Niebla en Tánger

Finalista Premio Planeta 2017 Niebla en Tánger es una bella historia de amor y misterio en una ciudad cosmopolita y mágica, con un pasado fascinante que envolverá al lector. El 24 de diciembre de 1951 Paul Dingle desapareció en el puerto de Tánger sin que se llegara a saber qué fue de él. Sesenta y cuatro años después, Flora Gascón sospecha que es el mismo hombre con el que ha tenido una aventura en Madrid y del que se ha enamorado. El nexo entre ellos: Niebla en Tánger, la novela que Paul tenía sobre su mesilla de noche. Flora viajará hasta esta ciudad mágica y llena de secretos en busca de la autora de la novela, la única que puede decirle quién es en verdad su amante y cómo encontrarlo. Pronto se da cuenta de que es ella misma quien debe escribir el final de la historia, pues en esa aventura también está en juego su identidad; es un viaje al fondo de sí misma. Un amante fugaz. Una ciudad mágica. Un misterio olvidado en el viento.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2017 Editorial Planeta, S.A.
318
9788408178958
Valoración CDL
2
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2
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Imagen de Azafrán

Dos tramas entretejidas: la historia de una mujer, Marina Ivannova, de padre ruso y madre judía sefardí y la historia de Flora Gascón, una pelirroja madrileña.

La primera historia gira en torno al 24 de diciembre de 1951, aunque empieza con la llegada del padre de Marina a Tánger en 1905, y la segunda, que es la engloba a la primera, se desarrolla entre Madrid y Tánger, durante la semana anterior al 24 de diciembre del año actual (finalista del premio Planeta de 2017).

No sabría decir cuál de las dos historias narradas en la novela es la principal, ni cuál marca más al lector, que en definitiva es lo que cuenta.

La protagonista es Flora Gascón, casada con un funcionario interesado solamente en la programación de la televisión, frustrado en su trabajo y desencantado de la vida. Junto a él Flora, la pelirroja madrileña, ve pasar los meses y los años sin conseguir quedarse embarazada por falta de entusiasmo de su marido que siempre regresa cansado de su función pública. Flora es traductora de catálogos de electrodomésticos pese a su juvenil ilusión de serlo de obras literarias.

Tras una celebración de antiguas compañeras de estudios, conoce a un hombre en un club y termina en un hotel cometiendo adulterio. Cuando se despierta, a las cinco de la madrugada recoge sus cosas, ve una novela sobre la mesilla de titulada Niebla en Tánger, y se lleva un colgante que “encuentra” en la cartera de su acompañante.

Al día siguiente recibe unos mensajes de Paul, el desconocido con el que se acostó la víspera, invitándola a pasar otra noche con él. Así que acude a la cita, pero Paul no se presenta, no avisa y su número aparece desconectado.

Este es el detonante de la acción para una mujer que lleva inactiva muchos años. Flora viaje a Tánger para conocer a la autora de Niebla en Tánger, Bella Nur, una mujer de origen bereber, ya anciana, con la esperanza de que ella le dé alguna información sobre uno de los personajes que aparecen en la novela y que también se llama Paul, Paul Dingle.

Así que Flora es el artificio que utiliza Cristin López Barrio para que el lector conozca la novela Niebla en Tánger: la historia de Marina Ivannova desde el momento en que su padre, un ruso ortodoxo, llega a la ciudad internacional de Tánger, para hacer negocios y conoce a la madre de Marina, hija de una rica familia de judíos, para quienes el matrimonio con un ortodoxo era algo difícil de asimilar. Ceden lo padres y nace Marina. Durante los primeros años, Marina conocerá igualmente las tres religiones monoteístas, la alegría de su niñera musulmana que la acuna al ritmo de las suras del islam, las tradiciones del pueblo judío a través de su familia materna y las tradiciones cristianas a través de su padre. Todo ellos a nivel muy superficial, claro.

Marina pierde a su madre en su infancia. Su padre decide el traslado a Rusia donde permanecerán hasta la revolución rusa, cuando, para evitar los peligros de las revueltas, decide de nuevo volver a Tánger. Muere su padre y son los abuelos judíos los que se encargan de la niña. La imaginación y carácter de Marina se rebelan contra el matrimonio concertado con un joven judío de otra familia bien situada de la ciudad. Ella elige a un judío que viene de los EEUU en busca de esposa. Un joven de negocios que vive en Los Ángeles y que se aproxima a las ensoñaciones de Marina que quiere convertirse en una actriz de Hollywood.

Así que, a partir de ese momento, será Marina Levingstone, actriz de cine mudo. Cuando llega el cine sonoro, su carrera se frustra. Su vida matrimonial también. Regresa a Tánger divorciada y sin hijos. Tras le fallecimiento de sus abuelos abre un hotel en la casa familiar. El hotel de más glamur de Tánger, Dar Kasbah.

De todo esto se va enterando Flora por la novela, por sus conversaciones con la autora, Bella Nur y a través de los familiares y conocidos de Armand Cohen.

Los Cohen también poseen una casa en Tánger. Armand emigró en su juventud a Marsella donde reside en la actualidad con su mujer, con la que tampoco parece muy feliz, y sus tres hijos. Fallecido el padre de Armand, regresa a Tánger para poner a la venta la casa. Y es este el momento en el que coincide con Flora Gascón en el mismo hotel.

Una tía abuela de Armand será la que informe a Flora y al lector de los años durante los cuales Marina regentó el hotel Dar Kasbah, el de más glamur de Tánger.

El 9 de marzo de 1949, llegó a Tánger Paul Dingle, un exmilitar francés que en esos momentos se dedicaba al contrabando de tabaco. Había estudiado literatura en la Sorbona y piano. Así que Marina, enamorada a primera vista de Paul, le contrata para trabajar en el hotel como pianista en las veladas. Los amoríos entre propietaria y exmilitar contribuyen a realzar el glamur del hotel.

Cristina López Barrio describe el ambiente de la ciudad internacional en la que se había convertido Tánger, refugio de espías, contrabandistas y cosmopolita. A finales del XVIII, Mohamed III le dio el rango de capital diplomática.

Después de la Primera Guerra Mundial, las potencias europeas se repartieron el norte de África y dejaron Tánger como ciudad internacional. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, numerosos artistas la eligieron como lugar de residencia para escribir o realizar obras de arte. Este ambiente cosmopolita y libertario es lo que está en el trasfondo de la novela.

La cooperación entre Armand Cohen y Flora permite que se geste una cierta intimidad entre ellos, que se cuenten sus vidas anodinas y que se animen a tomar decisiones que conlleven cambios en sus vidas.

Flora llega a descubrir que la autora de Niebla en Tánger es en realidad Laila, una niña bereber que Marina había adoptado y que creció con ella. Laila se enamoró secretamente de Paul Dingle y comenzó a sentir celos de Marina, nombre novelado de Irina Ivannova. Igualmente, Flora descubre que fue Laila, en la novela y Bella Nur en la “realidad” quien asesinó a Paul Dingle cuando se enteró que su madre adoptiva, Marina, esperaba un hijo de Paul.

¿Y quién era entonces el Paul con el que Flora, en 2017, había cometido adulterio? ¿Era real?

Sí era el nieto de Paul Dingle que regresa a Tánger y quiere visitar a su tía, Bella Nur, a la que hace mucho que no ve. Allí la policía le informa de que una mujer, Flora Gascón, le busca después de que hubiese pasado una noche en Madrid con ella y su móvil no volviese a funcionar.

Flora descubre que fue Bella Nur la asesina de su abuelo, hace que confiese la autoría del asesinado y las circunstancias en presencia del sobrino-nieto Paul Dingle. Descubre dónde se encuentran los restos. Y cuando Paul le pide otra cita, Flora comprende que la amistad con Armand es más importante para ella.

El descubrimiento de los hechos “reales” que dan lugar a la novela firmada por Bella Nur se corresponde con la máxima de Oscar Wilde, en La decadencia de la mentira, citada en las páginas 165, 222 y 228 de Niebla en Tánger. Cristina dice identificarse con esta concepción del arte de Wilde: “La vida imita al arte y no el arte a la vida” pág. 281

Según esta cita todos deberíamos imitar a los personajes y actuar en consecuencia. Y la autora cita “Por ejemplo, Gothe creó el personaje Werther en una novela, que muchos hombres después imitaron suicidándose como él por un amor no correspondido” pág. 281.

De ahí precisamente la responsabilidad del escritor, que presenta al lector modelos de vida imitables. Y que, si “el” o “la autora” aciertan en la creación, su personaje puede llegar a ser imitado no solo en su forma de vestir, de peinarse, de comportarse, etc. No solo en lo superficial, sino también en lo determinante.

Imagen de Azafrán

Dos tramas entretejidas: la historia de una mujer, Marina Ivannova, de padre ruso y madre judía sefardí y la historia de Flora Gascón, una pelirroja madrileña.

La primera historia gira en torno al 24 de diciembre de 1951, aunque empieza con la llegada del padre de Marina a Tánger en 1905, y la segunda, que es la engloba a la primera, se desarrolla entre Madrid y Tánger, durante la semana anterior al 24 de diciembre del año actual (finalista del premio Planeta de 2017).

No sabría decir cuál de las dos historias narradas en la novela es la principal, ni cuál marca más al lector, que en definitiva es lo que cuenta.

La protagonista es Flora Gascón, casada con un funcionario interesado solamente en la programación de la televisión, frustrado en su trabajo y desencantado de la vida. Junto a él Flora, la pelirroja madrileña, ve pasar los meses y los años sin conseguir quedarse embarazada por falta de entusiasmo de su marido que siempre regresa cansado de su función pública. Flora es traductora de catálogos de electrodomésticos pese a su juvenil ilusión de serlo de obras literarias.

Tras una celebración de antiguas compañeras de estudios, conoce a un hombre en un club y termina en un hotel cometiendo adulterio. Cuando se despierta, a las cinco de la madrugada recoge sus cosas, ve una novela sobre la mesilla de titulada Niebla en Tánger, y se lleva un colgante que “encuentra” en la cartera de su acompañante.

Al día siguiente recibe unos mensajes de Paul, el desconocido con el que se acostó la víspera, invitándola a pasar otra noche con él. Así que acude a la cita, pero Paul no se presenta, no avisa y su número aparece desconectado.

Este es el detonante de la acción para una mujer que lleva inactiva muchos años. Flora viaje a Tánger para conocer a la autora de Niebla en Tánger, Bella Nur, una mujer de origen bereber, ya anciana, con la esperanza de que ella le dé alguna información sobre uno de los personajes que aparecen en la novela y que también se llama Paul, Paul Dingle.

Así que Flora es el artificio que utiliza Cristin López Barrio para que el lector conozca la novela Niebla en Tánger: la historia de Marina Ivannova desde el momento en que su padre, un ruso ortodoxo, llega a la ciudad internacional de Tánger, para hacer negocios y conoce a la madre de Marina, hija de una rica familia de judíos, para quienes el matrimonio con un ortodoxo era algo difícil de asimilar. Ceden lo padres y nace Marina. Durante los primeros años, Marina conocerá igualmente las tres religiones monoteístas, la alegría de su niñera musulmana que la acuna al ritmo de las suras del islam, las tradiciones del pueblo judío a través de su familia materna y las tradiciones cristianas a través de su padre. Todo ellos a nivel muy superficial, claro.

Marina pierde a su madre en su infancia. Su padre decide el traslado a Rusia donde permanecerán hasta la revolución rusa, cuando, para evitar los peligros de las revueltas, decide de nuevo volver a Tánger. Muere su padre y son los abuelos judíos los que se encargan de la niña. La imaginación y carácter de Marina se rebelan contra el matrimonio concertado con un joven judío de otra familia bien situada de la ciudad. Ella elige a un judío que viene de los EEUU en busca de esposa. Un joven de negocios que vive en Los Ángeles y que se aproxima a las ensoñaciones de Marina que quiere convertirse en una actriz de Hollywood.

Así que, a partir de ese momento, será Marina Levingstone, actriz de cine mudo. Cuando llega el cine sonoro, su carrera se frustra. Su vida matrimonial también. Regresa a Tánger divorciada y sin hijos. Tras le fallecimiento de sus abuelos abre un hotel en la casa familiar. El hotel de más glamur de Tánger, Dar Kasbah.

De todo esto se va enterando Flora por la novela, por sus conversaciones con la autora, Bella Nur y a través de los familiares y conocidos de Armand Cohen.

Los Cohen también poseen una casa en Tánger. Armand emigró en su juventud a Marsella donde reside en la actualidad con su mujer, con la que tampoco parece muy feliz, y sus tres hijos. Fallecido el padre de Armand, regresa a Tánger para poner a la venta la casa. Y es este el momento en el que coincide con Flora Gascón en el mismo hotel.

Una tía abuela de Armand será la que informe a Flora y al lector de los años durante los cuales Marina regentó el hotel Dar Kasbah, el de más glamur de Tánger.

El 9 de marzo de 1949, llegó a Tánger Paul Dingle, un exmilitar francés que en esos momentos se dedicaba al contrabando de tabaco. Había estudiado literatura en la Sorbona y piano. Así que Marina, enamorada a primera vista de Paul, le contrata para trabajar en el hotel como pianista en las veladas. Los amoríos entre propietaria y exmilitar contribuyen a realzar el glamur del hotel.

Cristina López Barrio describe el ambiente de la ciudad internacional en la que se había convertido Tánger, refugio de espías, contrabandistas y cosmopolita. A finales del XVIII, Mohamed III le dio el rango de capital diplomática.

Después de la Primera Guerra Mundial, las potencias europeas se repartieron el norte de África y dejaron Tánger como ciudad internacional. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, numerosos artistas la eligieron como lugar de residencia para escribir o realizar obras de arte. Este ambiente cosmopolita y libertario es lo que está en el trasfondo de la novela.

La cooperación entre Armand Cohen y Flora permite que se geste una cierta intimidad entre ellos, que se cuenten sus vidas anodinas y que se animen a tomar decisiones que conlleven cambios en sus vidas.

Flora llega a descubrir que la autora de Niebla en Tánger es en realidad Laila, una niña bereber que Marina había adoptado y que creció con ella. Laila se enamoró secretamente de Paul Dingle y comenzó a sentir celos de Marina, nombre novelado de Irina Ivannova. Igualmente, Flora descubre que fue Laila, en la novela y Bella Nur en la “realidad” quien asesinó a Paul Dingle cuando se enteró que su madre adoptiva, Marina, esperaba un hijo de Paul.

¿Y quién era entonces el Paul con el que Flora, en 2017, había cometido adulterio? ¿Era real?

Sí era el nieto de Paul Dingle que regresa a Tánger y quiere visitar a su tía, Bella Nur, a la que hace mucho que no ve. Allí la policía le informa de que una mujer, Flora Gascón, le busca después de que hubiese pasado una noche en Madrid con ella y su móvil no volviese a funcionar.

Flora descubre que fue Bella Nur la asesina de su abuelo, hace que confiese la autoría del asesinado y las circunstancias en presencia del sobrino-nieto Paul Dingle. Descubre dónde se encuentran los restos. Y cuando Paul le pide otra cita, Flora comprende que la amistad con Armand es más importante para ella.

El descubrimiento de los hechos “reales” que dan lugar a la novela firmada por Bella Nur se corresponde con la máxima de Oscar Wilde, en La decadencia de la mentira, citada en las páginas 165, 222 y 228 de Niebla en Tánger. Cristina dice identificarse con esta concepción del arte de Wilde: “La vida imita al arte y no el arte a la vida” pág. 281

Según esta cita todos deberíamos imitar a los personajes y actuar en consecuencia. Y la autora cita “Por ejemplo, Gothe creó el personaje Werther en una novela, que muchos hombres después imitaron suicidándose como él por un amor no correspondido” pág. 281.

De ahí precisamente la responsabilidad del escritor, que presenta al lector modelos de vida imitables. Y que, si “el” o “la autora” aciertan en la creación, su personaje puede llegar a ser imitado no solo en su forma de vestir, de peinarse, de comportarse, etc. No solo en lo superficial, sino también en lo determinante.

Imagen de Azafrán

Dos tramas entretejidas: la historia de una mujer, Marina Ivannova, de padre ruso y madre judía sefardí y la historia de Flora Gascón, una pelirroja madrileña.

La primera historia gira en torno al 24 de diciembre de 1951, aunque empieza con la llegada del padre de Marina a Tánger en 1905, y la segunda, que es la engloba a la primera, se desarrolla entre Madrid y Tánger, durante la semana anterior al 24 de diciembre del año actual (finalista del premio Planeta de 2017).

No sabría decir cuál de las dos historias narradas en la novela es la principal, ni cuál marca más al lector, que en definitiva es lo que cuenta.

La protagonista es Flora Gascón, casada con un funcionario interesado solamente en la programación de la televisión, frustrado en su trabajo y desencantado de la vida. Junto a él Flora, la pelirroja madrileña, ve pasar los meses y los años sin conseguir quedarse embarazada por falta de entusiasmo de su marido que siempre regresa cansado de su función pública. Flora es traductora de catálogos de electrodomésticos pese a su juvenil ilusión de serlo de obras literarias.

Tras una celebración de antiguas compañeras de estudios, conoce a un hombre en un club y termina en un hotel cometiendo adulterio. Cuando se despierta, a las cinco de la madrugada recoge sus cosas, ve una novela sobre la mesilla de titulada Niebla en Tánger, y se lleva un colgante que “encuentra” en la cartera de su acompañante.

Al día siguiente recibe unos mensajes de Paul, el desconocido con el que se acostó la víspera, invitándola a pasar otra noche con él. Así que acude a la cita, pero Paul no se presenta, no avisa y su número aparece desconectado.

Este es el detonante de la acción para una mujer que lleva inactiva muchos años. Flora viaje a Tánger para conocer a la autora de Niebla en Tánger, Bella Nur, una mujer de origen bereber, ya anciana, con la esperanza de que ella le dé alguna información sobre uno de los personajes que aparecen en la novela y que también se llama Paul, Paul Dingle.

Así que Flora es el artificio que utiliza Cristin López Barrio para que el lector conozca la novela Niebla en Tánger: la historia de Marina Ivannova desde el momento en que su padre, un ruso ortodoxo, llega a la ciudad internacional de Tánger, para hacer negocios y conoce a la madre de Marina, hija de una rica familia de judíos, para quienes el matrimonio con un ortodoxo era algo difícil de asimilar. Ceden lo padres y nace Marina. Durante los primeros años, Marina conocerá igualmente las tres religiones monoteístas, la alegría de su niñera musulmana que la acuna al ritmo de las suras del islam, las tradiciones del pueblo judío a través de su familia materna y las tradiciones cristianas a través de su padre. Todo ellos a nivel muy superficial, claro.

Marina pierde a su madre en su infancia. Su padre decide el traslado a Rusia donde permanecerán hasta la revolución rusa, cuando, para evitar los peligros de las revueltas, decide de nuevo volver a Tánger. Muere su padre y son los abuelos judíos los que se encargan de la niña. La imaginación y carácter de Marina se rebelan contra el matrimonio concertado con un joven judío de otra familia bien situada de la ciudad. Ella elige a un judío que viene de los EEUU en busca de esposa. Un joven de negocios que vive en Los Ángeles y que se aproxima a las ensoñaciones de Marina que quiere convertirse en una actriz de Hollywood.

Así que, a partir de ese momento, será Marina Levingstone, actriz de cine mudo. Cuando llega el cine sonoro, su carrera se frustra. Su vida matrimonial también. Regresa a Tánger divorciada y sin hijos. Tras le fallecimiento de sus abuelos abre un hotel en la casa familiar. El hotel de más glamur de Tánger, Dar Kasbah.

De todo esto se va enterando Flora por la novela, por sus conversaciones con la autora, Bella Nur y a través de los familiares y conocidos de Armand Cohen.

Los Cohen también poseen una casa en Tánger. Armand emigró en su juventud a Marsella donde reside en la actualidad con su mujer, con la que tampoco parece muy feliz, y sus tres hijos. Fallecido el padre de Armand, regresa a Tánger para poner a la venta la casa. Y es este el momento en el que coincide con Flora Gascón en el mismo hotel.

Una tía abuela de Armand será la que informe a Flora y al lector de los años durante los cuales Marina regentó el hotel Dar Kasbah, el de más glamur de Tánger.

El 9 de marzo de 1949, llegó a Tánger Paul Dingle, un exmilitar francés que en esos momentos se dedicaba al contrabando de tabaco. Había estudiado literatura en la Sorbona y piano. Así que Marina, enamorada a primera vista de Paul, le contrata para trabajar en el hotel como pianista en las veladas. Los amoríos entre propietaria y exmilitar contribuyen a realzar el glamur del hotel.

Cristina López Barrio describe el ambiente de la ciudad internacional en la que se había convertido Tánger, refugio de espías, contrabandistas y cosmopolita. A finales del XVIII, Mohamed III le dio el rango de capital diplomática.

Después de la Primera Guerra Mundial, las potencias europeas se repartieron el norte de África y dejaron Tánger como ciudad internacional. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, numerosos artistas la eligieron como lugar de residencia para escribir o realizar obras de arte. Este ambiente cosmopolita y libertario es lo que está en el trasfondo de la novela.

La cooperación entre Armand Cohen y Flora permite que se geste una cierta intimidad entre ellos, que se cuenten sus vidas anodinas y que se animen a tomar decisiones que conlleven cambios en sus vidas.

Flora llega a descubrir que la autora de Niebla en Tánger es en realidad Laila, una niña bereber que Marina había adoptado y que creció con ella. Laila se enamoró secretamente de Paul Dingle y comenzó a sentir celos de Marina, nombre novelado de Irina Ivannova. Igualmente, Flora descubre que fue Laila, en la novela y Bella Nur en la “realidad” quien asesinó a Paul Dingle cuando se enteró que su madre adoptiva, Marina, esperaba un hijo de Paul.

¿Y quién era entonces el Paul con el que Flora, en 2017, había cometido adulterio? ¿Era real?

Sí era el nieto de Paul Dingle que regresa a Tánger y quiere visitar a su tía, Bella Nur, a la que hace mucho que no ve. Allí la policía le informa de que una mujer, Flora Gascón, le busca después de que hubiese pasado una noche en Madrid con ella y su móvil no volviese a funcionar.

Flora descubre que fue Bella Nur la asesina de su abuelo, hace que confiese la autoría del asesinado y las circunstancias en presencia del sobrino-nieto Paul Dingle. Descubre dónde se encuentran los restos. Y cuando Paul le pide otra cita, Flora comprende que la amistad con Armand es más importante para ella.

El descubrimiento de los hechos “reales” que dan lugar a la novela firmada por Bella Nur se corresponde con la máxima de Oscar Wilde, en La decadencia de la mentira, citada en las páginas 165, 222 y 228 de Niebla en Tánger. Cristina dice identificarse con esta concepción del arte de Wilde: “La vida imita al arte y no el arte a la vida” pág. 281

Según esta cita todos deberíamos imitar a los personajes y actuar en consecuencia. Y la autora cita “Por ejemplo, Gothe creó el personaje Werther en una novela, que muchos hombres después imitaron suicidándose como él por un amor no correspondido” pág. 281.

De ahí precisamente la responsabilidad del escritor, que presenta al lector modelos de vida imitables. Y que, si “el” o “la autora” aciertan en la creación, su personaje puede llegar a ser imitado no solo en su forma de vestir, de peinarse, de comportarse, etc. No solo en lo superficial, sino también en lo determinante.

Imagen de Azafrán

Dos tramas entretejidas: la historia de una mujer, Marina Ivannova, de padre ruso y madre judía sefardí y la historia de Flora Gascón, una pelirroja madrileña.

La primera historia gira en torno al 24 de diciembre de 1951, aunque empieza con la llegada del padre de Marina a Tánger en 1905, y la segunda, que es la engloba a la primera, se desarrolla entre Madrid y Tánger, durante la semana anterior al 24 de diciembre del año actual (finalista del premio Planeta de 2017).

No sabría decir cuál de las dos historias narradas en la novela es la principal, ni cuál marca más al lector, que en definitiva es lo que cuenta.

La protagonista es Flora Gascón, casada con un funcionario interesado solamente en la programación de la televisión, frustrado en su trabajo y desencantado de la vida. Junto a él Flora, la pelirroja madrileña, ve pasar los meses y los años sin conseguir quedarse embarazada por falta de entusiasmo de su marido que siempre regresa cansado de su función pública. Flora es traductora de catálogos de electrodomésticos pese a su juvenil ilusión de serlo de obras literarias.

Tras una celebración de antiguas compañeras de estudios, conoce a un hombre en un club y termina en un hotel cometiendo adulterio. Cuando se despierta, a las cinco de la madrugada recoge sus cosas, ve una novela sobre la mesilla de titulada Niebla en Tánger, y se lleva un colgante que “encuentra” en la cartera de su acompañante.

Al día siguiente recibe unos mensajes de Paul, el desconocido con el que se acostó la víspera, invitándola a pasar otra noche con él. Así que acude a la cita, pero Paul no se presenta, no avisa y su número aparece desconectado.

Este es el detonante de la acción para una mujer que lleva inactiva muchos años. Flora viaje a Tánger para conocer a la autora de Niebla en Tánger, Bella Nur, una mujer de origen bereber, ya anciana, con la esperanza de que ella le dé alguna información sobre uno de los personajes que aparecen en la novela y que también se llama Paul, Paul Dingle.

Así que Flora es el artificio que utiliza Cristin López Barrio para que el lector conozca la novela Niebla en Tánger: la historia de Marina Ivannova desde el momento en que su padre, un ruso ortodoxo, llega a la ciudad internacional de Tánger, para hacer negocios y conoce a la madre de Marina, hija de una rica familia de judíos, para quienes el matrimonio con un ortodoxo era algo difícil de asimilar. Ceden lo padres y nace Marina. Durante los primeros años, Marina conocerá igualmente las tres religiones monoteístas, la alegría de su niñera musulmana que la acuna al ritmo de las suras del islam, las tradiciones del pueblo judío a través de su familia materna y las tradiciones cristianas a través de su padre. Todo ellos a nivel muy superficial, claro.

Marina pierde a su madre en su infancia. Su padre decide el traslado a Rusia donde permanecerán hasta la revolución rusa, cuando, para evitar los peligros de las revueltas, decide de nuevo volver a Tánger. Muere su padre y son los abuelos judíos los que se encargan de la niña. La imaginación y carácter de Marina se rebelan contra el matrimonio concertado con un joven judío de otra familia bien situada de la ciudad. Ella elige a un judío que viene de los EEUU en busca de esposa. Un joven de negocios que vive en Los Ángeles y que se aproxima a las ensoñaciones de Marina que quiere convertirse en una actriz de Hollywood.

Así que, a partir de ese momento, será Marina Levingstone, actriz de cine mudo. Cuando llega el cine sonoro, su carrera se frustra. Su vida matrimonial también. Regresa a Tánger divorciada y sin hijos. Tras le fallecimiento de sus abuelos abre un hotel en la casa familiar. El hotel de más glamur de Tánger, Dar Kasbah.

De todo esto se va enterando Flora por la novela, por sus conversaciones con la autora, Bella Nur y a través de los familiares y conocidos de Armand Cohen.

Los Cohen también poseen una casa en Tánger. Armand emigró en su juventud a Marsella donde reside en la actualidad con su mujer, con la que tampoco parece muy feliz, y sus tres hijos. Fallecido el padre de Armand, regresa a Tánger para poner a la venta la casa. Y es este el momento en el que coincide con Flora Gascón en el mismo hotel.

Una tía abuela de Armand será la que informe a Flora y al lector de los años durante los cuales Marina regentó el hotel Dar Kasbah, el de más glamur de Tánger.

El 9 de marzo de 1949, llegó a Tánger Paul Dingle, un exmilitar francés que en esos momentos se dedicaba al contrabando de tabaco. Había estudiado literatura en la Sorbona y piano. Así que Marina, enamorada a primera vista de Paul, le contrata para trabajar en el hotel como pianista en las veladas. Los amoríos entre propietaria y exmilitar contribuyen a realzar el glamur del hotel.

Cristina López Barrio describe el ambiente de la ciudad internacional en la que se había convertido Tánger, refugio de espías, contrabandistas y cosmopolita. A finales del XVIII, Mohamed III le dio el rango de capital diplomática.

Después de la Primera Guerra Mundial, las potencias europeas se repartieron el norte de África y dejaron Tánger como ciudad internacional. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, numerosos artistas la eligieron como lugar de residencia para escribir o realizar obras de arte. Este ambiente cosmopolita y libertario es lo que está en el trasfondo de la novela.

La cooperación entre Armand Cohen y Flora permite que se geste una cierta intimidad entre ellos, que se cuenten sus vidas anodinas y que se animen a tomar decisiones que conlleven cambios en sus vidas.

Flora llega a descubrir que la autora de Niebla en Tánger es en realidad Laila, una niña bereber que Marina había adoptado y que creció con ella. Laila se enamoró secretamente de Paul Dingle y comenzó a sentir celos de Marina, nombre novelado de Irina Ivannova. Igualmente, Flora descubre que fue Laila, en la novela y Bella Nur en la “realidad” quien asesinó a Paul Dingle cuando se enteró que su madre adoptiva, Marina, esperaba un hijo de Paul.

¿Y quién era entonces el Paul con el que Flora, en 2017, había cometido adulterio? ¿Era real?

Sí era el nieto de Paul Dingle que regresa a Tánger y quiere visitar a su tía, Bella Nur, a la que hace mucho que no ve. Allí la policía le informa de que una mujer, Flora Gascón, le busca después de que hubiese pasado una noche en Madrid con ella y su móvil no volviese a funcionar.

Flora descubre que fue Bella Nur la asesina de su abuelo, hace que confiese la autoría del asesinado y las circunstancias en presencia del sobrino-nieto Paul Dingle. Descubre dónde se encuentran los restos. Y cuando Paul le pide otra cita, Flora comprende que la amistad con Armand es más importante para ella.

El descubrimiento de los hechos “reales” que dan lugar a la novela firmada por Bella Nur se corresponde con la máxima de Oscar Wilde, en La decadencia de la mentira, citada en las páginas 165, 222 y 228 de Niebla en Tánger. Cristina dice identificarse con esta concepción del arte de Wilde: “La vida imita al arte y no el arte a la vida” pág. 281

Según esta cita todos deberíamos imitar a los personajes y actuar en consecuencia. Y la autora cita “Por ejemplo, Gothe creó el personaje Werther en una novela, que muchos hombres después imitaron suicidándose como él por un amor no correspondido” pág. 281.

De ahí precisamente la responsabilidad del escritor, que presenta al lector modelos de vida imitables. Y que, si “el” o “la autora” aciertan en la creación, su personaje puede llegar a ser imitado no solo en su forma de vestir, de peinarse, de comportarse, etc. No solo en lo superficial, sino también en lo determinante.