Interdisciplinaridad



            El interesante trabajo colectivo sobre el pecado en la Edad Media, publicado por ediciones Sílex, pone de
manifiesto la necesidad de los estudios interdisciplinares y, más en concreto,
la necesidad de trabajar al unísono los historiadores de la Iglesia y los
historiadores civiles.


            Llama la atención que tratándose de un tema de historia
de la Iglesia, no haya participado ningún historiador de
la Iglesia. En ese sentido la mejor aportación del volumen corre
a cargo del Prof. Emilio Mitre, buen conocedor de la historia de la Iglesia por
sus trabajos sobre la herejía medieval, etc.,


            A lo largo del trabajo se hecha en falta mayor rigor
científico para abordar los temas teológicos y hay burdas simplificaciones de
la historia de
la teología. Afirmaciones peregrinas que dan rubor leer, por ejemplo: "Es preciso indicar, en primer lugar que el
pecado contra natura es una invención de
la Edad Media en la
fase central de su historia"(
114). La autora no ha leído ni el Antiguo
Testamento, ni las Cartas de San Pablo. También resulta llamativa la siguiente
afirmación: "La confesión se asienta en
el siglo XII"
(190). Y,
finalmente, otra: "En el ámbito
cristiano el Infierno tiene sus bases en tres textos del Nuevo Testamento que
narran el descenso de Cristo a los Infiernos, visiones que se vulgarizaron
gracias al Evangelio apócrifo de Nicodemo"
(p.380). Como si no existiera la
literatura cristiana de los primeros siglos, el Pastor de Hermas o las cartas
de San Ignacio de Antioquia o el resto del Antiguo y el Nuevo Testamento.


            En muy pocos trabajos se alude a Las Fuentes de los
catecismos, de los confesonarios, de los tratados de sacramentos, así como a las
catequesis de los Padres de
la Iglesia. Si se habla de un tema teológico lo mínimo es aplicar
el rigor científico. No bastan unas citas de Santo Tomás o de conocidos autores
franceses


            Lo más penoso en la historia son las premisas previas,
los prejuicios.
La prof.
Cristina
Segura lo muestra con sencillez: "Mi hipótesis de partida es que, por el contrario, en la Iglesia
cristiana medieval había actos de las mujeres que eran considerados como
pecados; mientras que los mismos actos cometidos por los hombres no tenían esta
misma calificación"
(209). Y seguidamente añade con asombrosa falsedad,
hablando de los hombres: "quienes
acudían a la mancebía no eran pecadores"
(222). Basta con leer toda la
literatura patrística, por no decir
la Sagrada
Escritura
, para
comprobar que siempre fue pecado, para hombres y mujeres, la fornicación fuera
del matrimonio. El colmo es cuando habla de la excomunión por adulterio (223). Finalmente,
una cosa es no tener fe y otra juzgar con coordenadas modernas. Baste un
ejemplo: "Si la noción de pecado permite
este análisis trasversal, especialmente en
la Edad Media, pues
es en esta fase histórica cuando arraiga la idea de pecado y se suma a los
mecanismos punitivos de control y de disciplina"
(113).


José Carlos Martín de la Hoz


 


Para leer más:


 


Carrasco Manchado Ana
Isabel (coord), (2008) Pecar en la
Edad Media
, Madrid Silex,


Sánchez Herrero, José (2006)
Historia de la
Iglesia. II: Edad Media
, Madrid,
BAC, colección Spientia fidei. Serie
de Manuales de Teología.


 


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