La perenne juventud de la Iglesia

 

En mayo de 1965, cuando el santo Padre Pablo VI visitó el Tiburtino, un barrio obrero de Roma, para la participar en la solemne inauguración oficial de los Centros de formación profesional para hombres y mujeres que el Opus Dei había puesto en marcha en esa periferia romana, por expreso deseo del Santo Padre, había como es lógico, un clima de inmensa alegría.

En la conmovedora homilía el Santo Padre, ante un emocionado san Josemaría Escrivá, Fundador del Opus Dei, se refirió a la Obra y a aquella iniciativa de desarrollo humano y cristiano que comenzaba, como un verdadero y auténtico "signo de la perenne juventud de la Iglesia".

La lectura de la recuente exhortación apostólica post sinodal del papa Francisco, publicada en la ciudad de Roma el 25 de marzo de 2019, con el expresivo título de "Christus vivit", es decir Vive Cristo, me ha traído a la memoria esa expresiva afirmación de Pablo VI, pues en estas vibrantes páginas del Santo Padre, se muestra la perenne juventud de la Iglesia para hablarle a los jóvenes del mundo entero.

Es interesante que el Santo Padre se refiera a la juventud, no como un estado transitorio de la vida biológica, o como una enfermedad pasajera, sino como un don de Dios, pues la alegría a la que se va a referir el papa Francisco es la juventud del alma, la apertura a lo horizontes de la verdad y de la belleza de hombres y mujeres enamorados de Cristo y siempre jóvenes en el amor (n. 250).

Es más, cuando habla de vocación y de discernimiento de la vocación, está hablando de un amigo joven que invita a un amigo joven a comenzar juntos un apasionante camino común lleno de complicidad, de compartir la vida, los afanes y las ilusiones, de convivir para construir una sociedad humana y cristiana (n. 287).

Así pues, el hilo conductor de esta exhortación apostólica post sinodal, marca verdaderamente el camino de la oración personal, íntima y confiada de cada hombre con Jesucristo que se cruza en el camino de su vida y que, finalmente, confluirán años después en la vida eterna (n. 156).

El Santo padre no ha escrito un libro dulzón, para uso jóvenes de otro planeta o alejado de la realidad que ellos pisan. Al contrario, es un ideario consciente, bien documentado, fruto de la escucha y de la atenta compresión. Asimismo, es un documento de fe, pero también de experiencia, pues muchos jóvenes del mundo entero están afrontando los desafíos de la sociedad contemporánea y están aportando a la iglesia y a la sociedad soluciones nuevas a problemas nuevos.

Verdaderamente esta Exhortación pos sinodal es signo de la perenne juventud de la Iglesia, pues las soluciones que se señalan, las vibrantes propuestas, son síntoma de que hay esperanza en Dios, en la Iglesia, en la intercesión de la Virgen (48) y en esta juventud que actualmente llena nuestras iglesias y alegra a los cristianos mayores por su fidelidad y por su creatividad (126).

José Carlos Martín de la Hoz

Papa Francisco, Christus vivit. Vive Cristo, ediciones Paulinas Madrid 2919, 190 pp.