La España Romana



            El
reciente y documentado trabajo del Prof.Domingo
Plácido resume muy bien la incorporación plena de España
en el Imperio Romano. Así tras la conquista:“La distribución de tropas romanas en
estos momentos se basa tanto en la necesidad de controlar poblaciones como en
la de asegurar la explotación 
de los recursos mineros, aspectos desde luego inseparables, dado que
éstos se sustentan en la explotación del trabajo de los indígenas

(pp.51-52). Y añade, seguidamente: “El ejército condicionó en gran parte la estructura
provincial de Hispania
”(p.52).


            Enseguida
se fueron constituyendo las ciudades (civitas):
El término responde con
más probabilidad a su contenido político que al aspecto
urbanístico”
(pp.68-69). Puesto que “Como en el caso de Cesar, la
ciudadanía se usó como premio a la lealtad. Como
ejemplo de promoción a partir de estructuras urbanas ya asentadas
destaca el caso de Córduba,
que puede haber sido promocionada como Colonia
civium Romanorum
tanto
por Cesar como por Augusto, época de construcción del
acueducto” (
70). De hecho, en la época de Domiciano, las civitas
españolas serían muy abundantes y dotadas de grandes y suntuosos
edificios comunes, como grandes villas para los senadores y patricios (p.269).


            Efectivamente,
se pasó de tierra conquistada, a Provincia del Imperio: “Las relaciones de dependencia aparecen
fundamentalmente basadas en los intercambios de bienes y servicios, desde luego
sobre una sumisión creada en el mismo proceso de conquista, cuando
Augusto se garantizó la fides de las poblaciones derrotadas a las que
organizó para que de ese modo fueran capaces de trabajar para los
romanos los recursos de sus propios territorios. La explotación de las
minas del noroeste comenzó, pues, nada más terminar las guerras
de conquista”
(p.169).


            La
Arqueología muestra como pronto se abrieron las calzadas romanas, las
explotaciones mineras, las rutas marítimas. Y los productos
españoles llenaron los mercados: vinos, cereales, cerámicas, etc.
Pronto hay Senadores romanos de origen español y hasta reclutamientos de
legionarios en la Bética.


            Poco
a poco se fue introduciendo la religión del Imperio y el culto al
Emperador: “Las asambleas
provinciales o concilia se celebraban
con motivo del culto imperial bajo la presidencia de los flamines que, desde la época de Tiberio, parecen haber
asumido el culto en las ciudades a costa de los pontifices. En esos concilia se
manifiesta la unidad de los Hispani como expresión de la superación de las
diversidades étnicas previas, con lo que el culto se presenta como
factor de la nueva unidad”
(215). Ya en la época de Flavio el
culto imperial se extendió por todas las partes de Hispania (p.290).


            Finalmente
la lengua: “La latinización
como modo de integración de los estatutos se detendría con
Domiciano, pues el proceso social ya estaba entonces en marcha”
(p.324).
Pronto se dieron las manifestaciones culturales latinas, como el gran
Quintiliano, natural de Calagurris (Calahorra) que en
el 68 fue nombrado por Vespasiano profesor de Retórica en Roma.


José Carlos Martín de la Hoz


 


Para leer más:


 


Plácido, Domingo (2008)
Las provincias
hispanas durante el Alto Imperio Romano
, Madrid, Istmo