El legado de S. Francisco de Asís



Donald
Spoto, bien conocido en los
ámbitos de la investigación histórica, acaba de publicar
una breve biografía de San Francisco de Asís. El autor muestra
oficio cuando señala: "En la Edad Media
a nadie se le ocurría quejarse de la suerte ni preguntarse porqué
la vida estaba plagada de sufrimientos. El dolor y la muerte prematura no se
cuestionaban; se aceptaban universalmente con profunda resignación. En
este contexto, la fe era imprescindible, la única forma de afrontar la
siniestra realidad cotidiana en la Europa medieval" (p.33).  En ese sentido añadirá
páginas después: "Las circunstancias históricas
enriquecen y a la vez limitan la vida de cualquiera, ya sea ordinaria o
extraordinaria; en consecuencia, es imposible comprender los logros, las luchas
y las dificultades de una persona sin tener en cuenta el contexto de su pasado
inmediato" (p.41).


            Así
pues, los prolegómenos están bien perfilados, pero el autor falla
en la aplicación, pues no termina de captar la gran riqueza espiritual
del comienzo del siglo XIII y la hondura del alma del biografiado.
Efectivamente dirá con acierto: "Una de las grandezas de la
espiritualidad cristiana medieval reside en la convicción de que Dios
continuaba existiendo por ellos, de que no había callado, no
había dejado de desempeñar un papel en la historia" (p.42).
Pero, seguidamente, subrayará insuficientemente la oración del
santo.


            Respecto
a la descripción de la vocación de San Francisco, momento clave
de esta historia, es somera y respetuosa. En 1204 "En otoño
había recuperado parte de su vigor, pero no hallaba remedio para su
apatía. Se había aburrido de sus amigos y de su hedonismo, pero
no veía alternativas" (p.75)


            Después
señala su encuentro personal con Jesucristo y el cambio radical en su
vida: "La historia ofrece muchos relatos de personas que vislumbraron
otro mundo, que fueron abordados por una presencia desconocida (…). Estos
momentos cambiaron el mundo y mostraron a los hombres la intersección
entre la eternidad y el tiempo, entre este mundo y el otro" (p.82). Finalmente
señala con palabras claras y profundas: "De la noche a la
mañana, Francisco pasó a depender de la misericordia divina. Y
aquí hallamos el significado más profundo de la pobreza de espíritu"
(p.106)


            Respecto
a la consolidación de la Orden
Franciscana y su desarrollo posterior, el
autor la sintetiza acertadamente: "Francisco siempre había
insistido en que él y sus frailes debían seguir el ejemplo de
Cristo: para él, por tanto, la regla no significaba nada más que
continuar con la misma vida que había llevado hasta entonces. Los
elementos esenciales de la regla franciscana debían ser, a su juicio, la
pobreza más estricta, la autoridad ejercida en forma de servicio, la
obediencia por el bien de la comunidad, el espíritu fraternal y el
trabajo honrado" (p.180).


            El
resultado de esta investigación, arroja un S. Francisco muy humano, sin
el contrapeso de su riquísima vida de oración. Por eso, junto a
buenos logros, no termina de llegar a ser una semblanza completa.


 


José Carlos Martín de la Hoz


 


 


Para leer
más:


 


Spoto,
D. (2007) Francisco de Asís. El
santo que quiso ser hombre
, Barcelona,
Ediciones B


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=6479


Chesterton,
G.K. (2006) San Francisco de Asís. Santo
Tomás de Aquino
, Madrid, Homo Legens.


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=5509


Leclerc,
E. (2007) Sabiduría de un pobre,
Madrid, Encuentro.


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=6002


Green,
J. (2002) El hermano Francisco,
Madrid, Sal Térrea


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=2912