Religión y religiones

 

La reciente visita del papa Francisco a Suecia (31 de octubre-1 de noviembre 2016) con motivo de la conmemoración común luterano-católica de los Quinientos años de la Reforma Luterana (1517), ha servido para recordar a todos la importancia de rezar por el ecumenismo.

El ecumenismo es la relación de los creyentes católicos respecto a los demás cristianos y, en general, con los demás creyentes. Las ideas más importantes que nuestra madre la Iglesia Católica desea que recordemos para facilitar esa tarea y para que, algún día, seamos un solo pueblo con un solo pastor, podemos leerlas en uno de los documentos más importantes del Concilio Vaticano II: Unitatis redintegratio (21.XI.1964).

Es importante resaltar cómo ese documento comienza por reconocer que la "División que abiertamente repugna a la voluntad de Cristo y es piedra de escándalo para el mundo y obstáculo para la causa de la difusión del Evangelio por todo el mundo" (n.1). Por tanto los verdaderos creyentes católicos: "suspiran por una Iglesia de Dios única y visible, que sea verdaderamente universal y enviada a todo el mundo, para que el mundo se convierta al Evangelio y se salve para gloria de Dios" (n.1).

Es más, recuerda que Cristo, antes de ofrecerse a sí mismo en el ara de la cruz, como víctima inmaculada, oró al Padre por los creyentes, diciendo: "Que todos sean uno, como Tú, Padre, estás en mí y yo en ti, para que también ellos sean en nosotros, y el mundo crea que Tú me has enviado", e instituyó en su Iglesia el admirable sacramento de la Eucaristía, por medio del cual se significa y se realiza la unidad de la Iglesia. "Impuso a sus discípulos el mandato nuevo del amor mutuo y les prometió el Espíritu Paráclito, que permanecería eternamente con ellos como Señor y vivificador" (n.2).

Por "movimiento ecuménico" se entiende, por tanto, "el conjunto de actividades y de empresas que, conforme a las distintas necesidades de la Iglesia y a las circunstancias de los tiempos, se suscitan y se ordenan a favorecer la unidad de los cristianos"(n.4).

El Concilio recuerda que el ecumenismo afecta a todos y que todos podemos llevar las siguientes tareas adelante: perdonarse, dialogar, rezar juntos (aunque no celebrar la misa), ejercitar juntos la caridad. Quererse, superar desconfianzas, orar juntos por la paz. Ejercitarse en la coherencia de fe y vida. Valorar las semillas de verdad que hay en otras religiones (cfr. n.4).

De entre los puntos subrayados, hay uno que es resaltado de un modo especial: la conversión personal del corazón y la reforma interior. La denominada Unidad de vida (n.5), que favorecerá la existencia de matrimonios mixtos (n.6), donde de manera natural Dios puede hacer alcanzar al otro cónyuge la gracia de convertirle el corazón (n.7), como fruto de la oración común (n.8).

Es importante, recuerda el Concilio, aprender a tratarse y a conocerse (n.9), como parte de una verdadera  formación ecuménica (n.10). También se anima a hacer esfuerzos para superar distancias y animadversiones de otros tiempos (n.11) y trabajar junto como cooperantes en  diversas ONG (n.12).

José Carlos Martín de la Hoz