Iluminar el mundo desde dentro



            Desde la antigüedad los pensadores interpretaron el
devenir de las civilizaciones y su historia, como tendente a
la
decadencia. Tertuliano
y otros autores de los primeros siglos de nuestra era, recogieron ese
concepto pesimista clásico y le dieron la forma de las etapas de la vida: nacimiento,
desarrollo y muerte.


            San Cipriano estimaba que esa decadencia de las culturas
y civilizaciones era normal y que sucedería hasta el final de los tiempos.
También, añadía, le sucederá a la Iglesia, en cuanto compuesta por hombres y,
por tanto, estará necesitada de santos que la renueven constantemente.


            Así pues el concepto cristiano de la historia muestra
como la luz del Evangelio, por una parte sustenta la vida de los hombres estén
en la fase que estén, y, por otra, que Dios provee también en cada etapa de la
historia de un grupo de cristianos santos que devuelvan la esperanza y hagan
surgir nuevas culturas. Benedicto XVI resalta en su libros sobre Jesús de
Nazaret: "El bautismo de Jesús se
entiende así como compendio de toda la historia, en el que se retoma el pasado
y se anticipa el futuro: el ingreso en los pecados de los demás es el descenso
al infierno, no sólo como espectador, como ocurre en Dante, sino co-padeciendo y con un sufrimiento transformador,
convirtiendo los infiernos, abriendo y derribando las puertas del abismo
"
(p.42).


            De hecho en la primera mitad del siglo V, mientras
sucedía la caída del Imperio Romano, San Jerónimo escribió su libro de Viris ilustribus,  pues pensaba que todo había terminado y que
convenía dejar memoria de los hombres ilustres que construyeron el mundo. En
cambio, San Agustín, contemporáneamente, escribió en el De Civitate Dei,  que la caída del Imperio Romano sucedía por los
pecados de los hombres, para que quedara claro que la Iglesia no estaba
vinculada a ninguna civilización y, finalmente, para mostrar  la necesidad de vivificar todas las culturas.
De hecho la cultura occidental nació de la transformación de los pueblos
bárbaros, con el derecho romano, la filosofía griega y el Evangelio.


            Como recordaba la epístola a Diogneto:
los cristianos son el alma del mundo,
han de llenarlo de luz. Si tomamos un globo terráqueo y pretendemos iluminarlo,
la tarea resulta del todo imposible; quedan siempre franjas del globo sin iluminar.
La única solución es meter la bombilla dentro. Así es como se ilumina por
completo. De ese modo actúa la luz de Cristo que da sentido al orbe y a las
personas: desde el interior de los cristianos. Queda la libertad del que no deja
penetrar la luz en su interior, o la del que la apaga por el pecado. Esas son
también las vidas de los cristianos, iguales a los demás pero que encendidos tienen
luz y dan luz a su alrededor.


            De generación en generación la luz se enciende o se
apaga. Esa es la gran la responsabilidad de los cristianos de cada época. Como
recuerda Benedicto XVI, en su primera
encíclica del Papa Deus Caritas est. "El amor es una luz —en
el fondo la única— que ilumina constantemente a un mundo oscuro y nos da la
fuerza para vivir y actuar. El amor es posible, y nosotros podemos ponerlo en
práctica porque hemos sido creados a imagen de Dios" (n.39)
 


 


José Carlos Martín de la Hoz


 


Para leer más:


 


Benedicto XVI, Carta Encíclica Spe Salvi


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=6786


Benedicto XVI, Jesús de Nazaret


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=6341


Benedicto XVI, Deus caritas est


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=4366