La ignorancia histórica



            De vez en cuando se leen análisis en la prensa o
comentarios, más o menos chistosos de algunos columnistas, en los que pretenden
denigrar a
la Iglesia Católica enumerando hechos unos detrás de otros, sin orden
ni concierto. Simplemente están juntando churras con merinas, mezclando verdades
sin fundamentar ni matizar, con lugares comunes y falsedades flagrantes.


            Es lógico preguntarse si han estudiado seriamente algo,
pues con ese batiburrillo mental, sólo demuestran una ignorancia histórica
supina. Algunos deberían hacer cursillos acelerados de historia y un poco de
sentido común antes de enfrentarse al teclado del ordenador.


            Estar dotados de gusto y de mesura no es cosa de todos.
Pero que el Ministro de Cultura diga que reabrir el debate del aborto es volver
a la Inquisición es no saber ni lo que es el aborto ni lo que es
la
Inquisición. La

pregunta es sencilla: Qué tiene que ver un Tribunal Eclesiástico que intervenía
para investigar si el presunto reo había incurrido en el delito de herejía y
lograr su conversión, con hablar si tiene sentido despenalizar el delito de
interrumpir la vida de un ser formado en el seno de su madre y destinado a la
vida.


            Desde que lo ético pretende desligarse de lo legal, y
desde que nuestros parlamentos creen que pueden convertirse en los que
establecen la verdad acerca de las cuestiones fundamentales de la vida, hemos
entrado en lo que llama valientemente Benedicto XVI la dictadura del
relativismo. Es decir que quien no esté de acuerdo con sus opiniones
antropológicas es un troglodita que debe ser eliminado de la vida pública o
reducido al ostracismo.


            Épocas peores se han vivido en la historia y de ellas
hemos salido adelante. Basta con tomarse en serio la educación y el estudio
sereno de los asuntos. Verdaderamente es necesario subir el nivel educativo y
cultural del país, algo que debe comenzar por la enseñanza primaria, pero que
debe llegar a todas las capas de
la sociedad. Si hay algo urgente es un pacto por la educación,
por la lectura y por los contenidos de la televisión.


            Estamos
viviendo el final de la cultura de la modernidad y el comienzo de otra etapa de
la historia de nuestra civilización; un momento apasionante de libertad y de
acceso de las grandes masas a los medios de comunicación y de la cultura. En ese ambiente de
confianza y respeto mutuo podremos abrir nuevas vías, nuevas soluciones.


            En
esa tarea los cristianos estamos llamados a mostrar con nuestras vidas que Dios
es amor. Así afirma Benedicto XVI en su reciente Encíclica sobre la esperanza:
"Esta gran esperanza solo puede ser Dios, que abraza el universo y que nos
puede proponer y dar lo que nosotros por sí solos no podemos alcanzar"(n.31).  


 


           


José Carlos Martín de la Hoz


 


Para leer más:          


 


Benedicto XVI (2007) Spe salvi. Sobre la esperanza cristiana,
Madrid, Palabra


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=6786