Redescubrir la honradez

 

En estos días veraniegos, he podido leer y disfrutar detenidamente de la minuciosa publicación del trabajo de investigación del profesor de la Universidad Politécnica de Nueva York, Michael Thomas de D’Emic (Lexington books, 2014), acerca de la visión de la economía de mercado a través de los tratados sobre los cambios y el mercado de los escolásticos españoles del siglo XVI.

Asimismo, he conocido de primera mano la reciente edición por parte de la Profesora María Idoya Zorroza, del Tratado de Cristóbal de Villalón, publicada dentro de la colección del Pensamiento español de la Universidad de Navarra (Eunsa, Pamplona 2017, 133 pp).

Ambos trabajos, casi sobre el mismo tema, aunque con enfoques distintos, vuelven a poner sobre el tapete la perenne cuestión de la extraordinaria visión de los escolásticos españoles de la época cuando abordaron los problemas económicos de su tiempo.

Así que, para poder subrayar lo importante de esta cuestión resulta inevitable volver al consejo de mi gran amigo Victoriano Martín, Catedrático de economía y responsable del Instituto Miguel de Molina de la Universidad Católica de Ávila, cuando hace unos días recomendaba volver al estudio que publicó, hace ahora más de cuarenta, el profesor John Reeder, sobre los “Tratados de Cambios y de usura en Castilla (1541-1547)”, en la prestigiosa revista Hacienda Pública española, 38, Instituto de Estudios Fiscales, Madrid 1976, pp. 171-177.

Para Reeder, la moderna economía habría comenzado cuando se comenzó a abordar los tradicionales temas de la usura, los cambios y el precio justo, pero no como un aspecto secundario de las Sumas morales, ni siquiera como una cuestión importante dentro de los manuales para confesores, sino que esos autores como Villalón, Saravia y Alcalá que escribieron en 1543 tres tratados sobre el mismo tema uno en Valladolid otro en Medina del Campo y otro en Toledo, para llamar la atención sobre los problemas económicos y morales nuevos en un nuevo tiempo que se vivía en el Imperio español con la llegada del oro y la plata de América.

La cuestión no era sólo si las Ferias de Medina del Campo, Lyon, Amberes, Sevilla, Salamanca, Barcelona o Valencia estaban más o menos animadas o si la inflación era galopante.  Las “ferias de mercancías” de las grandes ciudades, rompieron con el tradicional tratado de cambios. Para Reeder un “transformación cualitativa”, en “ferias del cambio”. La preocupación de los tres confesores es que había cambiado la común opinión de los hombres, y el riesgo era importante para la salvación de las almas y la honradez de los mercaderes: “Los tipos de interés ilegales subieron vertiginosamente”.  Tomas de Mercado afirmaba que los mercaderes se preocupaban por la licitud de su contrato los que los holandeses por averiguar el origen de esclavos negros que llevaba a América procedían de una guerra justa o injusta (Suma de Contratos. Libro 5, fol.92v).

José Carlos Martín de la Hoz.