Una lección práctica de marxismo

 

El marxismo, como ideología imperante en nuestra sociedad, está verdaderamente en sus horas más bajas. Para muchos, desde la caída del muro de Berlín, está aparentemente muerto.

Así pues, muchas veces parece que el marxismo ha caído en la decadencia o en su práctica desaparición, pero nada más lejos de la realidad, puesto que el materialismo histórico como motor del cambio político sigue muy vivo y actuante.

La reciente edición castellana de la obra del catedrático de Historia de la filosofía de Milán, Diego Fusaro, acerca del filósofo italiano Antonio Gramsci, publicado con el expresivo título de “la pasión de estar en el mundo”, no deja de sorprender y de reflejar, a la vez, la actualidad de este pensador.

En efecto, la aparición en muchos países de Europa de los populismos en diversos gobiernos y, sobre todo, en las movilizaciones del pueblo y en los fenómenos de los indignados, que han sido finalmente vehiculados por el marxismo y, en definitiva, por la nueva izquierda marxista.

De hecho, actualmente, son muchas las ediciones de libros de ensayo que no hacen más que presentar con gran audacia de nuevo, los principios del marxismo de rostro humano que siempre ha presentado el italiano Antonio Gramsci (1891-1937).

Es interesante que nuestro autor, el profesor Fusaro, arranque con el título de un libro del 2005, donde un autor americano, R. J. F. Day, afirmaba con contundencia, no preguntaba, que Antonio Gramsci había muerto (14).

Inmediatamente, el profesor Fusaro se dedica a volver a recordar la actualidad del análisis de Gramsci: cambiar la infraestructura cultural para que caigan las superestructuras que falsamente aparecen como seguras y firmes en la vida occidental y globalizada: “capacidad de actuar de modo concertado en la sociedad para transformar molecularmente las estructuras de la cultura” (19).

Así pues, el objetivo del libro, en palabras de su propio autor, no puede ser más claro y explícito: “El objetivo principal de nuestro estudio se puede resumir más que con la fórmula habitual de las monografías histórico-filosóficas, ‘qué dijo Gramsci’, con la pregunta: ¿Qué diría hoy Gramsci si estuviese vivo?” (19).

Preguntarse qué diría Gramsci es dar por válidos sus razonamientos, sus modos de conquista de la sociedad mediante la trasformación de la cultura cristiana en una cultura materialista, atea y, finalmente, marxista: “la crítica como pasión del cerebro, pero también como modo de relacionarse concretamente con el presente rechazando sus formas, constituye, con la filosofía de la praxis, la diada explosiva en la que cristaliza la experiencia y la biografía intelectual de Gramsci” (21).

José Carlos Martin de la Hoz

Diego Fusaro, Antonio Gramsci. La pasión de estar en el mundo, ediciones siglo XXI, Madrid 2018, 191 pp.