14 de julio

La Historia suele contar la toma de la Bastilla desde el punto de vista de grandes personajes que, en realidad, nunca estuvieron allí: en esta obra, se cuenta la historia de sus verdaderos protagonistas, gentes anónimas impulsadas por el hambre, el malestar, la carestía de lo indispensable. Pero antes de seguir los pasos de estos desconocidos revolucionarios, Vuillard retrocede unos meses para relatar la rebelión de los trabajadores de las manufacturas Réveillon. que vieron recortados sus salarios, y cuya cruenta represión causó más muertos que los del 14 de julio. También se detiene en narrar cómo se vivía en esos momentos en la gran corte de Versalles, así como el trasfondo económico y social que provocó el levantamiento. Pero sobre todo sigue, hora a hora, de manera vibrante y apasionada, cómo individuos sin derechos convulsionaron un régimen arcaico para dar un nuevo sentido a la historia. Y relatar la historia, advierte el autor, "es una manera de mirar el presente".

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2019 Tusquets Editores
192
978-84-9066-642

Traducción de Javier Albiñana

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Relato histórico sobre el inicio de la Revolución Francesa: la noche del 13 al 14 de julio de 1789 fue larga, una de las más largas de todos los tiempos. Francia estaba empeñada hasta el cuello; los gastos ingentes en Versalles, el despilfarro inútil en cargos baldíos e inoperantes, en modas superfluas, en fiestas excesivas (entre otras razones) habían conseguido que “la deuda pública no dejara de aumentar y el pueblo pasara hambre… Francia se hallaba casi en bancarrota” (p. 43).

El autor Éric Vuillard, Premio Goncourt 2017 por su novela “El orden del día” (sobre el ascenso de Hitler al poder), se remonta en esta ocasión, en primer lugar, a  las revueltas que se sucedieron en París en el mes de abril: la turbamulta arrasó algunas mansiones, “los hombres se sonaban en las colgaduras, los niños meaban acuclillados bajo las mesas… pateando entre un lujo inconcebible que se destruía” (p.17). Estos enfrentamientos, junto al exceso desmedido de la monarquía y de la aristocracia especialmente en Versalles, ponen al lector en contexto para comprender mejor los hechos: “En aquel verano caluroso, el hambre se había extendido por toda Francia, hasta que cundió la desesperación, y después la ira (p. 58). En definitiva, se presenta una situación insostenible que desemboca en la toma de la Bastilla, donde se guardaba el arsenal militar. Más de doscientas mil personas (el equivalente a la mitad de la población de París) con picos, sables, horcas, navajas, sitian la fortaleza hasta conseguir su rendición.

Con un estilo brillante y una gran riqueza de vocabulario, en la narración destacan las descripciones minuciosas y las enumeraciones de pequeños detalles que forman imágenes, cuadros vivos de los hechos narrados. Con una amplísima documentación sobre los hechos, el autor da visibilidad y nombre a cientos de personas que participaron en la toma de la Bastilla y, luego, quedaron en el olvido. Como afirma la crítica, se trata del “relato vibrante del día en que una multitud anónima (hasta ahora) cambió el curso de la Historia”.