Es muy importante recordar que cuando Napoleón invadió España, con la excusa de contribuir al desarrollo de la Ilustración deísta y a la desaparición de la ignorancia del pueblo español  sometido al mandato de la Iglesia en la razón y las conciencias y entronizó a su hermano como nuevo monarca, ya había previsto el expolio de la riqueza artística de nuestro país.

Efectivamente, tras ser derrotado intelectualmente en las Cortes de Cádiz con una Constitución liberal muy superior a la francesa, casi en la vanguardia del pensamiento ilustrado, de las libertades y del equilibrio fe y razón, terminó por ser asimismo derrotado por las armas de las tropas inglesas que finalmente impusieron en el trono al verdadero rey Fernando VII.

La retirada de las tropas de Napoleón es recordada en Castilla en los pueblos y ciudades de Aragón y Cataluña, como el mayor expolio artístico y monetario de la historia. Precisamente, en la cripta de san Isidoro de León recordaban este verano pasado en la visita turística, como abrieron tumbas, robaron y vaciaron palacios, iglesias, monasterios y se llevaron todas las joyas que pudieron y gran parte de las obras de arte.

Lo que hizo Napoleón en su retirada, lo hicieron más inteligentemente los ingleses cuando fueron expulsados de Oriente Medio, expoliando monasterios abandonados o destruidos donde recogían las grandes joyas de la antigüedad del Oriente Medio: los códices y los pergaminos que estaban allí perdidos enterrados o abandonados.

Aquél ingente número de papiros, Códices y manuscritos  fueron objeto de estudio, clasificación y trascripción en la Universidad de Oxford donde se reunieron durante años un gran equipo de expertos en arte, paleografía, historia y en patrología que fueron publicando aquellos valiosos textos en ediciones críticas: códices del siglo I como el papiro Reynols del Evangelio de San Juan, la Didajé  o la doctrina de los doce Apóstoles, las obras completas de san Juan Crisóstomo y los sermones de San Basilio.

El Movimiento de Oxford, brotó en ese clima de estudio y de profundización, y significa la constatación entonces y ahora, de que la Iglesia Católica había conservado la fidelidad a la Tradición de la primitiva Iglesia.

En primer lugar destacaban que la Iglesia Católica había conservado y transmitido la auténtica Tradición que constituye, junto con la Escrituras, la Fuente de la Revelación única de Jesucristo.

En segundo lugar, su doctrina correspondía punto por punto con la Tradición en materias tan claves como: la doctrina sacramental, la moral, la ascética y mística, el dogma y el ministerio petrino.

Así pues el movimiento de Oxford y el beato John Henry Newman (1801-1890) estarán detrás de parte de la Novelle Theologiae cuando hablan de las Fuentes y también  influirá en el movimiento litúrgico que será clave en el  Concilio Vaticano II, puesto que la primera de las grandes constituciones largamente preparadas fue la Sacrosantum Concillium,

José Carlos Martín de la Hoz