La Reivindicación Perpetua



Coinciden en el tiempo el noveno seminario del capítulo social de
AEDOS (Asociación para el Estudio de la Doctrina Social de la Iglesia) y el Congreso
anual "Católicos y vida pública" organizado por la Fundación
Universitaria CEU San Pablo y que este
año tiene por lema "El desafío de ser hombre". En
ambas reuniones se hablará de la evolución de la democracia y de
la respuesta de la sociedad civil a las limitaciones del parlamentarismo contemporáneo.
Aunque no voy a entrar en esta polémica, sí me gustaría
señalar que, de fondo, existe una clara reivindicación de ese
concepto que algunos creen superado: el humanismo cristiano.



En
los últimos tiempos, la izquierda y la derecha atacan por igual al
humanismo cristiano tal y como se han manifestado en la vida pública
durante décadas. Cuando hablamos de humanismo cristiano hablamos una
concepción del hombre y de la sociedad en la que se ha comprendido que
la persona tiene el más alto grado de dignidad posible y que, por tanto,
toda acción política y toda decisión administrativa deben
ir enfocadas a la defensa de la dignidad de la persona. La dignidad
de la persona es fruto de saberse creado por Dios.



Desde
el materialismo de izquierdas y de derechas, esta interpretación de la
vida y este altísimo reconocimiento de la verdad del hombre no cuadran
con sus objetivos, que pasan por una ética cuyo fin es el bien
útil (bonum utile) y el bien placentero (bonum
delectabile), olvidando así el principio
básico de la moral: el bien honesto (bonum honestum). Una sociedad que pierde como referencia el bien honesto
de las cosas es decir, la identificación con la esencia misma del objeto
de su acción, está condenada a vivir una ética
utilitarista que, al final, consideraría a cada ser humano según
su utilidad para los demás hombres: sería el comienzo de un nuevo
holocausto.



Tal
vez ese holocausto ya haya comenzado. Las escalofriantes noticias de las
clínicas abortistas españolas que, de forma ilegal, eliminan
niños de siete meses del seno de sus madres, es buena prueba de ello.



Por
eso, nunca es tarde para hacer ver a la sociedad civil la necesidad de que el
humanismo cristiano ilumine constantemente los principios de la acción
política. Dentro de esta acción política se podrán
dar distintas maneras de ver la realidad pero los cristianos, por lo menos,
pedimos al mundo que el hombre sea considerado en su máxima dignidad. Apenas
se puede hablar de un humanismo que no sea cristiano. La verdad revelada por
Cristo ha puesto al hombre en su sitio: en igualdad con los demás
hombres. No puede haber hombres que decidan la utilidad de otros hombres. Esta
es una reivindicación que muchos nos alegramos de apoyar a través
de las muchas iniciativas que organiza la propia sociedad civil. Esperemos que,
más bien pronto que tarde, los responsables de la vida política
abandonen el placer y la utilidad para dirigir sus esfuerzos a la honestidad.




Carlos Segade


Profesor del
Centro Universitario Villanueva



Para leer
más:



Relativismo y
Convivencia. José Andrés Gallego


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=4508


Elogio de la Bondad. Rafael Gómez
Pérez


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=2761


De la Rebelión a la Degradación
de las Masas. Ignacio Sánchez-Cámara


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=1815