La escuela de Atenas

A Luna le han concedido una beca para estudiar pintura en una famosa academia de Roma. Es una buena oportunidad para empaparse de los grandes maestros que a lo largo de la historia han pasado por la ciudad italiana, y encaminarse hacia lo que realmente le apasiona: la pintura. Pero el hallazgo, en el almacén de la academia, de un cuadro misterioso disipa su atención del estudio y se adentra, junto con su compañero Álex, en la investigación de un gran enigma.
Cuando Luna se encuentra con el cuadro no es consciente de la magnitud del descubrimiento.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2016 Anaya
216
978846980579

Ilustraciones de Javier Lacasta Llácer

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Novela juvenil ambientada en la época actual en la ciudad de Roma. Como indica el título de la obra, la trama se desarrolla en torno al cuadro “La escuela de Atenas”, pintado por Rafael y que forma parte del gran legado que se conserva en las Estancias Vaticanas. En él se representan los grandes filósofos y sabios clásicos (como Arquímedes, Ptolomeo, Euclides, Pitágoras) junto con grandes artistas de la época renacentista: Miguel Ángel, Leonardo, Bramante e incluso el propio Rafael. El hallazgo de una reproducción de esta pintura en pequeño formato se convierte en un misterio dentro de la Historia del Arte, que los protagonistas deberán desentrañar siguiendo una serie de pistas.

El relato está narrado en tercera persona, pero muy focalizado a través del punto de vista de los dos protagonistas, Luna y Álex, dos adolescentes españoles. Los dos jóvenes han conseguido una beca de estudios para la academia de arte en Villa Médici durante un mes de verano: allí, Luna tendrá la posibilidad de desarrollar sus conocimientos y cualidades pictóricas; mientras que Álex, escultor, podrá perfeccionar su arte acercándose a las grandes obras de Miguel Ángel (David, Moisés, la Piedad). En sus clases y con sus profesores, aprenderán que “el talento es innato, pero se necesitan mucho sacrificio y constancia para que dé sus frutos” (p. 103).

Con un estilo sencillo y ameno, cercano a los jóvenes lectores, la autora realiza un paseo por la ciudad de Roma para dar a conocer sus plazas, sus museos, sus bibliotecas, porque sus monumentos son la mejor forma de encontrar la inspiración: cada obra de arte tiene parte del alma o de la esencia del artista que se transmite y refleja en su mera contemplación.