Los primeros siglos del cristianismo

Aunque han pasado algunos años desde su publicación sigue

siendo una obra de gran interés la publicada por el Prof. Gustave
class=SpellE>Bardy
, sobre los primeros años del cristianismo.

            Por

una parte subraya el deseo de verdad y de trascendencia que anidaba en el ser

humano. Lo resume la cita de San Agustín: “Decían ¡Verdad! ¡Verdad!, y muchos me la nombraban,

pero nunca se hallaba en ellos; antes decían cosas falsas, no solamente

acerca de Vos, que verdaderamente sois la Verdad, sino también acerca de

los elementos de este mundo, criaturas vuestras… ¡
class=SpellE>Oh
Verdad, Verdad! ¡Cuán

entrañablemente suspiraba yo todavía por Vos desde lo

íntimo de mi alma, cuando aquellos frecuentemente y de muchas maneras me

hacían oír vuestro nombre, ya sólo de palabra, ya en

muchos y muy abultados volúmenes” (San Agustín,

Confesiones, III, 6, 10).

            Son

muchos siglos de espera hasta la llegada de Cristo. Cuántas almas y

cuántos siglos de búsqueda: “Muchos otros, especialmente entre los espíritus cultos, debieron

seguir el mismo itinerario espiritual. Era natural que primero se dirigieran a

la filosofía para descubrir la Verdad, porque por todas partes se

encontraban profesores, o por lo menos habladores que prometían dar, a

veces por dinero contante y sonante, la ciencia del universo y la del hombre. Las

contradicciones entre los diversos sistemas no tardaban en mostrar su inanidad.

El descubrimiento del cristianismo, tan sencillo a la vez, tan racional y tan

lleno de misterios profundamente religiosos, resultaba entonces una

revelación”
(p.118).

            En

los primeros años, junto con las palabras de la Escritura, la

Tradición y el Magisterio de la Iglesia, estaban las vidas santas y,

sobre todo, los mártires: “Cualquiera

que hubiera sido el número de los mártires, cualquiera que

hubiera sido la forma en que fue redactada durante los tres primeros siglos la

legislación dirigida contra la Iglesia, es cierto que todo cristiano,

por definición, era un candidato a la muerte”
(p.152).

            Los

primeros cristianos tuvieron que enfrentarse a la incomprensión de los

judíos, del pensamiento griego, oriental, de sus familias, de las

costumbres y de las divinidades imperantes. Eso sí, no dejaron de

proclamar los misterios de la fe: Creación, Encarnación,

Resurrección. “Los cristianos,

tenían una respuesta. Podían afirmar que todo lo que había

hecho y sufrido Cristo, había sido anunciado mucho antes por los

profetas inspirados, y que Jesús, verificando los antiguos

oráculos, había demostrado la realidad de su misión divina


(p.164).

            Y,

respecto a la expansión de la fe, añade: “
style='mso-bidi-font-weight:normal'>El mismo procedimiento espiritual se

encuentra desde los orígenes de la Iglesia y quizá sea así

cómo durante cerca de dos siglos había conquistado el

cristianismo a la mayoría de sus fieles. Todo creyente necesariamente

era un apóstol: una vez que había encontrado la verdad, no

tenía tregua ni reposo hasta que conseguía hacer

partícipes de su felicidad a los miembros de su familia, a sus amigos, a

sus compañero de trabajo” (p.222).

 

José Carlos Martín de la Hoz

 

Gustave BARDY,
style='mso-bidi-font-style:normal'>Conversión al cristianismo durante

los primeros siglos, ed. Encuentro, Madrid 1990. 356 pp.