Proyectos republicanos



            La monumental obra colectiva escrita por tres autores de
plena solvencia y amplio prestigio académico, como son José María Jover Zamora, Guadalupe Gómez Ferrer y Juan Pablo Fusi Aizpúrua, merece la pena ser
reseñada y resaltada. Posee, un buen aparato crítico y contiene una serena
visión y documentada.


            En las páginas correspondientes al primer tercio del
siglo XX se observa una gran riqueza de ilusiones, de proyectos y a la vez una
alta tasa de analfabetismo. Socialmente, España, como otros países de Europa
buscaba soluciones económicas, de desarrollo y sus gobernantes eran conscientes
de los muchos problemas existentes y de que las estructuras políticas para
abordarlos debían transformarse.


            Todo ese ambiente cuajó en el proyecto político de la II República. Así hablando del presidente, Manuel Azaña, resalta
el Prof. Fusi: "Precisamente
la coalición republicano-socialista que, bajo su liderazgo, gobernaría entre
1931 y 1933, concretó esas aspiraciones en un ambicioso programa de reformas
con las cuales abordar sin demora los que, desde su perspectiva, constituían
los grandes problemas de España en su historia reciente: las cuestiones
militar, agraria, religiosa y regional. Ello suponía, en síntesis, crear un
nuevo Ejército que fuera ante todo profesional y neutro en política; expropiar
los latifundios y dividir la propiedad entre los campesinos; limitar la
influencia de la Iglesia, secularizar la vida social y promover una educación
liberal y laica; y rectificar, por último, la organización centralista del
Estado, para conceder la autonomía a las regiones con lenguas y culturas
diferenciadas –Cataluña, País Vasco y Galicia- en las que habían surgido, desde
finales del siglo XIX, importantes movimientos nacionalistas
"(p. 672).


            El problema no radicaba en el proyecto, que, como puede
comprobarse, tenía sus aciertos y sus fallos, sino en la ejecución del mismo. Se
pretendió llevarla a cabo al puro estilo del siglo XIX: a base de una
Constitución. Y esa Carta magna, como en el siglo anterior se elaboró a gran
velocidad: de julio a octubre de 1931.


            La puesta en marcha de una Constitución realizada sin los
necesarios acuerdos que conlleva una Carta Magna, que debe ser guía de futuro
y, por tanto, requiere un amplio consenso, derivó en un enfrentamiento, más que
una concordia. Con más sensibilidad democrática, habrían tenido en cuenta la
realidad social y cultural de España. Desde luego, cuando un barco vira muy
deprisa tiene muchas posibilidades de irse a pique.


 


José Carlos Martín de la Hoz


 


Para leer más:


 


José María Jover Zamora-Guadalupe Gómez Ferrer y Juan Pablo Fusi Aizpúrua, (2001) España: sociedad, política y civilización
(Siglos XIX-XX),
Madrid, Debate.


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=6320