El buen uso del dinero

 

En el último número de la revista “Procesos de Mercado” (Revista de Economía Política, Vol. XV/1, 2108) de Universidad Rey Juan Carlos, dirigida por el historiador de la economía y catedrático de Economía Política de dicha Universidad, Jesús Huerta de Soto, entre muchos magníficos trabajos, tanto de historia de la economía como de análisis actuales, hay que por el singular enfoque ético merece la pena detenerse a comentarlo, aunque sea brevemente. El autor es un profesor de Economía y finanzas de la Escuela de negocios de la Universidad estatal de Texas en Estados Unidos, Prof. Dr. D. Cristopher P. Guzelian, y el título escogido para su aportación a la revista, traducido del inglés sería, algo así: “Plata: un tratado moral sobre el buen uso del dinero” (213-236).

Desde el comienzo el autor introduce la cuestión recordando aquél viejo principio tantas veces denostado del “dinero como el estiércol del diablo”, para afirmar que existen maneras de utilizar el dinero e incluso sistemas monetarios que son potencialmente moralmente buenos. En realidad, esto no nos llama la atención en España y en nuestra civilización occidental y, en concreto en Europa, pes esto está ya muy claramente reafirmado desde la Escuela de Salamanca y los teólogos juristas del XVI con Vitoria, Soto, Covarrubias, Mercado, Villalón, Saravia de la Calle y Cano a la cabeza, cuando propiciaron una moral económica apoyada sobre la dignidad de la persona humana y donde buscaron que los cristianos permanecieran en los trabajos económicos era dignificarlos y mostrar que se puede ser cristiano y mercader.

Evidentemente, nuestro autor mostrará con textos tomados del Nuevo Testamento como Jesucristo condenó toda avaricia y todo afán desmesurado de lucro, e incluso no dudó en expulsar a los mercaderes del templo, pues habían convertido la casa de Dios en un lugar de lucro avaricioso, incompatible con la santidad del lugar (218).

Asimismo, recordará que la usura seguirá siendo condenada por la Iglesia hasta nuestros días como inhumana, pero se irá imponiendo en la economía el préstamo con interés en determinados casos: “el derecho romano distinguía entre el interés simple y el compuesto, la escolástica del siglo XVI mantendrá la licitud de los intereses bajos en determinadas circunstancias de la economía y Adam Smith favorecerá los préstamos con interés” (219).

En tercer lugar, nuestro autor subrayará lo textos del Nuevo Testamento donde Jesucristo exhorta a sus discípulos a vivir desprendidos de los bienes materiales, a trabajar y rendir los talentos personales y compartir los bienes, para sacar adelante la sociedad, la familia y la propia hacienda personal (220): “Estad atentos y guardaos de toda avaricia, pues, aunque uno abunde en bienes, sus vidas no dependen de aquello que poseen” (Lc 12,15). Por eso nuestro autor terminará recordando que el dinero puede ser moralmente bueno o moralmente malo dependiendo de cómo los hombres individualmente o en sociedad lo usen” (234).

José Carlos Martín de la Hoz