Walden

Walden no es nombre de una persona sino de un lugar: una laguna cercana a la localidad de Concord, Massachusetts, donde Henry D.Thoreau se retiró a vivir en el bosque entre 1845 y 1847. En el libro narra y justifica el experimento que prolongó durante dos años. La vida en la naturaleza no sólo tiene valor humano y medio-ambiental sino también literario. Thoreau explota la vertiente literaria a través de capítulos dedicados a todo aquello que le rodea, sean hombres, animales, árboles o la misma laguna. El libro ha llegado a ser un clásico de la literatura norteamericana y un valioso ensayo sobre la naturaleza y la independencia del hombre.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2010 Editorial Juventud
407
84-261-3794-4

Subtítulo: La vida en los bosques. Publicado en 1854.

2017 Errata naturae
392
978-84-16544-42
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Cuando en 1620 los peregrinos llegaron a las costas de Norteamérica, lo hicieron para llevar una vida religiosa y austera dedicada al cultivo de la tierra. Doscientos años más tarde la sociedad americana se había urbanizado e industrializado; vivía tan sujeta al lujo y a las modas como las mejores sociedades europeas y habían aparecido nuevas clases sociales con la llegada de los irlandeses, inmigrantes que desempeñaban los trabajos más duros y de inferior categoría. El progreso era la palabra de moda.

En 1845 Henry D.Thoreau se retira a vivir junto a la laguna de Walden, en Concord-Massachusetts. Había estudiado filosofía y lenguas clásicas en Harvard y tratado sin éxito de ganarse la vida por distintos procedimientos. Finalmente se retiró a Walden. Pretendía demostrar la inanidad del progreso económico e industrial, y que podía llevarse una vida más barata y satisfactoria en contacto con la naturaleza. Su experimento duró dos años y dos meses. En ese periodo construyó una cabaña y vivió de los productos de la tierra.

Los argumentos de Thoreau son verdaderos... y falsos. En primer lugar porque no es lo mismo vivir en el bosque dos años por voluntad propia, que siempre y por necesidad. En segundo lugar porque el autor era joven y soltero; no arrastraba bocas que alimentar. Por último se estableció cerca de la ciudad, en unos terrenos que le cedió gratuitamente otro filósofo, Ralph Waldo Emerson; algo que no estaría en la mano de todos. Después del autor otros grupos han realizado intentos de vuelta a la naturaleza, pero no nos consta que lo hayan adoptado como sistema de vida permanente.

Thoreau impugna la utilidad del progreso y una manifestación del mismo había sido la construcción de los ferrocarriles. Cerca de Walden pasaba una línea férrea que él mismo había visto construir a los irlandeses, chapoteando en el fango. El autor quiere demostrar que se viaja más rápidamente andando que en el ferrocarril y lo hace con el siguiente cuento: Dos amigos quieren viajar desde Concord a Boston; uno andando y otro en tren. El que va andando hará el recorrido en una o dos jornadas, mientras que el que quiere viajar en ferrocarril tendrá que ganar previamente varios jornales para poderse pagar el viaje. De esta forma el que va andando llega a Boston días antes que el que viaja en tren. Es un argumento tramposo, pero pone de relieve la importancia del dinero en las sociedades animadas por el progreso. Nada es barato. Nada es gratis. Thoreau también argumenta sobre el coste humano del progreso: Si el tren atropella a un irlandés que está cruzando las vías -explica- todo el mundo se lleva las manos a la cabeza, pero nadie repara en la cantidad de éllos que se han dejado la vida instalándo esas mismas vías.

El autor critica el instinto gregario y de emulación que parece invadir a sus conciudadanos: si uno tiene una casa buena el vecino quiere tener otra igual o mejor. Argumenta que es preferible estar en la cárcel que en una vivienda lujosa, porque de la cárcel se sale, pero el préstamo que grava la vivienda nos condicionará toda la vida y aún pasará a los herederos.

Sin llegar a la exageración a la que lleva Thoreau sus argumentos, todo ello es verdad y muy actual. El sistema económico nos desangra mediante formas de vida innecesariamente costosas. Estas generan desigualdades e irritación social. La naturaleza nos puede aportar más satisfacciones que muchos lujos innecesarios, es barata y no se desgasta.