Metafísica de lo concreto

El contenido y tono de este libro, del que existen dos ediciones en italiano (2000 y 2001) y una en brasileño (2002), quedan bien expresados en el título y el subtítulo. Hablar de metafísica de lo concreto parecería una aberración no sólo para la persona de a pie, acostumbrada a pensar que los filósofos se mueven siempre en las nubes, sino también para los profesionales de la metafísica, que la consideran a menudo como el más abstracto de los saberes. Sin embargo, Melendo muestra que la mejor metafísica de todos los tiempos está fuertemente enraizada en la vida cotidiana y trata de las cuestiones que nos interesan justo en esa existencia diaria. La filosofía surge de la vida y a ella retorna; el filósofo —¡el metafísico!— habla de lo que vive y vive de lo que habla.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1997 Eiunsa
212

Subtítulo: "Sobre las relaciones entre la filosofía y la vida".

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Aguascalientes, Ags., 6 de noviembre del 2003

Estimado Profesor Melendo:

No puedo perder la oportunidad de agradecerle y comunicarle lo que ha sido su obra intelectual en mi vida personal y profesional. Tuve la alegría de conocerlo hace dos años en Metafísica de lo concreto.
Tenía ya cinco años de dar clases a estudiantes "no-filósofos". Pensaba que quizá en la historia encontraría los contenidos para entender mejor la vida humana siguiendo la trayectoria de la filosofía. Estudié Historia del Pensamiento. En eso consistieron mis cursos desde que terminé de estudiar filosofía en la Panamericana. Intentaba dar lo mejor de mí, pero no terminaba de satisfacerme ese camino.
Me pidieron entonces dar el curso de Metafísica en Bonaterra. Así que fui a pedirle consejo al Dr. Eduardo Sánchez: me recomendó leer su libro. Ese verano –hace dos años- lo estudié.
El libro vino a revolucionar mi mente. Aunque ya había escrito dos tesis (la de la carrera y la de la maestría) sobre la metafísica de la ética, aún no tenía el complejo de superioridad por ocuparme de filosofar sobre "cosas filosóficamente irrelevantes". Ahora es un orgullo inspeccionar los fenómenos humanos y sociales con "ojos metafísicos".
El libro fue una fuente poderosa de inspiración. Un encuentro personal. Las ideas trazadas en él empezaron a germinar en mí y a lograr conexiones con lo que había leído hasta entonces...
* El depauperamiento cognoscitivo causado por la televisión me dio la clave para entender las conclusiones de Giovanni Sartori en La sociedad teledirigida.
* Las ideas de Julian Simon en El último recurso confirmaban el poderoso acto de ser propio de la persona humana, capaz de llevar al acto a las potencias escondidas en la nnaturaleza material. Si la persona es la fuente originaria de toda riqueza material la anticoncepción no es solución. Entendí la vinculación entre el tema de la sustancia y los accidentes con el de la riqueza: la distinción entre el combate a la pobreza y la aniquilación de los pobres.
* En la carta a Mark Twain, escrita por Albino Luciani en Ilustrísimos señores titulada "Tres Juanes en un solo Juan" ví las consecuencias psicológicas de la unidad como trascendental, desde la cual se puede "saltar" a la verificación en la vida humana de los grados de verdad, de bien, y en definitiva de ser.
* Encontré en el artículo de la Suma Teológica sobre la correcta disposición del cuerpo humano un tesoro de consideraciones para comprender la vinculación entre la materia y la forma, la causa final y la eficiente. Una alumna me preguntó esa clase: "¿cómo podré saber mi propia finalidad?". Como comprenderá nos dio mucho qué pensar...
En fin, encontré enormes "territorios despoblados" donde las claves metafísicas proyectan y demuestran su intenso poder iluminador: la globalización, la migración, las relaciones humanas en la empresa, la capacitación para el trabajo, los ataques a la familia impugnados por los homosexuales. Son temas generalmente publicados en Istmo.
¡Los alumnos se empezaron a cautivar! La asignatura tradicionalmente más árida "Metafísica y axiología" se convirtió ese año en la más reveladora. Los exámenes se hicieron emocionantes: analizamos artículos informativos y de fondo publicados por agencias de noticias, testimonios de grandes empresarios, conferencias videograbadas en torno al modo de vivir el amor, o las políticas antinatalistas del mundo...
Además, encontré en Camino puntos sumamente interesantes para una "relectura metafísica". Uno de los más significativos fue el 211: "Entierra con la penitencia..." Los alumnos de Ingeniería ilustraron gráficamente en un examen la potencialidad guardada en las ramillas secas y la analogía que guardaban éstas con los fracasos de la vida humana. Al terminar el examen, una alumna de Pedagogía me lo pidió para copiarlo.
¡Todo esto es un pozo de conocimiento enormemente fecundo para la vida! Otra alumna se dio cuenta de la falacia contenida en la decisión de "abandonar al marido" como la mejor manera de resolver los conflictos.
"Todo tiene de bien cuanto tiene de ser..." fue la idea céntrica de mi tesis sobre el artículo primero de la cuestión 18 de la I-II de la Suma Teológica. Y Metafísica de lo concreto fue el detonador de los frutos de esa idea.
Después del curso probado varias veces con alumnos jóvenes, se los impartí al grupo de profesores de tiempo completo de la universidad: ¡un desafío al poder interdisciplinario de la metafísica! O mejor dicho: un desafío a una joven profesora que jamás se había parado frente a sus iguales... Al parecer les gustó la idea de fondo: repensar metafísicamente nuestra vida. Los trabajos finales manifestaron la eficacia.
En ese entonces Lorena Plasencia me hizo descubrir a Tom Morris y su Si Aristóteles dirigiera General Motors. Es uno de esos libros despreciados por los "filósofos serios". Y aunque efectivamente no encontré muchas profundidades filosóficas encontré algo mejor, justo lo que esperaba hallar: los frutos jugosos de un administrador filósofo. Me dio nuevos ímpetus: ¡una evidencia de la fecundidad del proyecto!
He intentado hacerlo una realidad universitaria: tengo ahora un grupo de treinta estudiantes (empresarios, políticos y académicos) que se inician en la filosofía en la llamada "Maestría en Humanismo". El próximo diciembre se gradúan. ¿Cómo no iba a participar yo –después de la fundamentación y puesta en marcha de este proyecto- en el congreso titulado "Humanismo cristiano para el tercer milenio: perspectiva de Santo Tomás" con lo que ha sido mi vida y mi trabajo los tres años que he vivido en Aguascalientes?
Allá en Roma, hace un mes, tuve la suerte de hablar con don Luis Clavell. Leyó el abstract de mi comunicación titulada "La metafísica como recurso interdisciplinario en la comunidad universitaria". A diferencia de otras comunicaciones, ésta no fue fruto de un arduo trabajo de investigación en los libros... fue la expresión de mi experiencia que ya le he relatado. Fui con Lucrecia, una gran amiga y estudiante de la maestría. Cuando don Luis la conoció, no pudo más que exclamar: ¡aquí está el futuro de la filosofía!
Discúlpeme si lo he abrumado con tanta historia... pero me animé a escribírsela al escucharlo ahora. El amor, la entrega, el encuentro personal... no sé, quizá a usted le dé alegría conocer algo de los frutos de su esfuerzo. Por lo pronto yo me sentía con la responsabilidad de hacérselo saber. Quisiera seguir estudiando para servir más y mejor.
Sinceramente: ¡muchas gracias!
Mª Teresa Enriquez

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Para los filósofos que nos educamos en la Universidad bajo el magisterio de Tomás Melendo, este es hasta ahora su libro más profundo y donde deja claro su visión original de la realidad. Para él la metafísica no es la ciencia más abstracta y por lo tanto más vacía de contenido (según la vulgar fórmula: quién mucho abarca, mucho aprieta). No, para Tomás la metafísica es la ciencia del ente concreto en cuanto ente. Por ello la metafísica tiene el privilegio de entender con suma hondura cuestiones vitales tan poco "metafísica" como el amor conyugal, la fecundación in vitro o la educación. La metafísica así entendida no se aleja de la realidad sino que constituye una poderosa ayuda para los especialistas faltos en ocasiones de perspectivas más abiertas y dialogantes con otros métodos de investigación.
AVISO a los lectores, aunque Tomás trata de ser claro y diáfano, no deja de ser un libro de metafísica: su lectura es más difícil que otros libros suyos más conocidos. De todos modos, no es necesario muchos conocimientos de filosofía para comprenderlo

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Me limitaré a transcribir algunas opiniones de quienes, con más autoridad que yo, han comentado este libro. Francesco Pistoia, por ejemplo, afirma: «Todo el discurso, sostenido a menudo con fuerte pasión, gira en torno al hombre: Melendo piensa en una metafísica para el hombre completo y concreto […]. Los clásicos de la filosofía de todos los tiempos, incluido el nuestro, se dan cita en el tratado: invocados como maestros o para reforzar una orientación. Melendo los estudia, los profundiza y los torna actuales. Y uno se siente co-protagonista de un diálogo vivaz y estimulante».

Lluís Clavell, por su parte, comenta: «El libro de Tomás Melendo es una óptima introducción a la metafísica, y precisamente por esto "no se propone hablar de metafísica, sino de la realidad" (p. 15). Uno de los principales méritos del escrito es el de enriquecer la metafísica en diálogo con la antropología, sanando así una disyunción que recorre amplios sectores del pensamiento en Occidente y poniendo las bases imprescindibles para dotar de todo su valor a las adquisiciones contemporáneas del personalismo. Desde la perspectiva que adopta, la metafísica no es abstracta, sino universal, radical y concreta. […]. Por eso, junto a la metafísica universal del ser existe una metafísica del hombre, del sentimiento, del amor, del trabajo, de la sexualidad, de la fiesta, del don, del arte, etc. (cfr

Y Antonio Livi: «El título del libro que reseñamos incluye una referencia implícita a la verdadera naturaleza de la metafísica, tantas veces desconocida. En efecto, mientras gran parte del pensamiento moderno ha querido ver en la filosofía primera un alejamiento de la concreción de la existencia y del «mundo de la vida», justo ella ha sido en el pasado, es todavía y será siempre la «ciencia de lo concreto» […]. Tomás Melendo se empeña —con éste y otros libros— en el arduo intento de practicar y divulgar la metafísica sin caer en el abstraccionismo, sino, al contrario, denunciándolo de continuo. Empeño que sin duda puede considerarse coronado por el éxito […]. Las dotes del autor de esta introducción a la metafísica resultarán evidentes para quienes la lean. A mí me gustaría subrayar su característico estilo expositivo, con ese frecuente recurso a los poetas para manifestar las ás, porque la contemplación artística apunta a la belleza, que es la manifestación más unitaria y explícita del ser de las cosas, el signo más cierto de su verdad. En esta Metafísica de lo concreto era, pues, conveniente llevar a término —como hace el autor— un homenaje indirecto a la experiencia y a la expresión de lo bello, antídoto eficaz contra el abstraccionismo y el racionalismo, y capaz por eso de restablecer en el hombre pensante el "sentido del misterio" y la capacidad de maravillarse».

Por mi parte agrego que en este escrito he encontrado la exposición más asequible que conozco sobre la realidad, sin duda de no fácil comprensión, del acto de ser.