que la Muerte espera paciéntemente a la cabecera de Clara para que la niña pueda despedirse de su madre, a la que espera desde hace dos meses. Finalmente la Muerte -esa señora azul- se cansa de esperar. También se produce el abandono por parte de la madre en "Domingo de Ramos" (pág.206). En "El palo borracho" (pág.186) la sensación de vacío viene producida por la amenaza de venta de la casa familiar. De una enorme delicadeza resulta ser "Las escaleras" (pág.149), en la que un poeta español, exiliado en México con motivo de la Guerra Civil, regresa a España. Hay historias buenísimas de aparecidos en "La reunión" (pág.66) o en "El hombre del desierto" (pág.131). Es muy hermoso cómo la autora incluye en sus relatos las creencias indígenas, por ejemplo en "Nanai" (pág.16); o la convivencia entre razas en "Volver al Sur" (pág.115). Por fin encontramos humor en "El premio" (pág.136), historia que debería ir situada la última para aliviarnos de tantas penas.

Blanca García-Valdecasas tiene la habilidad de dibujar escenas en las que al lector le es fácil introducirse. Hay que lamentar que el primer relato, "El otro" (pág.5) quede cojo en ese sentido, falto de credibilidad. Si tuviera que elegir algún relato me inclinaría por "El palo borracho", en el que la autora refleja la mentalidad de los descendientes de españoles en América: españoles de dos mundos. También me han encantado "Las escaleras" o "Estación Central" en la que la muerte es dulce (pág.197). A la riqueza del lenguaje se refiere la autora en "Las escaleras" cuando habla de "tantas riquezas de nuestra lengua como se encuentran en el habla española de América".

Cabe hacerse la pregunta sobre si la literatura de Blanca García-Valdecasas es una literatura femenina y no me cabe ninguna duda de que la respuesta es afirmativa. El sentimiento de abandono es -o era- típicamente femenino. Incluso el sentimiento de comprensión y perdón hacia el hombre que la ha dejado. La excepción la encontramos en "Domingo de Ramos" en el que la señora Rosa Carolina dirige una hacienda y a sus trabajadores: "A mí no se me va a reir nadie porque sea mujer, no, de ningún modo. A mí me van a respetar igual que a un hombre". Por fin el precio que va a pagar será muy alto. La figura de la mujer doliente y desamparada no es deseable; es preferible que sea capaz de defenderse por si misma.

En resumen nos encontramos ante un conjunto de relatos que, por su homogeneidad y calidad literaria, hay que leer despacio. Es más, que no consienten en ser leídos deprisa, por mucho que se intente.

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No me ha sorprendido demasiado la temática de estos relatos porque leí antes “Por donde sale el sol” y también en ese libro la presencia del más allá es continua. Sí que sorprende que García-Valdecasas escribe en “chileno” cuando sitúa el relato en Chile, y escribe en castellano cuando el relato se desarrolla en España. Eso sí, sin solución de continuidad, sin que haya un bloque antes y otro después. Cuando se llevan leídos dos o tres de estas historias, las demás empiezan a ser más previsibles, porque se comprende cual es el hilo conductor. Pero despista, sobre todo en los relatos “españoles” con otros asuntos distintos. Cómo llega a meterse la autora en la situación del moribundo, en el momento del trance, en el que sale de un “casi”, es algo que no he leído nunca. Puede parecer tremendo, angustioso, pero también revelador...

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Todos los relatos cortos que se narran en este libro transpiran dulzura, amor, sencillez. Y eso a pesar del fondo en común. De hecho, yo no me di cuenta del nexo de los cuentos hasta que lo terminé de leer. Están ambientados en Chile.