Teología e historia



Mar Marcos, de la Universidad de Cantabria ha coordinado la publicación de
un interesante coloquio celebrado en Santander sobre los herejes en la
historia. En la introducción, la coordinadora del proyecto señala
los objetivos propuestos y el compromiso de conocer las coordenadas históricas
de los diversos problemas que se van a analizar. Pero se hecha en falta en este
trabajo, como en otros que se están publicando una mayor hondura en el
conocimiento de la teología católica. Para estudiar la herejía, no basta
enmarcar la época, hace falta estudiar el Evangelio, los Padres de la Iglesia,
el Magisterio eclesiástico. Todo eso confluye en la
Regla de la fe
, como la denominó San Ireneo
de Lyón, en el siglo II, en su tratado Adversus haereses.


Seguramente, la falta de
conocimiento de la teología católica lleva a la siguiente afirmación: "El historiador del cristianismo, que
estudia la herejía en su contexto social, político y cultural, descubre que la
fijación de las fronteras de lo que la Iglesia católica ha considerado
aceptable es fluctuante y que, en última instancia, son las relaciones de poder
las que acaban marcando esas fronteras. Ésta es la conclusión más importante
del presente libro
" (p.18).


En ese marco se entiende
la siguiente conclusión: "La herejía la
define la autoridad eclesiástica y el hereje es quien ha sido señalado como tal
por esa autoridad
"(p.14).


La falta de hondura
teológica a la hora de estudiar los problemas concretos se va repitiendo a lo
largo del trabajo. Es interesante cómo presentan los autores la sexualidad en
el cristianismo cristiano. Basta con leer las Cartas de San Pablo, o a San
Agustín en el De Bono matrimonio para
comprobar que se está dando una visión poco profunda. Tanto como la conclusión:
"En ese contexto de prevención hacia el
sexo se integra la religión judía, de entre la cual surgió el fundador del
cristianismo
" (p.96). Precisamente, la familia cristiana fue la gran
estructura sobre la que se asentó la fe cristiana en los primeros siglos. Un marco
de amor y donación mutua desconocida en su época.


En esa línea, se añade: "El movimiento valdense contenía la
potencialidad de convertirse en una nueva religión. Sin embargo, el repliegue
sobre sí mismos y la labor de las órdenes mendicantes lo impidieron
"
(p.138). Claro, que si hubieran triunfado no estaríamos aquí, pues los
valdenses abominaban del matrimonio y de todo trato carnal.


Precisamente, porque la
Iglesia ha sido fiel a la Regla de la fe, se da una continuidad de la doctrina y
la necesaria profundización en la teología católica, pues como señala Guitton, la
"fidelidad no es una vuelta a lo
primitivo, sino conformidad con lo sustancial, con lo primordial
" (p.102). Es
más, añade:
"El
problema consiste en hacer durar el instante privilegiado, es decir: ser fiel
al compromiso de un día" (
p.96).
Por eso concluye: "renovarse es restaurar instaurando"(p.102).


José Carlos Martín de la Hoz


M.MARCOS (d), Herejes en la Historia, ed. Trotta,
Madrid 2009, 205 pp.


Jean GUITTON, Historia y destino, ed.
Rialp, Madrid 1977, 218 pp.