Días de ruido y furia

El 23 de abril de 2004 Alfredo Urdaci se despidió de la audiencia de TVE después de seis años al frente del Telediario segunda edición, el informativo más visto de la televisión en España. Unos días más tarde abandonaba su puesto como director de Informativos de la televisión pública tras cuatro años de ejercicio, durante los que TVE mantuvo el liderazgo permanente en esta área.
Días de ruido y furia es el relato de esos seis años, de los grandes acontecimientos que le tocó vivir, desde los atentados etarras hasta la huelga del 20-J, el Prestige o el impacto del 11-M; también es testimonio de las batallas políticas por el control de la televisión y de la vida interna de la redacción, así como un retrato de las personas que intervinieron en unas y otra.
Para su autor este libro representa algo más: el ejercicio del derecho de réplica de un periodista al que Rodríguez Zapatero citaba en todos sus mítines de la campaña para las generales de 2004.
Libro de memorias, pues, pero también rendición de cuentas de una carrera controvertida, cuya neutralidad él reivindica, trufada de sinsabores pero también de momentos felices, como cuando supo que su subordinada Letizia Ortiz iba a convertirse en princesa de Asturias. La obra, en fin, de un periodista consciente de que la verdad no está completa si no se tienen todas las versiones, y que muchas veces éstas no son posibles sin destapar aquello que sigue oculto.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2005 Plaza & Janés
352
Valoración CDL
3
Valoración Socios
3.666668
Average: 3.7 (3 votes)
Interpretación
  • No Recomendable
  • 1
  • En blanco
  • 2
  • Recomendable
  • 3
  • Muy Recomendable
  • 4

3 valoraciones

4
4
Género: 

Comentarios

Imagen de mgarregui

Un libro de experiencias profesionales truncadas por la demagogia, la mentira, y los intereses políticos y económicos. Polémico.
Una lucha por defender la libertad, la responsabilidad personal, el buen hacer y la profesionalidad. Idealista.
Un libro escrito con hechos, no con ideologías, con hechos contrastables, con nombres y apellidos, con fecha y hora. Profesional.
Y además, un libro bien escrito que permite disfrutar de una buena pluma.

Imagen de enc

Vista la gran cantidad de críticas que han recibido el pamplonés Alfredo Urdaci y su libro, llegué a la conclusión de que tenía que ser un buen libro y lo compré. En la obra podemos distinguir tres partes: Una, autobiográfica, en la que explica sus vivencias como Director de Informativos de la Televisión pública; otra, que divide el libro y que se refiere a la periodista Leticia Ortiz, y la última en la que Urdaci hace un repaso profesional a lo que tiene que ser el área de informativos de la televisión. Desde mi punto de vista el capítulo dedicado a Leticia Ortiz, por sí mismo, ya justifica el libro. La tercera parte, referida a la información, pienso que tiene un valor didáctico permanente. El autor estudia cuestiones de tipo ético como por ejemplo la grabación con cámara oculta, y Urdaci se pronuncia en contra. La parte autobiográfica es especialmente dura y el autor la sintetiza con una frase (cito de memoria): "Cuando los políticos ven peligrar el poder son capaces de cualquier cosa". El autor ha sido criticado por dar nombres propios; no sería periodista si no lo hiciera. En esta parte el autor se reivindica a sí mismo y a sus colaboradores, y critica sin pudor la incompetencia y falta de profesionalidad que lleva consigo la adscripción política e ideológica de periodistas y empresas. Pone en solfa el famoso talante de Zapatero y sus colaboradores en base a experiencias personales. En fin, deja en evidencia cómo para los socialistas y los sindicatos que actúan dentro de la Televisión pública ésta ha sido, en un momento determinado, un frente a atacar para alcanzar el poder. Al autor le duele especialmente la pérdida de liderazgo de la Televisión pública en la información. Para concluir, considero que la tercera parte del libro es la que tiene un valor permanente, sobre todo para estudiantes de periodismo y para que aquellos televidentes que quieran calibrar la calidad de la información. Por el contrario la primera, autobiográfica, es algo que conviene conocer y a continuación olvidar. No conviene guardar rencor cuando se ha actuado de un modo coherente, profesional y cristiano. Ciertas consecuencias son inevitables y más vale olvidarlas.