La existencia de Dios



            La
reciente campaña “¿Dios ha creado al hombre o el hombre ha
creado a Dios? Piénsalo en el próximo trasbordo”, recuerda
el trabajo que acaba de publicarse en castellano del polaco Leszek Kolakowski.


            Con
una crítica exacerbada el autor estudia las pruebas racionales acerca de
la existencia de Dios. Asimismo hace lo propio con las pruebas negativas: la
existencia del mal en el mundo como motor de la negación de la
existencia de Dios. La critica demoledora que hace de esos argumentos, demuestra
una vez más el viejo adagio: “Intelligo
quia volo” y “non intelligo
quia non volo”. Entiendo porque quiero y no
entiendo porque no quiero.


            Es
verdad que la fe es una gracia de Dios y por tanto es necesaria una apertura
del alma hacia la Verdad, para poder recibir la iluminación divina.
Mientras la inteligencia esté cerrada, es difícil que Dios pueda
abrir el alma hacia la Verdad y el Bien. De todas formas siempre está el
camino del corazón. Como tantas veces se ha mostrado en la historia de
la Iglesia.


            Pero
también es cierto que la fe católica es razonable y que, como
recordó el Concilio Vaticano I y tantos pensadores de todos los tiempos,
se puede llegar a conocer la existencia de Dios por medio de la razón. Eso
sí, se requiere honradez intelectual. Lo cómodo es no pensar. Es
cierto que pensar compromete la vida.


            A
muchas personas la verdad les da miedo, por eso intentan vivir sin pensar. Pero
la realidad inexorable de la muerte actúa como un acicate. La vida es como
un tren inmenso, ancho, largo. Algunos Sólo caen en la cuenta de que
vamos de viaje cuando el tren se para y algunos se bajan. Ya no les veremos
hasta la eternidad. La
realidad es que vamos de viaje. Para los católicos es un viaje hacia la
eternidad y la plenitud del amor en Jesucristo. Como decía Benedicto
XVI: “Poner la mirada en el
costado traspasado de Cristo, del que habla Juan (cf.
19, 37), ayuda a comprender lo que ha sido el punto de partida de esta Carta
encíclica: «Dios es amor» (1 Jn
4, 8). Es allí, en la cruz, donde puede contemplarse esta verdad. Y
a partir de allí se debe definir ahora qué es el amor. Y, desde
esa mirada, el cristiano encuentra la orientación de su vivir y de su
amar” (Deus Caritas est n. 12).


            Finalmente,
estudia Kolakowski los milagros. La conclusión
es Evidente: un milagro requiere otro milagro; el de aceptar el milagro. Pero esto
lejos de ser un suceso extraordinario, es real y comprobado de modo ordinario
en muchas personas tienen fe. Es cierto que no bastan los milagros, que es
preciso dar un paso más. Lo importante es vivir la fe en plenitud. La
coherencia entre la fe y la vida cotidiana, ahí radica el encuentro
diario con Dios y la dicha de su amistad. El cristiano debe hacer examen de
conciencia y cotejar la vida con el Evangelio. Sólo así la vida
merece ser plenamente vivida.


 


José Carlos Martín de la Hoz


 


Leszek KOLAKOWSKI, Se Dios no existe…. Sobre Dios, el
diablo, el pecado y otras preocupaciones de la llamada filosofía de la
religión,
ed. Tecnos, Madrid 2009, 231 pp.