Las mujeres intelectuales (1926-1936)



José Antonio Marina y María
Teresa Rodríguez de Castro, presentan, mediante un sencillo artilugio literario,
una somera investigación acerca de la presencia de la mujer y de su situación
en la cultura española en el siglo XX.
El punto de partida lo forman las mujeres que fundaron el Lyceum de Madrid desde 1926
a 1936. Se trataba de una asociación cultural que
englobaba a mujeres de diversas tendencias políticas y que se creó alrededor de
la Residencia de Señoritas de la Institución Libre de Enseñanza, bajo el impulso
de su directora María de Maeztu. Como
dicen los autores: "Parece ser una conspiración de mujeres leyendo libros.
Libros que abren los ojos, que les enseñan a reflexionar sobre la situación de
la mujer, tanto de soltera como de casada" (p.111). Como ellas mismas
afirmaban, buscaban acelerar la historia.


Evidentemente es interesante rescatar una etapa apasionante
de la historia: 1926-1936. Y, sobre todo, comprobar la situación de la
educación en ese período; así puede entenderse el gran interés de los gobiernos
del siglo XX por superar el enorme analfabetismo que existía, ya que, en 1930, estaba
en el 47% para las mujeres.


Los autores de este trabajo, muestran con gran detalle como
los diputados de las Cortes Constituyentes implantaron el voto femenino en
España por una escasa diferencia de 40
votos y eso con una composición de parlamentarios totalmente escorados hacia la
izquierda.


Respecto a la investigación acerca de la entrada de la
mujer en la Universidad, es una pena que no hayan manejado el reciente trabajo
de Mercedes Montero, La conquista del
espacio público, mujeres españolas en la Universidad (1910-1936)
, ed. Minerva, Madrid 2009, sobre todo la
introducción donde se recoge las investigaciones actuales sobre este tema en
España, Europa y Estados Unidos.


El trabajo, al centrarse en el Lyceum, aborda de modo superficial,
aunque correcto, otras instituciones, como la llevada a cabo por San José María
Poveda y la
Institución Teresiana entre las universitarias y, en general,
en el mundo del Magisterio.


El Lyceum, como las residencias de las Teresianas, son
ejemplos de otras tantas iniciativas que se pusieron en marcha en aquél período
para subir la formación cultural de la mujer. Efectivamente
suscitaron muchas críticas, tanto por la desconfianza acerca de la capacidad de
la mujer y, sobre todo, por el incipiente nivel de democratización del país:
"Lo que resultaba ofensivo era la coexistencia pacífica de maneras distintas
de pensar o de sentir. A eso se debía la variedad de gente relevante y famosa
que pasó por sus salones" (p.61)


Algunos de los análisis que hacen los autores son muy matizables
y bastante simples. Por ejemplo, cuando afirman sin documentar: "Los
primeros gobiernos intentaron poner en práctica las ideas de la Institución Libre
de Enseñanza. Pero después fueron sustituidos por el paradigma de la fuerza,
defendido por Largo Caballero" (p.146). También lo es el tratamiento del
aborto (p.144) o del divorcio (p.225). El estudio de la Iglesia en ese período
de la Historia es tendencioso: "Ni la política ni la religión tienen
forzosamente que llevar a la incomprensión del otro, pero lo hacen cuando
eligen el paradigma del poder frente al paradigma de la racionalidad
compartida, que se funda en la educación" (p.148).


En las páginas finales se señala, brevemente, la vida
posterior a la guerra civil de las mujeres más sobresalientes del Lyceum: María
de Maeztu, Victoria Kent, Campoamor, Ernestina de Champurcín (referencia breve
a su pertenencia al Opus Dei; p.206),
etc.


 


José Carlos Martín de la Hoz


 


José Antonio MARINA-María
Teresa RODRÍGUEZ DE CASTRO, La
conspiración de las lectoras
, ed. Anagrama, Barcelona 2009, 274 pp.