Su Santidad el Papa Benedicto XVI
ha convocado para toda la Iglesia un año conmemorativo del dos mil
aniversario del nacimiento de San Pablo, que comienza este domingo, solemnidad
de los apóstoles. Es la ocasión para fijarnos en este hombre,
llamado el Apóstol, por excelencia, a pesar de no ser uno de los 12, pero
sí un discípulo "por vocación".


 


Por los datos que tenemos y por
las descripciones de los diversos autores conjeturando a partir de ellos, nos
hemos hecho una idea, una figura, de un hombre más bien bajito, calvo,
algo tartaja. Diríamos que no muy atrayente, nada mediático según
los cánones de ahora. Y sin embargo con una fuerza de persuasión
extraordinaria.


 


¿Qué tenía
este hombre tan distinto que imantaba a las personas que le escuchaban? San
Pablo era un hombre convencido, coherente hasta el extremo, que pasa de
perseguidor de los cristianos, por su celo como judío, al amor de Cristo
que le lleva a una entrega heroica a los demás
hombres.


 


Una conversa rusa, Tatiana Góricheva decía que "un cristianismo
sin exigencias radicales se convierte en utilitarista". San Pablo, sin
duda, estaría de acuerdo con esta opinión. Era un hombre radical.
Y radical no es equivalente a violento. El radical, según el
diccionario, es "partidario de reformas
extremas
", y también viene de fundamentar, de raíz.
Es sin duda lo que se pretende de un cristiano de hoy, según los tiempos
que corren, como era imprescindible en los tiempos en que el Apóstol
predicó por muchos lugares.


 


La predicación
de Cristo no puede ser mediocre o tibia: ha de ser radical, que nos lleva a la
raíz y que supone reformas extremas. Desde luego eran imprescindibles en
el momento en que los primeros cristianos mostraron a las gentes una idea
nueva, en casi todo el mundo conocido, pero también ahora, en el nuestro,
donde el sentido cristiano ha desaparecido de la sociedad y, en buena medida,
de la familia.


 


San Pablo era un hombre convencido, enérgico, movido por el
amor. Y eso le costó mucho sufrimiento. Como el dirá a los
corintios (II Cor 11, 24-28): "
Cinco veces recibí de los judíos
cuarenta azotes menos uno. Tres veces fui azotado con varas; una vez apedreado;
tres veces naufragué; un día y una noche pasé en el
abismo. Viajes frecuentes; peligros de ríos; peligros de salteadores;
peligros de los de mi raza; peligros de los gentiles; peligros en ciudad;
peligros en despoblado; peligros por mar; peligros entre falsos hermanos; trabajo
y fatiga; noches sin dormir, muchas veces; hambre y sed; muchos días sin
comer; frío y desnudez. Y aparte de otras cosas, mi responsabilidad
diaria: la preocupación por todas las Iglesias".


 


Eso es lo que le mueve, la
preocupación por los demás; observamos con admiración la
eficacia de un solo hombre entregado, y pensamos, esa es una de las
enseñanzas de este año paulino, en la eficacia de nuestra vida
cuando es santa, llena de Dios y de preocupación sincera por los que se
han olvidado de Jesucristo.


 


Ángel Cabrero Ugarte


 


 


Para leer más:


 


Dreyfus, Paul
(2007) Pablo de Tarso.
Ciudadano del Imperio
, Madrid, Palabra


Herranz, Mariano (2008) San Pablo en
sus cartas
, Madrid, Encuentro


Decaux,
Alain (2005) El aborto de
Dios
, Madrid, Apóstrofe


Wohl,
Louis de (2003) El mensajero
del rey
, Madrid, Palabra


 

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