Si vis pacem para bellum



La paz y la concordia
están entre los más altos valores del ciudadano occidental. Una
paz que significa tranquilidad. Tener unos ingresos adecuados a las
expectativas de cada cual, asegurar el futuro –el propio, mayormente- y
poder viajar en vacaciones. Si alguien me asegura ese estado de bienestar, no
necesito ninguna otra cosa.



Así piensan la
mayoría de los españoles. No necesitan saber el
"cómo". Si el fin es bueno no me interesa para nada saber cuales
son los medios. La conciencia de no pocos queda embotada en un limbo de
suficiencia material, que no llena nada del espíritu, pero del
espíritu no sabemos ni donde anda.



Les basta la cultura de los pases
de modelos, de las películas violentas y los libros sensuales. Pero, "por
favor, que no nos hagan pensar, que es muy cansado". Para agotarnos ya
tenemos cinco días a la semana de terrible y desagradable trabajo. Al
final queda el fin de semana. O el puente; y las grandes colas en la carretera,
porque hay que salir, hay que lucir el despampanante cochazo de lujo y
apariencia.



No entienden muchos que la
felicidad está en la
guerra. En la lucha contra uno mismo, contra la pereza,
contra el egoísmo. Ni pueden imaginar la alegría y el sosiego que
procuran las virtudes, seguridad del hombre luchador, que se ha negado mil
cosas, para encontrar la vida buena. No entiende la mayoría lo diferente
que es la "buena vida" de la "vida buena". Y, como
consecuencia, al llegar el lunes son hombres muertos.



La paz de los pueblos es un
tesoro espléndido y difícil. En todo caso algo inasequible a mis
pobres esfuerzos. La paz interior está a mi alcance y, como ya
decían los antiguos, si vis pacem para bellum, el que la consigue sabe cual ha sido el camino:
la lucha..
No es estoicismo barato. Es experiencia. Si al cuerpo le das
lo que te pide terminas siendo esclavo del cuerpo.



Concordia, diálogo,
comprensión. De acuerdo. Pero si en la negociación cedes lo
esencial terminas siendo esclavo. Aunque muchos prefieren ser esclavos antes
que perder sus fines de semana o el coche de las apariencias. Hasta que un
día descubran que sólo hay libertad cuando se lucha, y que
sólo hay felicidad cuando se alcanza la libertad.



Ángel Cabrero Ugarte


Profesor del C.U.
Villanueva



Para leer más:



Vaclav Havel, El poder de
los sin poder
, Encuentro 1990


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=3463


G. K. Chesterton, Lo que está mal en el mundo, Ciudadela
2006


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=4729


Jutta Burggraf, Libertad vivida, Rialp
2006


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=4678