Seis problemas para don Isidro Parodi

Amantes del género policial, Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares dieron cauce de expresión a las inquietudes y solaces fruto de su común afición en los singulares relatos que toman como eje a un «detective» o investigador no menos singular: Isidro Parodi, «el penado de la celda 273» de la Penitenciaría Nacional, que resuelve los casos que le plantean sin moverse de ella. Publicado en 1942 bajo el pseudónimo común de H. Bustos Domecq, "Seis problemas para don Isidoro Parodi" está integrado por seis piezas que, pese a ser completamente independientes, van desplegando en un segundo plano ante el lector todo un elenco de personajes que, sometidos a un baño de humor corrosivo que les imprime rasgos y aires propios de «grand guignol», sirven de articuladores de unas tramas que hunden su raíz en la mejor tradición del cuento de misterio.

Novela de misterio en la que don Isidro Parodi, recluso en la Penitenciaría Nacional de Buenos Aires, habrá de resolver seis crímenes que le plantean sus visitantes.

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1942 Alianza
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De la imaginación desbordante de Jorge Luís Borges y Adolfo Bioy Casares surge este Don Isidro Parodi. Parodia de la literatura de misterio, la singularidad de don Isidro Parodi es que resuelve los problemas desde la celda 273 de la Penitenciaría Nacional, en Buenos Aires, donde cumple condena. Un investigador preso que sólo podrá aclarar los hechos en base a lo que le cuentan sus visitantes. Un periodista deportivo, un cónsul chino, personajes de la alta sociedad bonaerense o cierto residente en un mísero hotel para transeúntes acuden a Parodi para que haga luz sobre crímenes en los que se han visto envueltos.

Más importantes que los misterios son los personajes y su forma de expresarse. Buenos Aires es una ciudad cosmopolita y de aluvión que se lamenta de parecer italiana. Los autores nos presentan a los drusos, sirolibaneses acomodados que practican ritos extraños, a un ruso intrigante que reside en un hotel de ínfima categoría, a la condesa francesa de origen desconocido, a un recién llegado de la Pampa o al chino que escapa de una venganza en su país.

Borges y Bioy Casares se divierten recogiendo la verbosidad argentina, los modismos porteños, el habla abundante y afectada de los personajes. Más que el misterio los autores persiguen el humor y la parodia. Los relatos fueron publicados con el heterónimo de H. Bustos Domecq. Los autores no se olvidan de su heterónimo e introducen la obra con una nota laudatoria del doctor Honorio Bustos. También hay un prólogo o palabra liminar de don Gervasio Montenegro, de la Academia Argentina de las Letras, personaje tan ficticio y humorístico como el propio Bustos.