La crisis de la modernidad, puede ser rastreada en la
historia, buceando en las ideas que le dieron vida y que ayudaron a su
consolidación. Este es el acierto de Ediciones Encuentro publicando una
reedición de la obra de Jacques Maritain, Tres
reformadores: Lutero, Descartes y Rousseau.


            En efecto, espigando los aciertos y las limitaciones de
la aportación de estos tres grandes pensadores podemos extraer interesantes
conclusiones para nuestros días. Entre otras luminosas consideraciones señalaría
una afirmación del pensador francés casi al comienzo de su obra: "En sus
orígenes y en su causa, el drama de la Reforma ha sido un drama espiritual, un
combate del espíritu" (p.19). Y añade poco después: "El mundo moderno confunde
simplemente dos cosas que la sabiduría antigua había distinguido: confunde la
individualidad y la personalidad" (p.24).


            Esta es una cuestión clave; desarmar al hombre,
despiezarlo, para después no lograr armarlo de nuevo: "Jamás en la Filosofía
moderna la inteligencia y la voluntad llegarán a reconciliarse; y el conflicto
de estas dos facultades espirituales desgarrará cruelmente la conciencia de los
hombres de este tiempo" (p.38).


            En ese sentido la filosofía Aristotélico-Tomista, seguirá siendo un modelo de equilibrio y de armonía,
capaz para los vuelos más altos del espíritu: "Para que una inteligencia
solicitada con fuerza por el gozo de conocer como fue
la de Santo Tomás, haya crecido en la línea recta de la santidad,
ha sido preciso que una fuerza extraordinaria de las virtudes morales aseguren
la rectitud de la voluntad" (p.41)


            Aquí está la limitación del pensamiento de  Descartes: Descartes: "Reducirlo todo a una
simple mirada, es el deseo secreto de la inteligencia en busca de una condición
sobrehumana; pero ese deseo solo la gracia lo hace realizable en la noche
luminosa de la contemplación" (p.56).


            De ahí que sea un intento artificial:        "La búsqueda de la deleitación mística
en las cosas que no son de Dios por ser una búsqueda sin término, no puede
detenerse en parte alguna" (p.98)


            Finalmente, para Maritain, Juan
Jacobo Rousseau es ya deliberadamente inmanentista: "Dios sólo se manifiesta al hombre por
espontánea exigencia de la naturaleza, por necesidad del sentimiento, por una
experiencia inmediata" (p.125)


            Quizás con este último sea con quien la crítica se
convierte en más acerada: Rousseau: "El padre del
mundo moderno es un irresponsable. Contradicciones cuya causa es su disociación
mental, no el más mínimo cálculo, en las que, por lo menos, no hay otra
hipocresía que la noble astucia de un enfermo que acaricia su debilidad (p.89).


 


 


 


José Carlos Martín de la Hoz


 


Para leer más:


 


Maritain, J. (2006) Tres
reformadores. Lutero, Descartes, Rousseau
,
Madrid, Encuentro


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=4808


Zweig, S. (1961) Erasmo
de Rótterdam
, Barcelona, Juventud


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=6036