Cáncer. Biografía de una supervivencia

Albert Jovell es médico e hijo de médico. A su padre, después de una larga vida de trabajo, se le diagnosticó un cáncer; entonces se encerró en su casa y esperó el final, que le llegó siete años después. El recuerdo de su padre marcó a Albert. En el año 2001 es al propio autor a quien le es diagnosticado un cáncer, con treinta y nueve años de edad y un hijo a punto de nacer. ¡Demasiado joven para encerrarse en casa! Jovell explica que el libro no es una autobiografía sino la historia de su vida con el cáncer. Alterna los hechos con reflexiones y sentimientos y pide una Medicina más humana que tenga en cuenta no sólo la enfermedad sino también al enfermo.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2008 Planeta
250
9788408078388
Valoración CDL
3
Valoración Socios
3.5
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El atractivo de este libro es que no constituye un relato, aunque se presente como una biografía. Es una suma de hechos, sentimientos, reflexiones e incluso citas literarias sobre la vida con el cáncer. El autor trata comprenderse y de hacerse comprender, de vaciarse, y es fácil que el lector se pregunte qué haría en las mismas circunstancias. Jovell cuenta lo que se siente al recibir un diagnóstico de cáncer, cómo influye en la vida personal, familiar y social. El cáncer no es lo que les sucede a los demás, todos podemos sufrirlo y estadísticamente un número elevado de nosotros lo padeceremos. Por si fuera poco hay muchos tipos distintos dentro de esta enfermedad y al autor le había tocado en suerte una variante rara, poco estudiada. Esto disminuía sus posibilidades terapéuticas y le obligó a implicarse en la solución. El cáncer puede ser una dolencia de evolución larga que exige al paciente tomar decisiones: ¿Qué pienso hacer con lo que me queda de vida? ¿Renunciar a ella o aprovecharla? ¿Hasta dónde quiero luchar? ¿Qué fiabilidad tienen los médicos y qué iniciativas me corresponden a mí? ¿Hasta qué punto tengo el derecho a ser informado y a participar en las decisiones que se adopten? Jovell, médico, con múltiples contactos dentro de la profesión en España y fuera de ella, con una esposa joven, una hipoteca y dos hijos pequeños no tenía más alternativa que luchar para sobrevivir. Explica que el enfermo de cáncer es muy vulnerable; que en ocasiones se siente desconcertado e incluso culpable por la carga que supone para los demás o por sus limitaciones. Tiene otra percepción del tiempo y mide su supervivencia por semanas, meses, años y siempre por "instantes de felicidad". El enfermo tiende a aislarse: "La compañera del enfermo es la soledad" –escribe. Algunos amigos desaparecen y otros se acercan aunque difícilmente sepan cómo ayudar: "Dile lo que esperas de él, cómo y cuándo" –sugiere el autor. Por el contrario hay compañeros de trabajo que ven en la enfermedad una oportunidad para que corra el escalafón y el paciente comprueba como todos conocen sus datos de salud, que deberían ser confidenciales. Jovell reclama un trato más humano por parte de los profesionales ya que hoy –afirma- "se tiende a ver enfermedades más que enfermos". Se hace preciso un apoyo psicológico como el que antes prestaban los sacerdotes en los hospitales. Jovell elogia la labor de acompañamiento de los voluntarios y la terapia de grupo como medio para romper el aislamiento de los enfermos. Da la impresión de que Jovell, en lucha con su enfermedad, ha multiplicado sus actividades en vez de recortarlas: Viaja e imparte conferencias, lee –es licenciado en Sociología y Política-, escribe, oye música, juega con sus hijos y se siente más unido a su esposa: "Creo que la enfermedad me ha vuelto más humano" -dice. Y se pregunta: "¿Puede ser la enfermedad una oportunidad para reencontrarse con la vida?". Su respuesta es que sí: "Seguro que sí. Creo que lo ha sido para mí. Hay un yo íntimo y espiritual que proporciona un cierto sosiego y tranquilidad. El problema reside en encontrarlo".