"Jesús de Nazaret" ( y III). El Bautismo


 


El libro de Benedicto XVI narra la vida de Jesús
desde el Bautismo. Recuerda que San Mateo comienza el relato de la vida
pública con la genealogía de Jesús. Una relación de
sus antepasados hasta Adán que, para la mentalidad de nuestros
días, podría parecer extraña pero que tiene un doble
sentido. Por un lado Mateo quiere situar a Cristo en la historia, lo que nos
está contando es un hecho histórico que se sitúa en unos
parámetros muy concretos: la situación del Pueblo de Israel en su
confrontación con el Emperador romano que es dueño y señor
del orbe conocido. Cuando Jesús nace en Palestina como descendiente de
Adán, Abraham y David, la situación política y religiosa
de su pueblo es muy difícil. También el evangelista hace
referencia directa a esa situación enumerando, en el momento del
nacimiento, quienes gobernaban en el imperio y en ese pequeño territorio
que habitaban los judíos. Jesús empieza su vida pública
como una contraposición casi total a lo que representaba Roma.


 


Un segundo sentido de la
genealogía, que se remonta a nuestros Primeros Padres, es señalar que Jesús viene a redimir a todos los
descendientes de Adán, a toda la Humanidad. Este
planteamiento salvador está impregnando el relato del Bautismo en el
Jordán. Juan Bautista ha surgido entre aquellos hombres sin esperanza,
como un nuevo profeta, después de que pasaran siglos sin atisbos de
profecía.


 


¿Y qué propone
Juan? Una conversión. La inmersión en las aguas del Jordán
significaban la muerte, muerte a una vida pasada de
pecado para revivir a una vida nueva. Y ante la novedad del mensaje y la
situación de falta de libertad que les oprimía, muchas gentes de
toda Judea y Galilea acuden, contritos, dispuestos a
recomenzar. Y aquí es lógico preguntarse ¿qué sentido
tiene que Jesús se presente ante Juan? Él mismo no lo sabe porque
reconoce al Mesías y se sorprende de que venga a bautizarse; pero
Jesús le dice que eso es lo que conviene: "Deja que obremos en
justicia".


 


Jesús se presenta como
pecador, asumiendo libremente los pecados de toda la Humanidad. Nos hace
ver el Papa que en este gesto está adelantando, previendo, su muerte en
la cruz. Pero también está presente la Resurrección,
en la voz del Padre que llega desde el cielo: "Este es mi Hijo amado en
quien me complazco". Muerte y Resurrección salvadora presente en
la vida de Jesús desde el primer momento de su vida pública,
desde el momento en que se presenta ante los hombres.


 


"Sólo así
podemos entender el bautismo cristiano" dice Benedicto XVI, que debe ser
para cada hombre una muerte al pecado y un revivir en la vida de la Gracia.


 


 


Ángel Cabrero Ugarte


Centro Universitario Villanueva


 


 


 


Para leer más:


 


Benedicto XVI, Jesús de
Nazaret
, La esfera de los libros, 2007