Érase una vez la taberna Swan

En una oscura y brumosa noche, en el pequeño pueblo inglés de Radcot, a orillas del Támesis, los lugareños se reúnen en la taberna Swan para compartir un trago e historias llenas de sabiduría popular. Con seiscientos años de antigüedad, la posada es famosa por reunir a los mejores narradores de cuentos populares, pero esa noche la tertulia nocturna se ve interrumpida por la llegada de un hombre misterioso empapado en sangre que carga en sus brazos a una niña inconsciente. Antes de que el hombre pueda emitir explicación alguna, cae derrumbado. Mientras tanto, río arriba, dos familias buscan desesperadamente a sus hijas, Alice Armstrong, a la que nadie ha visto desde hace veinticuatro horas tras el suicidio de su madre, y Amelia Vaughan desaparecida dos años atrás sin dejar rastro."Su lenguaje cautivador, su ambiente pintoresco y sus personajes conforman una historia profundamente agradable, sugerente y evocadora de nuestros más queridos cuentos tradicionales".

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2019 Lumen
608
978-84-264-0564

Traducción de Ana Mata Buil

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Novela tradicional con toques folletinescos y rasgos propios del cuento popular. Efectivamente, como propone la autora en el título “Érase una vez…” (el original en inglés es “Once Upon a River”), la obra se acerca a los elementos característicos de los cuentos tradicionales y se cierra con un último capítulo titulado “Y vivieron felices”, que enmarca perfectamente el objetivo final del relato. Ambientada en el siglo XIX en el ámbito rural, la obra se desarrolla en torno al río Támesis desde Cricklade hasta Oxford, aunque la acción se centra especialmente en los pueblos de Buscot y Radcot, donde se encuentra situada la taberna Swan. Todas las noches, en la taberna más antigua que se conserva junto al río, se narran historias y leyendas sobre sucesos fabulosos relacionados con las aguas fluviales: la barca del Silencioso, ahogados y aparecidos, fantasmas y videntes, porque la corriente es traicionera y la niebla oscurece la vista: “Los chicos impulsivos… descubren que la quietud de la serena superficie esconde la fuerza de la corriente subyacente” (pág. 593).

El caudal y la fuerza incontrolada del río (siempre presente) han generado cientos de historias, hasta que finalmente, una noche, los habitantes de Radcot descubren en la taberna Swan que las leyendas se hacen realidad. A partir de ese momento, la acción se complica y se abren varias tramas paralelas, centradras en niños raptados o desaparecidos, hijos ilegítimos de noble ascendencia, personalidades encubiertas, falsos adivinos. Sin embargo, junto a estos elementos de la narrativa tradicional, aparecen otros temas más profundos e interesantes, como el peso de la culpa, los remordimientos de conciencia y la necesidad de confesión para intentar avanzar en el proceso de redención, sobre todo cuando la delgada línea que separa la vida  y la muerte se hace patente.

Con un estilo sugerente y atractivo, la autora recrea de forma prolija situaciones y elementos narrativos de diversa índole, junto a la importancia de narrar historias y su capacidad para unir a las personas. Así, se entremezclan elementos propios de leyendas, historias de terror y cuentos de hadas, donde claramente los personajes se dividen en malos, sin fisuras, y buenos, como modelos de generosidad y valentía. Incluso, entre ellos, destaca algún personaje real como Henry Taunt, un magnífico fotógrafo del Támesis, que realizó más 53.000 fotografías sobre los parajes del río  y que sirve de inspiración para el personaje de la novela Henry Daunt. En conjunto, una novela entretenida en la que se  mantienen el misterio y la intriga hasta el final.