Carmen Laforet. Una mujer en fuga

Biografía y estudio sobre la escritora. Su novelística es fundamentalmente autobiográfica ("Nada", "La isla y los demonios" y "La mujer nueva") por lo que conocer su vida y su personalidad es importante para desentrañar el sentido de su obra. ¿De qué huye Carmen Laforet? Fundamentalmente de su profesión de escritora, esposa y madre. Al final la huída se hace geográfica hasta que la enfermedad, las limitaciones económicas y sus hijos la obligan a detener su dolorosa carrera a ninguna parte.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2010 RBA Libros
515
978-84-9867-767

Premio Gaziel de Biografía

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La infancia de Carmen en Gran Canaria fue difícil. Después de su tercer parto su madre entró en una especie de estupor que le impedía salir de la habitación y que en unos años le llevó a la muerte. En esas circunstancias el padre vivió con una cierta libertad sexual y afectiva, y terminó contrayendo matrimonio con la peluquera de su difunta esposa. Ella fue para Carmen la tópica madrastra malvada. La joven no tenía más consuelo que anotar sus impresiones en papeles que luego rompía, para sustraerlos a la inspección de aquella.

En 1939 viajó a Barcelona para cursar Letras, pero en dos años no aprobó ninguna asignatura. Se trasladó a Madrid para cursar Derecho, estudios que tampoco concluyó. En esta ciudad escribió una novela basada en sus experiencias de Barcelona. Lo hizo como terapia y recapitulación de esa parte de su vida. El periodista y editor Manuel Cerezales le animó a presentarla al Premio Nadal que debutaba en 1945. "Nada", la novela de Laforet, se alzó con el Premio y la jovencísima escritora alcanzó bruscamente la fama. Ese mismo año contrajo matrimonio con Cerezales y tuvo su primera hija.

En ese contexto a Carmen se le exige que siga escribiendo. De hecho ha suscrito un contrato con la Editorial Destino por el que se compromete a entregar dos novelas más. Las necesidades económicas de la pareja lo aconsejan, pero ser escritora y madre no es fácil. En 1952 entrega a la editorial "La isla y los demonios", novela vinculada a su infancia en Gran Canaria, y en 1955 "La mujer nueva", en la que narra su conversión religiosa y pone ya de relieve la escasa conexión con su esposo. Carmen habla de él como un hombre vulgar, que no la comprende, algo que los biógrafos y todos cuantos le conocieron niegan. Se trataba de un hombre culto y amable, aunque poco conforme con la desenvoltura con la que actuaba la escritora.

Laforet atribuye su dificultad para escribir a la incomprensión de Cerezales, hacia el que llegó a desarrollar una auténtica fobia. Aun así, en 1963, entrega a Editorial Planeta "La insolación" y se compromete con dos novelas más. El matrimonio se separó en 1970 y Carmen abandonó el hogar. Tenía 49 años y a partir de ahí su caída fue acelerada. Buscó nuevos ambientes que le permitieran escribir y nuevos medios de vida. Viajó por los Estados Unidos donde impartió conferencias, también estuvo en Francia, Polonia e Italia donde llegó a residir durante cuatro años. En 1973, gracias a su amiga Rosa Cajal que le sirve de estímulo y mecanógrafa, envía a Planeta la novela titulada "Al volver la esquina", aunque luego se niega a que sea publicada. Esta vería la luz en 2004 como obra póstuma de su autora.

Carmen padecía ciertas paranoias que le llevaban a no estar a gusto en ningún sitio, pero lo mismo le pasaba con las personas: tuvo grandes amistades a las que quiso y que la quisieron, pero todas terminaron por enfriarse. Los que la conocieron la definen como sencilla y amable, pero cuando se desataba su cólera era desproporcionada. Perfeccionista, buscaba una escritura que no diera información sobre élla misma: escribía y rompía lo escrito, aquel viejo tic de infancia. Después de "Nada" ninguna de sus obras mereció su aprobación, todas le parecían "intrascendentes". La sugerencia de los biógrafos de que pudiera tener tendencias homosexuales es difícil de aceptar y de ser cierto es irrelevante. Después de su separación de Manuel Cerezales no tuvo más relaciones afectivas. Se la ha adscrito a cierto tipo de feminismo.

La biografía está extraordinariamente bien documentada, escrita y estructurada. Parece como si los autores no hubieran dejado piedra sin remover para conseguir la correspondencia de Laforet, ni persona por hablar de las que la hubieran conocido; no obstante dejan constancia de no haber podido acceder a los diarios de la autora que obran en manos de sus hijos.