La Reforma de la Iglesia



            Los grandes reformadores de la
Iglesia Católica
han
sido los santos. Ellos han tenido la virtualidad, en cada etapa de la historia,
de ser instrumentos de Dios para avivar el tesoro de la fe y difundirlo en el
mundo.


            Pasados los años, el Profesor Rodríguez en su último
trabajo, realiza un lúcido análisis de
la Encíclica Eclesiam Suam de Pablo VI. Así señala: "La reforma de la
Iglesia. He
aquí un viejo tema de reflexión cristiana, tan
antiguo como la Iglesia misma. Podría decirse que es algo constitutivo de la
vida eclesial. Y es que la tensión connatural de la Iglesia es radicalmente su
propia reforma, es decir el esfuerzo constante y siempre inacabado para que sus
formas históricas correspondan a la forma divina. ‘Este es –dice Pablo VI-el
gran problema moral que domina la vida entera de la Iglesia’ (Eclesiam Suam, n.14).
Es pues, perfectamente católico, el axioma Eclesia semper reformanda"(
p.26). La
Iglesia y los cristianos siempre estamos en tiempos reconversión y de mejora.


            Poco después, el Profesor Rodríguez, subraya una cuestión
de gran actualidad, la unión entre Tradición, Escritura y Magisterio de la
Iglesia, para citar unas palabras de Pablo VI, llenas de una verdad
consoladora: "Esta convicción y la
certeza formidable de poseer en el gran patrimonio de verdades y costumbres que
caracterizan a
la
Iglesia Católica
, tal cual hoy es, la herencia
intacta y viva en la tradición originaria apostólica" (
Pablo VI. Eclesiam Suam n.17).


            Finalmente, vuelve al tema de la perenne novedad del
Evangelio, recogiendo palabras de Pablo VI, que después de cuarenta años,
siguen siendo claras: "La Iglesia
volverá a hallar sus renaciente juventud, no tanto cambiando sus leyes
exteriores cuanto poniendo interiormente su espíritu en actitud de obedecer a
Cristo…, aquí está el secreto de su renovación, aquí su metanoia, aquí su ejercicio de
perfección" (
Pablo VI. Eclesiam Suam n.20).


            El eje central de este trabajo de Pedro
Rodríguez
es la
Iglesia, y dentro de ella la muchedumbre de cristianos de toda clase y
condición. En ese sentido, recuerda que el bautismo incorpora al cristiano a la
Iglesia de un modo pleno y entitativo. Es un cambio radical y profundo. Afecta
al ser. Por eso la llamada a la santidad, a la plenitud del amor, no tiene
límites y es una tarea siempre nueva. Es independiente de las circunstancias
concretas de cada persona. De ahí que señale: "El misterio cristiano es, en efecto, una cuestión ontológica antes que
ascética y psicológica"
(p.117).


            Y, poco después, añadirá: "El ejercicio del sacerdocio común consiste primariamente en la
santificación cotidiana de la vida real y concreta"
(p.127). Una santidad
que implica dialogar con el mundo, en eso consiste la misión apostólica: "Urgencia apostólica, fruto de la vida de
fe, que lleva a escuchar a los demás, a tratar de comprenderles y a
comunicarles con toda lealtad y convicción el tesoro del cristianismo. Este es
el verdadero diálogo"
(p.33).


 


José Carlos Martín de la Hoz


 


Para leer más:


 


Rodríguez, Pedro (2007) La Iglesia:
misterio y misión. Diez lecciones sobre la Eclesiología
del Concilio Vaticano II
, Madrid,
Cristiandad


Benedicto XVI (2007) La Iglesia,
rostro de Cristo
, Madrid, Cristiandad


 





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