Hace unos años estaba impartiendo clases de licenciatura y doctorado en las materias de historia de la Iglesia y de la teología en la Edad moderna, en la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, cuando la Congregación para la Educación Católica y la de Universidades emanaban unas decretos por los que las Facultades de Teología, además de los ciclos de Licenciatura y Doctorado, debían comenzar a impartir también los cursos correspondientes al primer Ciclo de los estudios institucionales o también llamado el Bachillerato en ciencias eclesiásticas, es decir los estudios requeridos para una posible ordenación sacerdotal.

Poco tiempo después, se produjo el segundo paso, también muy lógico, por el que los obispos del mundo entero que empezaron a enviar sus alumnos para realizar esos estudios institucionales a Pamplona, pidieran contar con un seminario internacional en Pamplona donde los jóvenes seminaristas pudieran formarse espiritualmente y, de ese modo, prepararse para recibir las órdenes sagradas en sus diócesis al culminar esos estudios y luego proseguir en otros centros y residencias su formación académica y espiritual antes de regresar a sus diócesis para ocupar cargos de gobiernos y responsabilidades, participar en la vida académica de otras universidades, colegios y seminarios.

Meditaba sobre estos recuerdos de hace treinta años en una breve pero intensa visita al Colegio Eclesiástico Bidasoa, hace unos días, donde se hace realidad aquel sueño, con más de cien alumnos provenientes de diócesis de los cinco continentes, que forman verdaderamente una familia muy unida con sus formadores, en un seminario internacional.

Asimismo, daba gracias a Dios y a industrial ya fallecido, José María Chueca, cuyo busto se encuentra en el hall de entrada del Bidasoa pues con su generosa aportación económica y su fe vivida con sencillez, supo aportar los medios necesarios para que aquellas obras se llevaron a cabo.

Desde luego la belleza de los Oratorios, modernos y acogedores, de las bibliotecas, comedor, salón de actos y habitaciones; en definitiva, una moderna edificación que ennoblece al campus de la Universidad de Navarra y le da verdadera importancia, pues formar sacerdotes y obispos para el mundo entero, es una tarea muy importante.

En la conversación con un grupo de jóvenes que se estaban planteando su vocación sacerdotal, acompañados por seminaristas, diáconos y sacerdotes que provenientes del mundo entero pasaban allí unos días de convivencia para mejorar su formación espiritual y doctrinal, les recordaba el libro que había escrito años atrás con don Francisco Martín Hernández catedrático de Historia de la Iglesia de la Pontificia Universidad de Salamanca, sobre la historia y vida de la formación sacerdotal. Es conmovedor comprobar la realidad de que Dios es fiel a sus promesas: “Pastores dabo vobis” (Jer 3,15): “Os daré pastores para vuestras almas”.

José Carlos Martín de la Hoz

Francisco Martín Hernández-José Carlos Martín de la Hoz, La formación sacerdotal. Historia y vida, ediciones San Pablo, Madrid 2014, 313 pp.