Educar el estómago (I) –o hablemos de ética-



Hablar de ética equivale, para algunos, a hablar de
opiniones, de valoraciones subjetivas referidas al mundo y, sobre todo, al
propio yo. Bien, no dudo que en ello hay parte de razón.....






También
podríamos decir justo lo contrario: "no hablemos de ética;
al fin y al cabo... para mi... para ti...". Y esta breve reflexión
–ideas dichas en voz alta, en "letra alta"- empezó con
una situación de clara perplejidad: leí un libro y miré mi
entorno.



Hablar de ética equivale, para algunos, a
hablar de opiniones, de valoraciones subjetivas referidas al mundo y, sobre
todo, al propio yo. Bien, no dudo que en ello hay parte de razón: la
ética es especialmente relevante en cuanto atañe a las propias
opiniones y a la valoración que del mundo y de nuestros actos
realizamos. Ciertamente, este simple hecho la convierte en algo singular. La
otra cara de la moneda es la que, tras afirmar que se trata de "cosas que
yo pienso, que para mi son así o asá",
se impide el razonamiento ajeno, se desprecia con la indiferencia intentos
legítimos para salir de la duda. Afirmar: "esto lo pienso yo",
no implica: "por tanto, tú piensa lo que quieras..., no tengo
ninguna necesidad -¿ni interés?- en justificar o razonar aquello
lo que hago y pienso". Y concluyen: "no coartes mi libertad!!"



Hasta aquí la perplejidad.



Ahora el libro: "Acido
sulfúrico"; una recreación del holocausto, el sufrimiento
hecho espectáculo, el individualismo, los resortes nobles de la
naturaleza humana y sus debilidades, contradicciones horrendas... pocas
páginas a las que no puede decirse más con mayor sencillez, con
mejor historia. Y la preocupación: ¿Tienen estómago?
¿no se les revuelve indefectiblemente ante
situaciones inadmisibles, en nada opinables o subjetivas? Si no podemos hablar
de ética, de lo bueno y lo malo; de lo que "nunca, nunca y bajo
ningún concepto"; de
lo que "tal vez"; de lo que "siempre".
¿Qué va a pasar? ¿Qué se hará?
¿Dónde vivo y bajo qué poder? ¿Con qué tipo
de gente? ¿Qué querrán hacer, que llegarán a hacer
para alcanzar no sé qué meta? Porque lo bueno y lo malo es
siempre algo que, vivido por cada quien, es sufrido por cada quien y por todos.



Hubo un hombrecito, bajito, mal encarado,
mandón y populista, elegido "democráticamente", capaz
de enardecer a todo un pueblo –un país que se sentía
"humillado", mala cosa- que buscó un fin: devolver a ese
pueblo la "dignidad" –era su opinión, pero francamente
mal razonada-; y para ello siguió el medio que
"opinó" era más apto –pero era absolutamente
injustificable, era increíblemente perverso, pero le parecía
adecuado para alcanzar el fin-. Sí, ese monstruo era Hitler.



Hubo un pueblo, con el estómago lleno y la
cabeza más bien vacía, que quería seguir llenando su
estómago a toda costa y alimentando su cómoda existencia; que
quería resolver su afán de seguridad en esta mullida vida
–si se quitan los adjetivos "mullida",
"cómoda" puede parecer más "objetivo",
pero sería un eufemismo-. El fin era discutible y estaba francamente mal
argumentado ¿Y los medios? ¿Por qué no? Hombres, semi-hombres para algunos –algo así como seres
de casta inferior- que pueden servirnos para conseguir ese fin –esa
cuestión está francamente mal argumentada-. Sus cuerpos para
reparar nuestros cuerpos –manipulación y exterminio de embriones-,
podemos quitar-aniquilar a los seres humanos que impidan nuestra segura y
asegurada existencia –aborto, eutanasia, control de natalidad en
países pobres-. Podemos hacer campañas que nos convenzan de todas
las cosas que "necesitamos", y que no podemos compartir o destinar
a otros que "necesitan menos". Sí, es la lógica
perversa de nuestra cultura.



En todo caso, si a
alguno de los presentes no le gusta, y considera que esa situación
conduce a un fin injustificable con medios injustificables, y se excusa
diciendo que "él no puede hacer nada"; "que la masa
seguirá su curso", "al fin y al cabo, cada uno opina lo que
opina..." sólo se me vienen a la cabeza esos nazis cobardes,
incapaces de revelarse y gracias a los cuales durante tantos, tantos
años se cometieron atrocidades tan grandes, tan poco opinables, tan
absolutamente malas. Para empezar a pensar sobre lo bueno y lo malo, conviene
fijar la mirada en lo absolutamente malo, aquello ante lo que la naturaleza
humana se rebela hasta la nausea –se ha de rebelar-. El primer atisbo
de sensibilidad, de educación ética, se manifiesta en la
capacidad de horror ante el horror.
Es bueno hacer un test
de "tolerancia/intolerancia al horror"; para ello, recomiendo este
libro: "Ácido sulfúrico", y algunos otros del
holocausto. Es una lección que entra obligatoriamente en el examen de la
vida.



Consuelo Martínez Priego




Para leer más:



Nothomb,
A.
Ácido
sulfúrico


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=5566



R. Spaemann, Ética:
cuestiones fundamentales


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=1244#



V. Frankl, El hombre en busca de sentido.


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=1162



Boyne, J., El niño del pijama de rayas


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=5652



Frank, A., El diario de Ana Frank


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=1031