La Prof.
Mercedes Vázquez de Prada acaba de publicar
un lúcido recorrido sobre la historia de la institución familiar en occidente
en los siglos XIX y XX. La premisa de la que parte este trabajo, la señala el
catedrático de Historia Moderna Agustín González Enciso en el prólogo; una
premisa bastante sencilla pero que es, en muchas ocasiones, olvidada: "Hablamos
con frecuencia de la importancia de la familia. Está bien, pero es como decir que el
corazón es importante para la circulación de la sangre. O sea, es una
obviedad que conduce a poco. Es tan claro que la familia es importante, que ni
siquiera tendríamos que decirlo. Pero se dice. A lo mejor lo que ocurre es que
nos preocupamos del corazón biológico y no del otro, de ese órgano ideal donde residen
los sentimientos, de donde brota el amor. En este caso, el olvido del amor, sí
tenemos que decir que la familia es importante, pues lo que ocurre,
sencillamente, es que no le damos el valor que por otra parte afirmamos" (p.9).


En efecto, la autora señala: "La familia experimentó a lo
largo del siglo XIX profundos cambios relacionados con los procesos históricos
que marcaron el paso del Antiguo al Nuevo Régimen. Tales cambios, centrados
especialmente en la industrialización, la urbanización y la revolución de los
transportes, llevaron a la formación de lo que habitualmente conocemos como
‘familia tradicional’, que alcanzó su punto culminante a mediados del siglo XX"
(p.25). Y después de recordar la influencia sobre la institución familiar del
impacto de las ideologías, dice: "los cambios más drásticos operados en la
familia se reflejaron en el tamaño y la estructura, con el descenso de la
mortalidad y el aumento de la esperanza de vida, y en una nueva dinámica en las
relaciones entre marido y mujer y entre padres e hijos. Las transformaciones
con respecto a la infancia no sólo se refieren a la limitación del trabajo
infantil, sino también a la progresiva introducción de la escolarización
obligatoria" (p.25).


En resumen, como indica Vázquez de Prada: "En la etapa
preindustrial predominaba en las sociedades occidentales un tipo de familia
rural y extensa en la que convivían varias generaciones: los abuelos, los
padres y los hijos. Los lazos de sangre eran los que les aglutinaban y les
daban status y soporte, consolidados por los rituales asociados con el
matrimonio, el nacimiento y la muerte" (p.28). Y, poco después añade: "La
industrialización, como parte del progreso social y de la modernización del
siglo XIX, produjo en las sociedades occidentales cambios importantes en las
familias. Aunque no se conocen bien las razones de ese proceso, comenzó a
generalizarse la familia conyugal o nuclear. Un tipo de familia compuesta por
el matrimonio y sus hijos" (p.29).


Quizás en la historia de la familia en los últimos siglos
haría falta un análisis más profundo basado en las relaciones entre egoísmo y
familia. Por eso, es interesante lo que dice la autora: "El individualismo
produjo una creciente separación entre la familia nuclear y el parentesco
extenso y la exclusión del hogar a los que no tuvieran lazos de sangre. La
individualización de las relaciones familiares combinada con un mayor énfasis
en el sentimiento contribuyó a liberar a los individuos de las presiones
familiares, pero produjo también una gran separación entre las generaciones y,
especialmente, el aislamiento de las personas ancianas" (p.31).


 


José Carlos Martín de la Hoz


 


Mercedes VÁZQUEZ DE
PRADA, Historia de la familia
contemporánea. Principales cambios en los siglos XIX y XX
, ed. Rialp,
Madrid 2008, 222 pp.