La renovación de la Teología Bíblica

 

En un importante artículo publicado en la revista Palabra, en mayo del 2016, el profesor de Teología fundamental de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, Juan Luis Lorda se refería a la Teología Bíblica con un sugerente título: "el auge y del ocaso de la Teología Bíblica". Aunque el artículo puede consultarse en la página web de la revista, conviene volver sobre su contenido, a la luz de del Motu Proprio Aperuit illis publicado por el Santo Padre Francisco con motivo de la festividad de San Jerónimo, el 30 de septiembre pasado, Jerónimo, en el inicio del 1600 aniversario de su muerte., en el que instituye el III Domingo del Tiempo Ordinario como la fiesta anual dedicada a la celebración, reflexión y divulgación de la Palabra de Dios. Precisamente en esas fechas se celebra el Octavario para la Unidad de los cristianos y se puede meditar en la importancia de la Historia de la salvación del Pueblo judío.

En primer lugar, conviene recordar que el concepto de Teología bíblica arrancaba del deseo de hacer verdadera teología a partir de la lectura y meditación atenta y directa de la Escritura, descubriendo en ella conceptos con profunda significación teológica, precisamente expresados en el contexto de la Revelación divinamente inspirada, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. En ese sentido, el profesor Lorda, señalaba las tres grandes líneas de trabajo que se pusieron en marcha: la primera sobre Dios con sus características, revelación, presencia, Alianza, profetismo, espíritu, Mesías, Reino de Dios, sentido del tiempo). Una segunda, que podría ser narrar la historia de la salvación y del pueblo de Dios y la evolución de la misma en los diferentes textos bíblicos. Finalmente, podría ser dar panorámicas sobre la historia y el significado de la salvación (historia de la Alianza, historia de la salvación, historia del Reino de Dios).

De este modo se enriquecía enormemente en el campo católico el uso de la Escritura, sin reducirla exclusivamente, a la apoyatura tradicional de las formulaciones del Credo o de las tesis de la dogmática, como había sido uno modo habitual de trabajar de la Teología Católica, en algunas etapas de su historia, sino que se trataría directamente hacer teología al leer la Biblia:

Así, apareció una brillante “teología bíblica”. Lo que denomina Lorda el auge de la teología bíblica. ¿Y el ocaso? Según Lorda: "Se podría decir que ese intento tan fructuoso, en parte, se agotó una vez que puso sobre la mesa las grandes y novedosas ideas; y, en parte, su brillante discurso se sintió poco a poco deslegitimado u orillado frente a los “métodos histórico-críticos”. El estudio “científico” (histórico y filológico) de los textos, uno por uno, no permite obtener conclusiones tan grandes. Se puede estudiar el vocabulario de la profecía en Amós, pero no el sentido de la profecía en la historia de la salvación. Un riguroso estudio histórico crítico lleva mucho más a dividir que a unir la idea de profecía y cualquier otra, porque la base son textos diferentes de épocas diferentes".

Posiblemente, con el paso de los años se hace cada vez más urgente, como nos recuerda el papa Francisco volver a renovar, como dice Lorda, la "teología bíblica que recoja brevemente la historia del concepto y, sobre todo, ordenadamente, sus frutos: conceptos, grandes tipologías, historia bíblica como revelación, unidad en Cristo. Sería una pena que lo más substancial quedara sólo en los diccionarios".

José Carlos Martín de la Hoz