El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes

Aleksy aún recuerda el último verano que pasó con su madre. Han transcurrido muchos años desde entonces, pero, cuando su psiquiatra le recomienda revivir esa época como posible remedio al bloqueo artístico que está sufriendo como pintor, Aleksy no tarda en sumergirse en su memoria y vuelve a verse sacudido por las emociones que lo asediaron cuando llegaron a aquel pueblecito vacacional francés: el rencor, la tristeza, la rabia. ¿Cómo superar la desaparición de su hermana? ¿Cómo perdonar a la madre que lo rechazó? ¿Cómo enfrentarse a la enfermedad que la está consumiendo? Este es el relato de un verano de reconciliación, de tres meses en los que madre e hijo por fin bajan las armas, espoleados por la llegada de lo inevitable y por la necesidad de hacer las paces entre sí y consigo mismos.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2019 Impedimenta
256
9788417553-03-6

Título original: Vara în care mama a avut occhii Verzi. Publicado en 2016

 

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Imagen de Pipa

Primera novela, brutal, perturbadora, tensa, y esperanzadora, de su autora.

Un relato cruel, intenso, lleno de sentimientos y emociones muy fuertes que el narrador y protagonista principal va como vomitando de su interior enfermo muchos años después de haber sucedido aquello. Es su psiquiatra quien le conduce a rememorar el último verano que pasó con su madre en un pequeño pueblo del norte de Francia. Su frustración, tristeza, rabia y odio estancados en su alma abandonada, hace que tuviera por aquel entonces una actitud inicial en guardia, de desear el mal a su madre, de odiarla hasta la médula, un vocabulario agresivo, grosero, violento y cruel. En realidad fiel reflejo de su estado interior, y su falta de amor y educación en su infancia… Tampoco la madre sabe al principio cómo comportarse con él. Le lleva casi a rastras. Pero tiene algo que comunicarle. Y la madre quiere hacer las paces. Pero aquel hogar no parece un hogar.

En tres meses sucede todo. La comprobación de lo que inevitablemente va a suceder acerca a estas dos personas torturadas por las circunstancias. La observación de la limitación y fragilidad que cabalgan aceleradamente la mayor parte de los días, el pedir perdón, y el llegar a perdonar, el recuerdo de la abuela, ¿única persona normal?, el descartar ese sentimiento de culpa en la muerte de su querida hermana pequeña, la aceptación, o no, de su propia vida de mutilado tras un accidente de tráfico, la muerte de su amada.

En fin, una novela dura, con muy pocos rasgos trascendentes a lo largo de la narración, aunque no exento de ellos cuando el narrador se pregunta al final (243) e intenta comprender por qué había sucedido todo tal cuál y cómo había sucedido. “Me preguntaba si ese verano que había pasado junto a mi madre formaba parte de un plan superior, si era así, ¿el de quién? Me costaba creer que fuera un plan de Dios –es decir, del Dios polaco, porque otro no conocía…”

La prosa es intensa, bien escrita; la estructura: capítulos desiguales, generalmente cortos, y singularmente peculiar es interponer capítulos con una sola frase, alusiva a los ojos de su madre. Juega con el tiempo en el pasado y en su actualidad. Y con el espacio. Va y viene. Como su cabeza tortuosa y enferma.

Resalta el poder reconciliador y positivo del remordimiento que lleva a pedir perdón a la persona herida y no por ello no querida, y al valor de otorgar ese perdón sin esperar nada a cambio. O tal vez solo entender.

Y cómo esto provoca un cambio en la actitud vital, positivo, y entonces eres capaz de hacer lo que jamás se te pasó por la cabeza realizar  a favor de esa persona a la que odiabas.

Interesante argumento. Aunque a algunos pueda herir ese vocabulario, esa conducta violenta y nada contenida, fruto de la inquietante no educación recibida y esos sentimientos agresivos.

Puede haber lectores a los que no les guste. Requiere cierto grado de formación para apreciarla en profundidad.

Imagen de Fulgencio Pérez

Original. Con un comienzo crudo y alguna desconcertante salida de tono, he disfrutado de su lectura.