Réquiem por una librería

      

Desde el pasado día 28 de febrero, a la calle madrileña de Diego de León le falta algo. Llevo casi cuarenta años viviendo en Madrid y, desde entonces, casi todos los días, al ir a trabajar, he pasado delante de la elegante librería diseñada por Rafael Moneo, en la esquina de la citada calle con la de Serrano. Desde el pasado día 28, ya no existe. La legislación sobre los alquileres y la negativa de la propietaria para tratar de llegar a un acuerdo han obligado a echar el cierre. Sé que ha pasado algo parecido en algunas célebres librerías de otras ciudades. Apena mucho asistir al cierre de cualquier negocio, pero si se trata de una librería aún más, porque una sociedad poco lectora corre graves riesgos de ser manipulada, engañada, de subsistir aborregada y empobrecida.

Siento el orgullo de haber sido el primer cliente de la librería cuando cambió de dueños y pasó a llamarse “Diálogo libros” y sin duda uno de sus más asiduos visitantes. Ahora, al pasar por delante, siento que me falta algo y una enorme pena, e incluso me planteo cambiar un poco el trayecto desde mi casa para evitarme este mal trago.

Aún albergo la esperanza de que “Diálogo libros” pueda seguir su andadura en otro lugar, pero de momento sirvan estas líneas de testimonio y de agradecimiento a Rocío, a María José, a Carmen y a su hija…, excelentes profesionales, personas enamoradas de su trabajo, competentes, con quienes daba gusto hablar e intercambiar opiniones sobre libros y autores o acompañarlas en las presentaciones, coloquios u otras actividades para fomentar la lectura.

Luis Ramoneda